Abraham Sequeda: La resiliencia como medida de nuestro tiempo eje para el combate blando

Abraham Sequeda: La resiliencia como medida de nuestro tiempo eje para el combate blando

Después de un arduo combate, como el que le ha tocado librar a la población venezolana de forma intensa, por largo tiempo, en todos los ámbitos de la sociedad y contra un adversario muy bien caracterizado, es previsible que los días estén transcurriendo en calma y al parecer con una distensión que podría sorprender a cualquier visitante incauto, alguno de los cuales puede hablar incluso de nuestra hospitalidad y buen humor.

Sin embargo, la realidad es que este momento de transición es solo un “descanso”, un “receso”, que cada quien en la marcha, debe evaluar muy bien. Vuelve con renovada vileza, el tiempo de repartición y redistribución del botín; mientras que los discursos de los jerarcas son más retorcidos, hipócritas y calculadores que nunca. Con sobretiempo conocemos el proceso y desenlace.

Todos tienen derecho a “buscar” los dólares donde estén (o los bolívares también) y las empresas pueden contratar con quien les plazca, pero no tan profundo en el alma de cada quién debe encontrarse el mayor de los desafíos, y es que, desde cualquier actividad económica, profesional y gremial, es imperativo asumir plena conciencia de la devastación de Venezuela; mereciendo esto por lo tanto un esfuerzo creativo y ético para la superación de las imperfecciones y debilidades de nuestra sociedad.





Este tiempo no debe ser tan solo de una transición; sus cambios sociopolíticos y económicos tienen que ser transformados, en un período no tan largo, en un plano axial para la mente y el espíritu de los venezolanos.

Un cambio, una variación cualitativa de la conciencia. Si bien existen parámetros para lo material, la conciencia no se mide, no es un hecho concreto, pero es real. Puede expresarse como un nuevo paradigma de cada ciudadano, un comportamiento diferente que puede ocurrir por influjo de una fuerza mayor donde pueden irrumpir acciones, ideas e individuos.

La situación puede surgir con posterioridad y quizás subjetiva, luego de que los hechos, uno tras otro, formen estructuras transitivas, con fundamentos espirituales, individuales y familiares, obteniendo finalmente una sociedad suficientemente preparada para ejercer su libertad, construir su seguridad y autonomía.