Harry y Meghan: del casamiento a los escándalos que precipitaron la ruptura con la Familia Real británica

Harry y Meghan: del casamiento a los escándalos que precipitaron la ruptura con la Familia Real británica

Hace cuatro años se casaba Meghan con Harry en una ceremonia que fue seguida por millones de personas en el mundo (Photo by Samir Hussein/WireImage)

 

Cuando el 27 de noviembre de 2017, el príncipe Harry y la actriz Meghan Markle anunciaban su compromiso, la mayoría de los británicos aprobó la relación. La pareja parecía un símbolo de esta nueva Europa donde las culturas se mezclan y las fronteras se desdibujan. Meghan era una mujer de este siglo. Actriz, con independencia económica, hija de un matrimonio interracial y estadounidense, venía a mostrar que el criticado sistema de clases británico estaba en decadencia.

Por infobae.com





Seis meses después, el 19 de mayo de 2018, la pareja se casó frente a casi 800 invitados en la Capilla de San Jorge. Asomaba una nueva era llena de buenos augurio para los Windsor. Carlos, el eterno heredero al trono, por fin estaba casado y feliz con Camilla, la mujer que amó durante años. Guillermo, el primogénito, jamás protagonizó un escándalo y su esposa, la bellísima y sofisticada Kate, no solo era fiel representante de lo mejor del estilo británico, también una gran madre. La boda entre Harry y Meghan no podía ser más que bienvenida. Se los notaba enamorados y con la estadounidense dispuesta a aceptar el desafío de vivir bajo los códigos de la corona británicaSin embargo y a pesar de la sonrisa resplandeciente de la novia, ya había indicios de que su destino no sería tan feliz como el de los cuentos.

En lugar de regalos de casamiento, Harry y Meghan pidieron donaciones para organizaciones benéficas (POOL/AFP – Ben STANSALL)

 

Una de las primeras alarmas se encendió cuando, según el libro Finding Freedom, y de acuerdo con lo que publicó el diario The Times, Harry le contó a su hermano, William, de su noviazgo, y este, en vez de felicitarlo por verlo feliz, le aconsejó “que no se apurara” y se tomara todo el tiempo que fuera necesario para conocer a Meghan y evitar, así, que el “deseo lo cegara”. La otra alarma, más sutil se encendió cuando Meghan tomó en broma que debía hacer una reverencia al conocer a la Reina Isabel II porque pensó que era “parte de la fanfarria”. Harry le explicó con seriedad que no era una novia conociendo a una abuela sino conociendo a la Reina. Al aprendizaje del protocolo se le sumó el pedido de cambiar su sentido de la moda. Descontracturada, fanática de los jeans, Meghan recibió órdenes de comenzar a vestirse “más como una royal y menos como una estrella de Hollywood”.

El mismísimo día de la boda, otro hecho marcó que lo que venía no sería un jardín de rosas. Meghan tuvo una pelea con Kate sobre los niños que acompañarían el cortejo. La esposa de William luego se disculpó con una nota y unas flores. Todo parecía quedar en el pasado, pero meses después, en los diarios trascendió la pelea, solo que con un “pequeño” cambio: la estadounidense era la que había hecho llorar a la inglesa. Y en este caso, el orden de los factores sí alteraba el producto. La esposa de Harry contó que lo que más le había dolido no había sido tanto la mentira, sino que en Buckingham nadie negase la información que circulaba por los medios. “Todos en la institución sabían que no era cierto, que era Kate quien me había hecho llorar a mí”.

Pese a estos contratiempos, Meghan y Harry seguía siendo los favoritos de los británicos. El idilio aumentó cuando anunciaron que esperaban a su primer hijo, pero algo comenzó a romperse cuando se supo que Meghan organizó un baby shower con sus amigas en Nueva York. Lo insólito no fue solo dónde lo organizó sino que ella fue la que viajó cuando se sabe, ninguna de sus amigas tenía problemas económicos como para pagarse un ticket aéreo Nueva York- Londres y además en primera. Si era por alojamiento, Meghan contaba con unas cuantas habitaciones libres en alguno de los palacios. Pero la esposa de Harry prefirió desplazarse y encima en un jet privado. Se dijo que gastó 500 mil dólares en su viaje.

