Descubren cómo olía el perfume que frotaba sobre su piel Cleopatra

Descubren cómo olía el perfume que frotaba sobre su piel Cleopatra

Cortesía

 

Cleopatra una de las figuras claves de la historia antigua de Egipto que generó un imaginario vinculado a la sensualidad y el erotismo sin precedentes, y se convirtió en un enigma para historiadores y arqueólogos.

Por: Clarín





Diversas excavaciones arqueológicas estudiaron tradicionalmente los objetos visibles en Egipto. Las investigaciones han reconstruido el aspecto de los edificios antiguos a partir de los restos excavados y han determinado cómo vivía la gente analizando sus herramientas, adornos personales y otros hallazgos tangibles.

“Las fuentes escritas demuestran que los antiguos egipcios vivían en un rico mundo olfativo”, afirma la egiptóloga Dora Goldsmith, de la Universidad Libre de Berlín. Por eso, para comprender plenamente la cultura egipcia antigua “es necesario examinar exhaustivamente cómo los faraones, y sus súbditos, daban sentido a sus vidas a través del olfato”, afirmó Goldsmith.

El mundo olfativo en el antiguo Egipto

Algunos proyectos arqueológicos han intentado reconstruir los paisajes olfativos de diversos lugares. Y, por ejemplo, las ciudades antiguas de Egipto se han presentado como “coloridas y monumentales, pero inodoras y estériles”, dice Goldsmith.

Al estudiar y revivir los olores del pasado, estos investigadores pretenden comprender cómo los antiguos experimentaban e interpretaban su mundo a través del olfato.

Sin embargo,los arqueólogos empezaron a olfatear las moléculas de olor de los artefactos encontrados en las excavaciones y conservados en los museos. Otros estudian a fondo los textos antiguos en busca de referencias a recetas de perfumes, e incluso han preparado un aroma muy parecido al que -supuestamente- gustaba a Cleopatra.

Los perfumes del Antiguo Egipto

Diversas técnicas bio moleculares permitieron identificar las moléculas de antiguas sustancias aromáticas conservadas en ollas. También se los rastreó en los restos de los pozos de basura de las ciudades, en el sarro acumulado en los dientes humanos e incluso en los restos momificados.

Por ejemplo, encontrar un antiguo quemador de incienso sólo indica que se quemó algún tipo de sustancia. Por eso, desentrañar la composición molecular de los residuos que se adhieren a un hallazgo de este tipo “puede determinar qué se quemó exactamente y reconstruir si era el olor del incienso, la mirra, las maderas perfumadas o las mezclas de diferentes aromáticos”, señala la arqueóloga Barbara Huber.

Este tipo de trabajo detectivesco es exactamente lo que Huber, del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia de la Humanidad en Jena (Alemania), y sus colegas hicieron en la investigación del asentamiento amurallado del oasis de Tayma, en lo que ahora es Arabia Saudita

El equipo dirigido por Huber descubrió que los habitantes del desierto compraron plantas aromáticas para sus propios usos durante gran parte de la historia del asentamiento.

Los análisis químicos y moleculares de las resinas carbonizadas identificaron la mirra en incensarios con forma de cono que habían sido colocados en tumbas fuera de la muralla de la ciudad, y una sustancia aromática procedente de lentiscos mediterráneos en pequeñas copas utilizadas como incensarios en un gran edificio público.

En un estudio más reciente, publicado el 28 de marzo en Nature Human Behavior, Huber y sus colegas esbozaron formas de detectar rastros químicos y genéticos de los antiguos olores.

Cómo era el perfume que usaba Cleopatra

“Una tradición de remedios aromáticos y perfumes comenzó cuando las primeras dinastías reales egipcias asumieron el poder hace unos 5.100 años”, sugiere la investigación de Goldsmith. Los documentos jeroglíficos y cursivas del antiguo Egipto describen las recetas de varios perfumes, pero se desconocen los ingredientes exactos y los métodos de preparación.

Eso no impidió a Goldsmith y al historiador de la filosofía y la ciencia grecorromanas Sean Coughlin, de la Academia Checa de Ciencias de Praga, intentar recrear una célebre fragancia egipcia conocida como el perfume mendesiano.

Cleopatra, devota de los perfumes durante su reinado entre el 51 y el 30 a.C., pudo haber rociado su piel con esta poción perfumada. El perfume tomó su nombre de la ciudad donde se fabricaba, Mendes.

Tras experimentar con ingredientes como el aceite de dátiles del desierto, la mirra, la canela y la resina de pino, Goldsmith y Coughlin produjeron un aroma que se aproxima al que probablemente usaba Cleopatra. “Es una mezcla fuerte pero agradable y duradera de picante y dulzura”, dicen los arqueólogos.