Larenses agonizan ante un sistema de salud en decadencia

Larenses agonizan ante un sistema de salud en decadencia. Fotos. Yanitza Martínez

 

 

 





 

Miradas perdidas que expresan preocupación, ansiedad y desasosiego. Eso es lo que se puede apreciar en los rostros de decenas de personas que aguardan en las afueras del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda en Barquisimeto (HCUAMP), estado Lara, uno de los principales centros asistenciales de la región Centro Occidental, que también atiende a la población de los estados Yaracuy, Portuguesa y Barinas.

Yanitza Martínez // Corresponsalía lapatilla.com

Ingresar a un paciente a este centro de salud es sinónimo de angustia para un gran número de familias, que hacen “de tripas corazones” para costear la hospitalización de sus familiares en este nosocomio, donde los insumos y las medicinas “brillan por su ausencia”. Los pacientes son sometidos a un sistema de supervivencia que no todos logran ganar.

Mucho alardea el régimen chavista sobre la atención sanitaria pública en el país, pero la realidad interna dentro de este hospital es otra, una realidad que La Patilla pudo conocer y palpar en un recorrido realizado por el centro de salud.

Municipios foráneos dependen de la capital

Este calvario comienza en los municipios foráneos del estado Lara, donde los centros de salud no cuentan con las mínimas condiciones para atender a los enfermos, por lo que la mayoría de ellos terminan siendo ingresados al HCUAMP.

Desde los municipios Torres, Simón Planas, Jiménez, Morán, Crespo y Urdaneta trasladan pacientes hasta Barquisimeto, y los familiares deben resolver como pueden el transporte hasta el hospital. Una vez superado este primer escollo, viene la segunda parte: reza para conseguir una cama en el máximo centro asistencial de la región.

Larenses agonizan ante un sistema de salud en decadencia. Fotos. Yanitza Martínez

 

 

 

 

Llegar a este hospital no le garantiza a nadie que pueda recibir atención inmediata, pues es necesario que la persona prácticamente “esté al borde de la muerte” para lograr ser ingresada; de lo contrario, debe esperar a que se desocupe alguna cama.

Tal es el caso de José Silva, quien llegó hace 15 días a este hospital presentando un derrame pleural y tuvo que esperar al menos 2 horas por una cama en el área de hospitalización de hombres, ubicada en el segundo piso del edificio hospitalario.

Comenta su hija, Carmen Silva, que el suplicio comenzó con el ingreso y posterior a eso, la cobertura de gastos. “Nos piden hasta el adhesivo”, aseguró.

En su testimonio, Silva narra que en tan solo 10 días de estancia en el hospital ya había invertido al menos 1.000 dólares en medicinas, insumos, exámenes de laboratorio, estudios de imágenes y alimentación.

“Esto es a cada rato, hasta el agua debemos traer”, contó a La Patilla, al tiempo en que mencionó que esta área en horas de la noche no cuenta con personal médico de guardia. “Mi papá en una de estas noches sufrió una crisis y tuve que bajar corriendo a la sala de emergencia a buscar un médico”, narró.

Si no tienes dinero, te mueres

Yamilet Lovera, familiar de una paciente que sufrió un accidente de moto, relató que en tan solo cinco días, han gastado cerca de 350 dólares en analgésicos, solución fisiológica, inyectadoras, rayos x, exámenes de laboratorio y, en este caso, todos los insumos requeridos para el yeso. A eso se le suma que ya deben ir preparando y buscando los insumos que se requieren para que su prima sea intervenida quirúrgicamente.

Apuestan a la solidaridad colectiva

Larenses agonizan ante un sistema de salud en decadencia. Fotos. Yanitza Martínez

 

 

 

 

La grave crisis económica que atraviesa Venezuela y la falta de garantía por parte del régimen chavista en cuanto al eficiente funcionamiento del sistema de salud, ha llevado a los ciudadanos a solicitar colaboraciones económicas a través de las redes sociales, así como la realización de rifas que van desde un dólar en adelante para poder hacerle frente a una hospitalización en el HCUAMP de Barquisimeto.

Yohana Hernández, proveniente de Bobare, un sector alejado de la ciudad, se encuentra junto a su familia en el hospital desde hace más de 20 días, luego de que su tía sufriera un derrame cerebral. En su relato, comenta que a diario deben tener al menos 40 dólares para cubrir parte de los gastos.

En el caso de esta familia, así como de muchas otras, han recurrido a la realización de rifas y solicitud de colaboraciones para hacerle frente a la situación. “Tenemos que buscar la manera de subsistir. Aquí debemos pagar hasta por usar el baño”, dijo al referirse que cada vez que acuden a usar el baño ubicado en la parte externa del hospital, deben pagar un bolívar.

Servicios de salud dolarizados

En otrora, el Hospital Central de Barquisimeto tenía activos todos los servicios para la realización de estudios de imágenes, ultrasonidos y laboratorio, pero el “cáncer de la revolución” poco a poco fue acabando con estos, sumándole una preocupación más a los familiares, quienes deben desembolsillar escandalosas cantidades de dinero para la realización de una resonancia, tomografía, radiografía, ecos, electros o cualquier prueba de laboratorio.
En el caso de los exámenes de laboratorio, las pruebas sencillas van desde los 15 dólares en adelante, y las especiales pueden llegar a superar los 100 dólares. Dependiendo de la patología y las condiciones del paciente, estas solicitudes se llevan a cabo casi que a diario.

