El duro final de Everto: el niño indígena mordido por una culebra, ruleteado por media Zulia… y que no logró salvarse

El duro final de Everto: el niño indígena mordido por una culebra, ruleteado por media Zulia… y que no logró salvarse

El duro final de Everto: niño indígena picado por una culebra, ruleteado por media Zulia… y que no logró salvarse

 

 

 





El niño Everto Anane, de 10 años de edad, murió en el estado Zulia por la mordedura de una serpiente “Rabo Amarillo” en la comunidad yukpa, en la Sierra de Perijá. No se le pudo aplicar el suero antiofídico que pudo salvar su vida.

Corresponsalía lapatilla.com

La culebra mordió al infante, miembro de la etnia indígena, el pasado jueves 21 de julio cuando este caminaba por su comunidad. Murió por no recibir la atención médica a tiempo ni el tratamiento adecuado.

Fueron días de tensión y temor para esta comunidad indígena, ubicada en Machiques de Perijá, pues no contaban con los recursos para el traslado del menor a un área urbana.

Fue hasta el sábado 23 de julio cuando pudo llegar hasta el ambulatorio de la comunidad del Tukuko, centro de salud que, según las estadísticas, atiende a 13 mil personas anualmente. Allí no contaban con el suero antiofídico, indispensable para cuando ocurre una eventualidad como esta que compromete la vida de la víctima.

El menor fue trasladado a un hospital en Machiques, donde tampoco había el suero. Fue remitido a Maracaibo, pero las ambulancias de Petróleos de Venezuela ( Pdvsa) no tenían combustible para llevarlo a la ciudad.

Un grupo de jóvenes inició la recolección de dinero para comprar la gasolina y llevar al infante a Maracaibo. Lograron su objetivo, pero pese a ello, el niño murió en el hospital Chiquinquirá de Maracaibo.

Vale recordar que una de las personas que más luchó para conseguir el suero antiofídico fue el Fray Nelson Sandoval, quien murió el 11 de junio como consecuencia del Covid-19.

En Venezuela no hay cifras oficiales actualizadas sobre muertes por mordeduras de serpientes, pero este tipo de incidentes se repiten con frecuencia en la Sierra de Perijá, zona rural de características selváticas donde viven familias indígenas.