Actualizan el impacto del coronavirus en la disfunción eréctil: ¿puede causar impotencia en hombres?

Actualizan el impacto del coronavirus en la disfunción eréctil: ¿puede causar impotencia en hombres?

La covid-19 puede provocar disfunción eréctil.Ridofranz/iStock

 

 

 





 

El covid-19 es, principalmente, una enfermedad respiratoria. Sin embargo, es cierto que puede causar algunos síntomas algo extraños para esta clase de patologías. Por ejemplo, ya se han descrito signos como la pérdida de olfato o gusto (neurológicos) o erupciones en los dedos de los pies (cutáneos), así lo reseñó 20 MINUTOS.

Ahora, no obstante, científicos de todo el mundo están observando otra posible (e inesperada) consecuencia de la enfermedad pandémica: la disfunción eréctil en los varones.

Un riesgo hasta seis veces mayor en pacientes de covid

Tal y como recoge el medio norteamericano The New York Times, las estimaciones sobre la prevalencia real de la complicación varían ampliamente, pero son en todo caso significativas. Los cálculos más conservadores, como el que hace el departamento de urología reproductiva del Instituto de Urología Desai Sethi, perteneciente la Universidad de Miami, encuentran que el riesgo de sufrir disfunción eréctil se eleva en un 20% tras pasar la enfermedad. Otras investigaciones encuentran incrementos aún mayores en ese riesgo.

Por ejemplo, la Universidad de Roma Tor Vergata ha publicado estudios que concluyen que los hombres infectados con el SARS-CoV-2 tienen hasta seis veces más probabilidades de reportar problemas de erección que aquellos que no han pasado la enfermedad.

¿Cómo puede causar el covid-19 disfunción eréctil?

Los trabajos mencionados miran a la relación estadística entre las dos condiciones. No obstante, la naturaleza exacta de la asociación está, por ahora, bastante menos clara.

Desde un punto de vista puramente orgánico, sí que es cierto que algunos trabajos que han empleado diferentes técnicas de imagen o biopsias han encontrado que el virus puede infectar tejido en el tracto genital masculino, en el que además podría sobrevivir durante bastante tiempo tras la infección inicial.

Con todo, muchos autores son reacios a considerar esta evidencia como definitiva, especialmente teniendo en cuenta la compleja naturaleza de las erecciones masculinas y la importancia que tienen varios factores fisiológicos y psicológicos en ellas.

Por ejemplo, se ha teorizado que condiciones como el aislamiento y la ansiedad que ha provocado la pandemia, o el estrés y el miedo de conocer que uno está infectado, también podrían jugar un papel importante.

De la misma manera, se ha especulado que otras complicaciones, como la pérdida de olfato y gusto, podrían aumentar las probabilidades de padecer disfunción eréctil debido a la importancia que tienen estos sentidos en los mecanismos de excitación sexual.

Incluso, se ha observado que en algunos casos el SARS-CoV-2 puede causar daños en el endotelio (el recubrimiento interno) de los vasos sanguíneos, lo que fácilmente podría provocar problemas de erección, especialmente teniendo en cuenta que debido al pequeño tamaño de los vasos sanguíneos del pene este suele ser uno de los primeros síntomas de muchos problemas cardiovasculares.

La importancia de hablar de ello

Sea como sea, hay varias razones por las que es importante que se hable de esta relación, tanto en la clínica como en el contexto de la investigación o en los medios de comunicación.

Por una parte, el principal autor del estudio italiano antes citado, Emmanuelle Jannini, opina que dar a conocer los efectos de la enfermedad en la vida sexual de las personas puede ayudar sensiblemente a la concienciación con la vacunación, especialmente en hombres.

Por otra, la disfunción eréctil puede actuar como un gran indicador del síndrome conocido como ‘covid larga’ o ‘covid persistente’, debido a la alta prevalencia del problema entre estos pacientes, facilitando notablemente las labores de diagnóstico.

Y, finalmente, la disfunción eréctil, si no se trata, puede provocar complicaciones posteriores como fibrosis (que dificulta aún más el tratamiento) o incluso acortamiento del pene; y es un buen predictor del riesgo de eventos cardiovasculares como infartos.