La trata de personas, otro de los peligros que enfrentan los migrantes venezolanos al huir del país

Migrantes venezolanos fueron registrados el pasado 30 de marzo al caminar cerca a la frontera con Chile, en la localidad de Pisiga (Bolivia). EFE/Martín Alipaz

 

El pasado martes 21 de junio, a las 12 del mediodía, Yarselis Camacaro junto a dos de sus hijos de 13 y 18 años de edad, y su excuñado Elvis Mujica de 28 años, llegaron a la redoma Industrial de Barinas. Agotados, sin comer, con una pimpina de dos litros llena hasta la mitad de agua y sin dinero. Su destino: Colombia.

Por Corresponsalía La Patilla





Este grupo de cuatro personas llevaban dos días en la carretera. Durmiendo en el asfalto y pidiendo cola. Por ratos caminaban y el cansancio ya era evidente. La llegada a Barinas, al punto donde se toma la Troncal 5, era moralmente un aliciente, porque Yarselis, quien por segunda vez hacía este recorrido, le manifestaba a sus hijos que ya estaban más cerca.

Después de tres años trabajando en Colombia y pudiendo enviarle dinero a su madre para el sustento de sus seis hijos que le encargó cuidar, Yarselis se vio obligada a retornar a Venezuela para comenzar a trasladarlos de dos en dos hasta donde espera sea su lugar de residencia permanente.

Caminan desde Barquisimeto, donde pasó los últimos dos meses y no logró encontrar un trabajo que la obligara a desistir de regresar a Colombia. “Allá (en Colombia) tengo trabajo, vivo alquilada y gano lo suficiente para mantener a mis hijos y mandarle a mi mamá; aquí no pasa nada”, aseguró Yarselis Camacaro.

Llevaban pocas cosas en una maleta con ruedas. Su hijo de 18 años tenía la planta de los pies cuarteadas, porque se habían mojado, y el más pequeño de 13 años, que también padece problemas cerebrales tras una caída, se recostaba a su madre anhelando llegar pronto.

Yarselis dejó con su madre en Barquisimeto a sus otros cuatro hijos de 4 años, 7 años, 9 años y 19 años de edad. Tiene previsto hacer un tercer viaje para llevarlos a Colombia, porque en dos meses no pudo notar que Venezuela cambió.

Cáritas en campaña

 

 

Esta semana inició recordando el Día de los Refugiados, y la organización Cáritas en Barinas, adscrita a la Iglesia Católica, junto a la Red Clamor, invitaron a formar parte de la campaña “Hagamos ruido” para visibilizar que la trata de personas está en Venezuela, que es un problema y un constante peligro que están corriendo los ciudadanos que siguen movilizándose al extranjero desde el interior del país.

Gabriela Mayer, coordinadora de Cáritas en Barinas, denunció que el desplazamiento que ha surgido y se mantiene en este país, lo ha llevado ocupar el tercer lugar entre los que tienen este tipo de problemas, después de Ucrania, que es una nación en guerra. Lo que es más preocupante es que se han abierto camino las mafias que negocian con las personas.

En el caso de Barinas, existe un promedio de 70 venezolanos que pasan por los cinco puntos de información que ha dispuesto Cáritas en el territorio llanero a lo largo de la Troncal 5, entre las 5:00 pm y las 11:00 pm. Y estos días son de esos donde pasan muchos niños que en el recorrido, la mayoría duermen en el suelo, no se alimentan y la hidratación también es más difícil en estas condiciones.

Ante esta realidad, Mayer pidió ayuda a quienes tengan alguna colchoneta que no utilicen en su casa para que la donen a Cáritas y favorezca a alguno de los migrantes venezolanos que están en busca de refugio en otras latitudes.

Cifras alarmantes

 

 

Que el número de caminantes por día haya bajado de 500 a 70 personas, podría tomarse como una buena noticia, pero la otra realidad es que el mayor número de estos venezolanos ya logró salir del país y suman más de seis millones. A pesar de todo, la cifra sigue siendo alarmante, debido a que en un mes la sumatoria viene a ser de 2.100 ciudadanos que no ven futuro en su patria.

También es cierto que por la Troncal 5 hay muchos caminantes de vuelta, de quienes se pudiera pensar o decir que “se regresaron”. Sin embargo, la mayoría está llegando con intenciones de irse nuevamente con el resto de sus familiares que dejaron tiempo atrás, y prefieren aplicar el mismo sistema de cuando se fueron por primera vez: caminando y pidiendo cola.

Quienes recuerdan lo que sufrieron saliendo del país, esperan demostrar que su vida mejoró y todo valió la pena. Ya no saldrán caminando, sino en transporte. Por lo tanto, el registro de caminantes que lleva Cáritas no refleja el total de estos, porque hay quienes siguen saliendo a pie y otros toman el bus en el terminal.

Víctimas de las mafias

 

 

Los venezolanos siguen cayendo fácil en la trampa de los mafiosos que les prometen villas y castillos en los países vecinos, porque son artesanos, emprendedores y de diferentes oficios a quienes le pintan el futuro con el que siempre soñaron. El final no es tan feliz y las principales víctimas son tomados en las ciudades del interior del país.

Gabriela Mayer, de Cáritas Barinas, considera que hacen falta más instituciones que alerten a los venezolanos de los riesgos que corren al salir del país en condiciones tan vulnerables, sobre todo si la travesía la hacen caminando.

De los que se ven retornar al país, hay quienes han padecido por la trata de personas y la xenofobia, y como ejemplo están los casos de los que intentaron salir en embarcaciones y no se supo más de ellos, lo que quiere decir que este demoniaco negocio con seres humanos tiene conexiones en Venezuela.

Cáritas en Barinas mantiene puntos de información y atención a los caminantes en La Caramuca (municipio Barinas), El Pagüey (municipio Pedraza), Socopó (municipio Sucre), Santa Bárbara y Punta de Piedras (municipio Zamora), donde los ponen en alerta sobre los riesgos que encontrarán en el camino.