Luis Barragán: Nuestra querida Patricia

Luis Barragán: Nuestra querida Patricia

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Vivencia ahora muy poco conocida, por temprana que fuese la militancia política juvenil, asumíamos una suerte de labor de “scout” con los aún más jóvenes. Significaba descubrir, estimular y buscar oportunidades para que se manifestara el talento de otros que pudieran posiblemente dar con una vocación definitiva y todo un proyecto de vida.

Pertenezco a una promoción generacional que lo hizo, porque en su momento también lo hicieron con nosotros; por muchachos que fuésemos, los más adultos no se atrevían a mandarnos a comprar una caja de Belmont: una manera muy venezolana para expresar la relación de respeto que hubo entre quienes se consideraban dirigentes políticos, por jovencitos que fueren. Los había precozmente dispuestos para la organización de las actividades comunes, los esfuerzos de propaganda, o les atraía el debate parlamentario, como ocurrió con el suscrito al integrarse a un grupo que más o menos frecuentaba los palcos de la cámara de diputados, más animada y dinámica que la del senado.

Así, conocimos a una muchacha de dieciséis años que llegó a Caracas para iniciar sus estudios en la UCV y que, después, los prosiguió y culminó en la ULA. Por entonces, ejercíamos la Secretaría Ejecutiva de la Comisión de Medios del Congreso y, si mal no recordamos, también comenzamos a hacerlo con la coordinación nacional de estrategia de la juventud socialcristiana en la que Patricia Cabrera Manfredi nos ayudó tan extraordinariamente.





Muy jovencita, ocupó su tiempo libre en organizar el complejo trabajo, convocar a los responsables de la ciudad capital y del país al trabajo tan deliberativo por su propia naturaleza, en tiempos que no había móviles celulares y ningún otro dispositivo electrónico que facilitara la faena, entre otras iniciativas de naturaleza partidista. Empero, por motivos de salud volvió a Mérida, culminó sus estudios, se especializó y fue una temible litigante en materia laboral, aunque ejerció como juez por algún tiempo, en otra jurisdicción.

Tuvo una profunda preocupación por la suerte del país, así hiciera de la política un oficio. Creemos que aquella breve pasantía por la juventud partidista la marcó, ya que constituía también una escuela de ética y de ciudadanía.

Obsesivamente estudiosa, coincidíamos en el desastre al que llegaron las inspectorías y tribunales del trabajo tan incompatible con lo aprendido en las aulas. Excelente ciudadana, se negaba a cualquier transacción ética con este régimen.

A nuestra querida Patricia, el Señor la ha llamado prematuramente, aunque ya había sobrevivido al Covid-19 aquella primera vez, y pasó de un exitoso ejercicio profesional a la dura etapa de un país que ha sufrido el hundimiento de sus empresas y de sus trabajadores, yendo más abajo con la pandemia. Seguirá siendo nuestra amiga de toda la vida, aquella muchacha seria, bonita y de una rectitud a toda prueba: le llamamos por una vieja costumbre “hija” y, ella, nos llamaba “hijo”.