Abraham Sequeda: El marketing de los zalameros

Abraham Sequeda: El marketing de los zalameros

Adular a los jefes no es nuevo en Venezuela, dicha práctica para ascender (si es que cabe el término) en lo que estos mismos llaman política, tiene raíz profunda en la propia concepción del Estado venezolano, una carga muy pareja de comunismo regional y para rematar, la corrupción como método para comprar conciencia.

Es cierto que las empresas y las marcas personales deben hacer un esfuerzo para posicionarse; es necesario y deseable para una real y sana competencia. El marketing político aunque se acostumbra hacerlo para posicionar y/o aumentar una propuesta (plan más imagen), debe realizarse con más prudencia para no sobrevalorar a ciertos especímenes.

Estamos presenciando una campaña electoral adelantada, donde los pocos recursos económicos disponibles, se están utilizando para presentar frente a la opinión pública como alternativas, a individuos mucho más desafortunados que sus mentores. En el caso de los que ya tienen un cargo, su esfuerzo es mantenerse en su círculo de poder y económico, afianzándose como paladines de la “eficiencia”.





En todos los casos, la tarea de los grupos de poder, es exponer “a la fuerza” una Venezuela que no existe, mientras se apabulla y se burla cualquier intento de que la sociedad pueda desarrollarse en un marco de libertades políticas, económicas e individuales. Es decir, solo la publicidad (más bien propaganda) no indica ni siquiera la existencia de incentivos en medio de una debacle económica para alcanzar alguna mejora.

Y peor aún, todo el asunto gira en torno a tratar de evitarles a ciertos jerarcas el castigo por delitos cometidos, una limpieza de su pasado inmediato y alimentar su popularidad.
Una cosa es cierta, el trabajo de la estructura de poder nacional, de definir y cuantificar el mercado y su tamaño para un lucro potencial, se aplica perfectamente.

Los venezolanos estamos experimentando un momento crucial, por demás justificado, que para muchos puede ser la única oportunidad que se tenga para poder consolidar o al menos arrancar con proyectos personales, empresas, etc, que si dan frutos puede marcar la diferencia para sus familias de vivir o no hacerlo.

Pero ¿dónde puede estar la fragilidad?: en tener la mínima percepción de que todo lo bueno que nos pueda ocurrir sea por y gracias a una estructura de poder, grupo político, déspotas, zalameros, entre otros. El marketing es para el posicionamiento de una marca o imagen, nunca para enmascarar una realidad; es decir, presentar una propuesta sin contenido.

@abrahamsequeda