El 6 de mayo de 2019 nació Archie y volvieron las decisiones polémicas. Meghan rompió con la tradición no escrita de presentar recién nacido en la puerta del hospital, como hicieron su suegra, Diana de Gales y su cuñada, Kate. Ella y su marido decidieron posar con el bebé en el castillo de Windsor. Volvieron a ser criticados cuando decidieron que el bautismo, el 6 de julio, sería una ceremonia de carácter privado y ni siquiera dieron a conocer el nombre de los padrinos.

Si cuando nace el bebé muchas parejas se mudan, Harry y Meghan no fueron la excepción. Decidieron dejar una de las propiedades del Palacio de Kensington, donde residían cerca de Kate y William, para mudarse a Frogmore Cottage en Londres. Para adaptar la casa a sus necesidades lo que incluía un spa, sala de yoga y huerto desembolsaron casi tres millones de dólares. Las críticas por pagar la reforma con dinero de los contribuyentes arreciaron tanto que en septiembre de 2020, la pareja devolvió ese dinero al Fondo Soberano.

Pero si sobre llovido, mojado a la pareja no se le ocurrió mejor idea que pasar sus primeras vacaciones en familia en Ibiza y Niza. Volvieron a volar en un jet privado y acá el problema no fue el costo sino la incoherencia. La pareja declaraba por un lado preocupada por el equilibrio ecológico del planeta y por otro lo contaminaba con un exceso emisiones de dióxido de carbono que suponen estos viajes aéreos.

Ante las críticas, Meghan decidió compartir su desencanto ya no solo con su marido, sino con la gente. Confesó en televisión que su primer año de matrimonio había sido difícil debido a la presión de los medios. Recordó que sus amigos británicos le habían advertido que no se casara con Harry por el intenso escrutinio que enfrentaría en el país. Reconoció que desestimó “ingenuamente” las advertencias, porque como estadounidense no entendía cómo funcionaba la prensa británica.

El final del 2019 encontró a Harry y Meghan emprendiendo vuelo hacia Canadá, la patria adoptiva de la actriz. Se marcharon con su hijo, Archie, y en forma discreta. A través de un portavoz oficial comunicaron que iban a tomar un “tiempo en familia”.

El 8 de enero de 2020, la pareja provocó un verdadero cisma cuando anunció que renunciaba a sus funciones en la familia real británica y que buscaría su independencia financiera. Se los notaba tranquilos y seguros con la decisión. Querían ser una familia “real” y sin problemas de “realeza”. Para algunos, Harry y Meghan solo demostraron que deseaban conservar los privilegios de su posición -como hospedarse en una mansión frente al mar valorada en 10 millones de dólares-, pero huir de sus responsabilidades. La decisión provocó un quiebre en la relación de Harry con su hermano y su padre de la que todavía no se recuperó

No había pasado un año del Megxit, como se conoció a esa renuncia, que la pareja decidió otorgar una entrevista a Oprah Winfrey para hablar de sus problemas. La Corona volvió a temblar recordando aquella que Diana de Gales concedió a la BBC en 1995 contando todas las intimidades de su matrimonio. “Si los trapitos sucios se lavan en casa”, esta vez fue imposible. La entrevista en los EEUU fue vista por 17,1 millones de personas, que escucharon a Meghan contar cómo fue “silenciada” cuando ingresó a la familia real y que durante esa época vivió los peores momentos de su vida, incluso con pensamientos suicidas mientras estaba embarazada. “Simplemente no quería seguir viva”.