En cuanto a las imágenes, las resonancias y tomografías se ubican alrededor de los 300 dólares.

Sobre esto, Yohana Hernández comentó que aunque su familiar amerita cuanto antes la realización de una tomografía contrastada, no les queda otra que esperar lograr reunir el dinero.

En medio de la angustiante búsqueda de los recursos para costear los exámenes, son muchos los pacientes, en su mayoría con ACV o derrame cerebral, que fallecen.

El traslado de los pacientes para los centros de salud privados, donde realizan estos estudios, también se convierten en un dolor de cabeza para la gente, por lo que deben acudir a un servicio de ambulancia privado, que puede llegar a costar desde 20 dólares en adelante. El precio variará según la distancia y empresa. Hay traslados que superan los 200 dólares.

“Para hacer un rayos x debemos mover al paciente. Al final la placa nos viene saliendo en 40 dólares, porque hay que incluir el costo del traslado”, indicó Carmen Silva.

Área externa, un mundo paralelo

Muchas son las historias que guardan los espacios externos del Hospital Antonio María Pineda. En las afueras del recinto de salud se pueden observar escenas dramáticas que reflejan la tragedia que significa enfermarse en Venezuela: desde personas llorando abrazándose en el dolor por la pérdida de un ser querido, hasta indigentes que usan el lugar como refugio, o escenas de fuertes discusiones entre quienes aguardan en las afueras del hospital.

La oscuridad y el frío de la noche son los acompañantes de cientos de familiares que respirando una mezcla de malos olores, se apostan en las aceras y en la plaza de la capilla del centro de salud.

Un cartón en el suelo, una silla de extensión o una colchoneta son suficientes para permanecer en vigilia, aguardando por la recuperación de sus parientes y pendientes de cualquier solicitud de medicinas, insumos, estudios y hasta alimentación que pidan los médicos y enfermeras.

Es necesario mencionar que para quienes residen en Barquisimeto, la situación es menos engorrosa, porque pueden ir a sus casas a descansar o a buscar cualquier cosa que necesiten. Entre los familiares también implementan guardias y turnos para no desgastarse físicamente.

Pero la realidad es otra para quienes llegan de municipios foráneos y ciudades como San Felipe, Acarigua, Guanare y Barinas, que improvisan “campamentos” a la intemperie en estos espacios.

Infraestructura en decadencia

Larenses agonizan ante un sistema de salud en decadencia. Fotos. Yanitza Martínez

 

 

 

 

 

En el mes de enero del año 2010, el entonces gobernador de Lara, Henri Falcón, inauguró una sala de espera llamada “Centro de la Esperanza Divina Pastora”, completamente equipada y con las condiciones para que los familiares pudieran pasar la noche, descansar durante el día y hasta bañarse.

Diez años bastaron para que esa sala de espera fuera clausurada por el régimen y las autoridades de salud chavistas de Lara, y desde 2020 cerró sus puertas. En la actualidad, una parte del lugar fue convertido en un “cafetín socialista”, sometiendo de esa forma a los familiares a permanecer de una manera infrahumana en las áreas externas del hospital.

Aunque este recinto de salud ha sido sometido a una serie de reparaciones en algunos servicios, el área de hospitalización sigue mostrando su peor cara.

En el caso del servicio de hospitalización de hombres, donde hay al menos 40 caballeros recluidos, se pudo apreciar cómo parte de los módulos están completamente deteriorados, no cuentan con iluminación y muchos de estos presentan un déficit considerable de camas.

En cuanto a los baños de esta área, existe una sala con varios inodoros para los 40 pacientes y sus familiares. Los mismos se encuentran contaminados y a duras penas funcionan solamente dos pocetas. Esto los obliga a bajar al área externa y pagar un bolívar por hacer uso del baño público.

Así como el servicio de hospitalización, otras áreas del centro de salud hoy fungen como depósitos de chatarras y equipos inservibles.

Una condena a muerte

La desesperación para la gente que vive en carne propia la tragedia de tener a un familiar recluido en el Hospital Central de Barquisimeto, aumenta cuando el paciente amerita estar en el área de cuidados intensivos y trauma shock, debido al déficit marcado de camas.

Este hospital tipo IV que debería tener una capacidad de más de 40 camas en el área UCI, apenas llega a cuatro, y dos camas en el área de trauma shock, a lo que se suma la falta de personal especializado y un gran número de camas inoperativas.
El presidente del Colegio de Médicos del estado Lara, René Rivas, considera esta situación como un retraso en cuanto a la atención del paciente, asegurando que de seis camas dispuestas en el área de cuidados intensivos, solamente cuatro están operativas, mientras que en la sala de trauma shock de emergencia, escasamente están operativas dos camas.

Este servicio demanda la existencia de al menos 70 camas UCI por tratarse de un centro que brinda asistencia a habitantes de estados vecinos, pero la realidad pone de frente a los pacientes con la muerte, quienes en el 95% de los casos no tienen para costear una estadía en cuidados intensivos de una clínica privada, cuyo precio está por el orden de los 3.000 dólares.