Julio Borges: A Fernando Albán, un 8 de octubre

Julio Borges: A Fernando Albán, un 8 de octubre

Photo: Centro de Comunicación Nacional

 

 

 





 

Hace 4 años exactamente caminaba la mañana de un lunes 8 de octubre por las calles de Bogotá y recibí una llamada de mi amigo Juan Miguel Matheus en estado total de alarma. Había llegado el rumor que Fernando Albán se había suicidado en la cárcel. En ese mismo segundo yo tenía la certeza que aquello no podía ser cierto. Fernando no se suicidaría nunca pensé con total seguridad. Se trata de una persona con una enorme convicción de vida y una gran valentía personal. Se trata de quien fuera mi gran amigo y mano derecha e izquierda en la lucha contra la dictadura de Nicolás Maduro. Al cumplirse 4 años de su asesinato, quiero hacer este pequeño homenaje.

JULIO BORGES // LA GRAN ALDEA

Fernando era de esas personas más preocupadas por hacer que por estar hablando. Toda una especie rara en la política. Tenía años dedicado en Primero Justicia a la organización de los gremios profesionales y a su actividad social en Caracas, que consistía en la organización popular a través de comedores y sancochos que desarrollaba con la Parroquia Universitaria de la UCV. Como concejal, empezó a desarrollar una enorme inquietud hacia la fe religiosa y un amor a la Iglesia católica, por ello se dedicó a la Comisión de Cultos de la Cámara Municipal de Caracas. Juntos siempre visitábamos diferentes iglesias de las parroquias de Caracas y hacíamos reuniones en casa de nuestro amigo el Cardenal Jorge Urosa Savino para hablar de todo tipo de temas.

Desde hace más de 10 años nos propusimos la tarea de construir líneas de comunicación y confianza con oficiales de la FANB. Era una labor compleja y lenta. Buscar un vínculo, luego construir muchos pasos de confianza, preparar todas las medidas para hacer reuniones personales, mantener las relaciones y comenzar a trabajar en planes concretos para hacer a la FANB parte del cambio democrático que urge para nuestra Venezuela. En esta tarea artesanal y personal, Fernando era laborioso, dedicado y sistemático. De hilo en hilo fuimos tejiendo una red que durante meses y años fue creciendo fuerte junto con decenas de oficiales. Desde la Guardia de Honor hasta las Regiones de Defensa Integral (Redi) y las Zonas de Defensa Integral (Zodi), pasando por el propio Comando Estratégico Operacional (CEO) y los distintos componentes. Obviamente, para cualquier dirigente político en un país democrático esto hubiera sido una rutina abierta, publica y necesaria para construir fortaleza institucional entre militares y civiles en pro de la sanidad democrática. Pero en dictadura todo lo obvio de la democracia se convierte en el peor de los crímenes.

Es difícil transmitir las horas, días y meses de dedicación, paciencia y riesgo que implica volcarse en esta tarea. Pero Fernando lo hacía con pasión, convicción democrática y un buen humor que nunca lo abandonaba. Todo militar que Fernando cultivó durante una década de trabajo, me consta que lo respetaba y quería como amigo. Rápidamente Fernando lograba pasar del trabajo a la amistad y de la amistad a la ayuda personal de necesidades, o favores que Fernando siempre sabía cómo resolver: un familiar enfermo, un carro accidentado, un cupo en la escuela, una reunión secreta o lo que se presentara. Hoy en día, muchos militares en el exilio, otros activos, otros presos, siempre me saludan sin dejar de recordar al buen amigo Fernando.

De todo este enorme trabajo realizado, quiero dejar varias ideas que son importantes mantener en mente porque debemos seguirlas trabajando: hay que diferenciar tajantemente a la cúpula miliar del resto de la institución. La cúpula militar esta, desafortunadamente, podrida y viciada por la corrupción, el crimen organizado y el poder político. Se trata de una casta que ha traicionado a su juramento, a la Constitución y a la historia. No hay mucho que decir de ellos salvo que son y serán basura histórica. Vergüenza de la institución de Bolívar y los libertadores.

Pero al mismo tiempo, me consta, hay una juventud militar que detesta lo que sucede en su institución y tiene un desprecio radical por sus “jefes” y por lo que representa Maduro en términos de corrupción y de haber abierto la puerta a que otros países decidan nuestro destino: los chulos cubanos, los antioccidentales iraníes, los comunistas chinos o el pseudo imperio ruso. Para cualquier oficial con dignidad, esta mezcla de crimen organizado, corrupción y cipayismo, les revuelve las tripas y los atormenta en la conciencia. Ese germen está allí. No en balde la mayoría de nuestros presos políticos son jóvenes oficiales de la FANB. Este es el otro factor que opera cruelmente: el seguimiento y la persecución de la inteligencia de la dictadura junto a la asesoría de sus países aliados que vergonzosamente encarcelan y torturan bajo la mirada decadente de los “jefes”.

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