La declaración más explosiva fue cuando aseguró que uno de los miembros alto rango de la familia real había mostrado “preocupación” por el color de piel de su hijo Archie, antes de su nacimiento el 6 de mayo de 2019, y sugirió que no fue nombrado príncipe por ese motivo. Harry confirmó que la conversación giró en torno a “qué aspecto iban a tener los hijos” con Meghan, que es mestiza y con raíces afroamericanas, pero se negó a dar más detalles al respecto. “Es una conversación de la que nunca voy a hablar”, afirmó Harry, quien agregó que fue “chocante”.

Ante lo contundente de las declaraciones Buckingham debió salir a asegurar que investigarían las acusaciones de racismo en la institución. En la entrevista también se confirmó algo que era un secreto a voces, la ruptura de Harry con su padre y hermano. Reveló que estaba distanciado de Guillermo y la relación con su padre había empeorado tanto que en un momento dado el príncipe Carlos dejó de responder a sus llamadas.

Entre tanta tormenta hubo un poco de calma. El 4 de junio de 2021 nació Lilibet “Lili” Diana Mountbatten-Windsor, su segunda hija. Su nombre fue elegido en honor a la reina Isabel II y a Lady Di, en lo que se consideró un buen gesto del díscolo Harry y la explosiva Meghan.

En lo económico, la pareja está comprobando que por ahora no se parecen al rey Midas. Según el Daily Mail, la Fundación Archewell que la pareja creó en honor a su hijo Archie, resultó un auténtico fracaso. Recaudó poco más de 60.000 dólares en su primer año, una cantidad que ni si quiera cubre los honorarios del equipo legal del matrimonio.

Harry y Meghan decidieron abstenerse de mantener abiertas sus cuentas en esos nuevos “termómetros de popularidad y negocios” que son Instagram, Twitter y Facebook. De este modo sus seguidores se pierden de conocer actividades y compromisos, pero ellos de conseguir patrocinadores. Otro gran fracaso fue The bench, el libro infantil que Meghan escribió inspirada en Archie. Los comentarios fueron lapidarios y se calificó al texto como “soso” y “aburrido”. En una semana apenas vendió en el Reino Unido 3212 copias y hasta fue superado por la guía de autoayuda del futbolista Marcus Rashford.

Pese a estos contratiempos, la pareja no tiene que preocuparse por sacar un crédito. Según Celebrity Networth, el portal americano especializado en la economía de los famosos, su patrimonio es de 60 millones de dólares. Eso sin contar que firmaron un millonario acuerdo con Netflix, que según medios estadounidenses sería superior a los 100 millones de dólares. Además, firmaron otro acuerdo con Spotify por 18 millones de dólares para llevar a cabo producciones de podcasting.

El año pasado, en el funeral del príncipe Felipe, las miradas se volvieron a posar en Harry y Guillermo. Luego del sepelio se los vio charlar un rato cordialmente lo que hizo especular que o no se llevaban tan mal o la sangre siempre puede más que los enojos del momento. También trascendió que Harry y Meghan habían tenido un encuentro secreto con la reina Isabel durante un viaje relámpago que hicieron al Reino Unido. En esa ocasión también se encontró con su padre y Camilla. Según los trascendidos, la pareja les prometió a los tres que regresarían con sus hijos para que pudieran disfrutar de sus abuelos y bisabuela.

Se especula que entre el 2 y 5 de junio próximos cuando empiecen los festejos por los 70 años de Isabel II en el trono, su nieto cumplirá su promesa y la monarca podrá por fin conocer a su bisnieta, Lilibet. Como ya no son parte de la monarquía, la pareja no podrá saludar desde el balcón del Palacio de Buckingham. Pero puertas adentro, quizá se olviden de protocolo y vuelvan a ser una abuela con su nieto favorito, una esposa sin reverencias y dos bisnietos felices de corretear por pasillos encerados. Pero antes que eso pase, hoy Meghan y Harry festejarán cuatro años de casados pocos en tiempo cronológicos pero no se puede negar que bien intensos.