Iglesia de la Unificación, una controvertida religión envuelta en el caso Shinzo Abe

Imagen de archivo de una misa celebrada con motivo del primer aniversario de la muerte del fundador de la Iglesia de la Unificación, Sun Myung Moon. EFE/Jeon Heon-Kyun

 

La Iglesia de la Unificación es una controvertida fe religiosa nacida en Corea del Sur que, tras levantar un emporio empresarial y establecer fundaciones para fomentar el diálogo global apoyadas por destacados políticos de todo el mundo, se ha visto conectada, al menos de manera indirecta, con el asesinato del ex primer ministro nipón Shinzo Abe.

Según la policía nipona, su presunto agresor, Tetsuya Yamagami, decidió atacarle por los supuestos vínculos del mandatario con este credo, aunque la rama nipona del mismo desmintió en la víspera esa relación y afirmó que Abe solo había enviado mensajes de apoyo, algunos en formato vídeo, a organizaciones ligadas a la iglesia.





Sun Myung Moon, nacido en 1920 bajo el nombre de Moon Yong-myung en lo que es hoy Corea del Norte, fundó en Seúl en 1954 la Asociación del Espíritu Santo para la Unificación del Cristianismo Mundial, que en la siguiente década comenzó a expandirse y a abrir templos en otros países como Japón o EE.UU.

Según el reverendo, que afirmaba ser un nuevo mesías, Jesucristo se le había aparecido en su adolescencia y le había pedido que terminara su labor en la tierra, lo que le llevó a cambiarse el nombre a Sun-myung (que podría traducirse por “Luz vivaz”) y a soportar después, por su labor proselitista, casi tres años en un campo de trabajo gestionado por el régimen de Kim Il-sung.

Tras ser liberado por las tropas del comando de la ONU durante la Guerra de Corea, fundó en el Sur su credo, que añade al Antiguo y Nuevo Testamento un tercer texto obra del propio Moon llamado “El principio Divino”.

Este credo pasaría a conocerse popularmente como Iglesia de la Unificación y a ser calificado como “secta” hasta bien entrados los noventa por un amplio abanico de medios de comunicación y religiones mayoritarias.

En los setenta Moon se muda a EE.UU. (ahí extranjerizó su nombre, colocando el apellido detrás del nombre propio), donde el número de seguidores -muchos de los cuales acostumbran a donar a la iglesia importantes sumas- continúa creciendo, incrementando así la presión de las autoridades y la narrativa de que se trata de un “culto destructivo”.

Para cuando un tribunal estadounidense condena al reverendo a año y medio de cárcel en 1982 por evasión fiscal, el movimiento ya es ampliamente conocido en medio mundo por sus bodas multitudinarias, los grupos empresariales y mediáticos que Moon ha fundado o el ferviente anticomunismo que profesan el reverendo y sus seguidores.

Sin embargo, la desintegración de la URSS llevó a la iglesia, que en 1994 se refundó bajo el nombre Federación de Familias por la Paz y la Unificación del Mundo, a suavizar su postura política y a tender la mano a Mijaíl Gorbachov o a la familia Kim (Moon defendió siempre la unificación pacífica de la península y logró establecer una empresa de riesgo compartido que fabricó coches en Corea del Norte).

A partir de aquí la iglesia comienza a fundar cada vez más organizaciones enfocadas en trabajar, a través de una perspectiva ecuménica y multirreligiosa, por la paz mundial (un requisito para culminar la obra inacabada de Jesucristo, según su credo) y que en la mayoría de los casos no tienen ánimo proselitista y están integradas por personas que no profesan el unificacionismo.

El mejor ejemplo de esto es la Federación para la Paz Universal (UPF), organización en cuyos foros han estado presentes, bien de manera física o enviando mensajes de apoyo, todo tipo de políticos, desde Donald Trump a José Manuel Durao Barroso, y también Shinzo Abe.

Según la policía nipona, el antes citado presunto asesino del ex primer ministro eligió a Abe como objetivo debido al resentimiento que guardaba hacia su abuelo, Nobusuke Kishi, al que consideraba responsable de introducir en Japón a la Iglesia de la Unificación.

Se cree también que habría comenzado a planear el ataque contra Abe el pasado septiembre, tras ver un mensaje en vídeo enviado por el exmandatario a un simposio del UPF celebrado en esas fechas.

Yamagami culpa al parecer a la organización de romper su familia después de que su madre se uniera en los noventa y supuestamente realizara una donación que llevó a su hogar a la bancarrota.

Sin embargo, la única relación de Kishi, que también fue primer ministro entre 1957 y 1960, con la iglesia fue aparentemente a través de terceros grupos participados por unificacionistas pero que tenían solo un componente político (principalmente conservador y anticomunista), nunca religioso.

“He visto fotos del abuelo de Abe con el reverendo Moon. Sin embargo, cuando se trata del movimiento unificacionista ‘conexión’ es una palabra delicada”, explica a Efe Massimo Introvigne, experto en esta religión, que subraya que las “conexiones” que mantienen y han mantenido siempre los políticos de renombre han sido de corte político o, en la actualidad, con organizaciones como UFP, pero no con la iglesia.

Tras la muerte de Moon en 2012, la iglesia, que llegó a asegurar en su momento que contaba con tres millones de fieles en todo el mundo, se fraccionó debido a las disputas entre la viuda del reverendo, Ha Jak Han, y varios de los 15 hijos del matrimonio.

La rama japonesa del movimiento original -que aún lidera Han y que sigue manteniendo una doctrina en la que priman la moral conservadora y la familia tradicional- se fundó en 1959 y cuenta actualmente con unos 300.000 fieles en el archipiélago, según la propia iglesia. EFE