Alfredo Maldonado: La Gran Pregunta

Alfredo Maldonado: La Gran Pregunta

Me cuentan que cuando Nicolás Maduro fue a comprobar personalmente el desastre de Tejerías, mientras hablaba para dar ánimos y haciendo las habituales promesas, era insultado por la multitud de damnificados. Eso a mi no me consta, porque ni estaba allí ni vi la transmisión por televisión.

Creo en el olor a muerte porque me lo contó mi hijo, quien acudió con un grupo de voluntarios a las labores de rescate, y tras un día de esfuerzos ésa fue la impresión que trajo, él agotado y yo orgulloso de él.

Pero si vi y escuché por internet el clamor indignado de un damnificado que culpaba, no a la lluvia, sino al régimen que alardea de revolucionario pero que en 23 años de propaganda y represión no ha hecho nada para prevenir los asaltos de las lluvias sino descuidarlo todo. Excepto, dicen, sus propios bolsillos.





Voy a hacer mías las palabras del reconocido periodista Nehomar Hernández, quien preguntaba en uno de sus programas dónde están las obras del régimen que se inauguró con el desastroso deslave de Vargas. Y llamo Vargas al estado porque me niego a aceptar el cambio del nombre de un venezolano ilustre por el capricho de un militar sin más batallas que el apoyo a Chávez.

Preguntaba Hernández por un hospital, una universidad, una autopista, una sola obra que llevase al régimen a la historia aparte de dar uso sangriento y feroz al helicoide que Pérez Jiménez dejó casi enteramente construido. La democracia no supo darle uso, la tiranía sí.

No soy defensor de militares –aunque tuve tres familiares que formaron parte de las Fuerzas Armadas venezolanas, los tres ya muertos envueltos en dignidad- ni de dictadores, pero hay que reconocer que algunos militares han logrado ser tiranos violadores de derechos humanos al mismo tiempo que grandes constructores. Gómez avergonzó nuestra historia con sus desaparecidos y torturados sepultados en sus cárceles, pero fundó la aviación militar –y no estoy seguro si también la civil-, organizó un ejército moderno, llenó el país de carreteras para que los venezolanos pudieran viajar a cualquier lugar sin tener que llevar pasaporte para escalas en países extranjeros, abrió puertas al progreso, organizó la administración del Estado. Todo eso preñado de corrupción y favores a los amigos, pero mucho quedó y sirvió.

Isaías Medina, general de academia, abrió las puertas a la democracia, Marcos Pérez Jiménez construyó un país que todavía aguanta descuidos y abandonos chavistas, la democracia inició y después extendió la obra de Pérez Jiménez.

Tengo edad para recordar aquella Venezuela de tranvías –que eran, reconozcámoslo, una delicia para pasear-, y la enfurecida construcción de un nuevo país, así como la capacidad de la democracia inicial de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni para seguir construyendo la nueva Venezuela mientras enfrentaban, armas en la mano y sin complacencias, insurrecciones y atentados del comunismo y de la derecha.

¿Qué han hecho el chavismo y el madurismo? Una pregunta clave que sólo puede ser respondida con las falsedades de un Presidente sancionado y acusado que engorda y alardea de sí mismo, y de un partido que vive de los dineros oficiales, y que construye edificios mal hechos para algunos de los pobres –si tienen sus credenciales partidistas- y anima a los maestros a formar –tal vez logren el milagro, los caminos de Dios no son previsibles- grandes hombres y grandes mujeres pero a quienes mantiene entre los peor pagados del mundo.

Para más detalles pregúntenle al Gobernador de Carabobo que se exhibió “bañado en mierda” por lo que saltó del agua estancada en un enorme hueco pisado por un auto que, al menos, él mismo reconoció que le tocaba arreglar. Hoy la Venezuela revolucionaria está inundada no tanto por las lluvias sino por la falta de las obras para encauzarlas que este Gobierno lleva 23 años sin hacer. Un Gobierno que sólo trabaja –supongo que es un trabajo- en la preparación del nuevo falso triunfo para que Nicolás Maduro siga manteniéndonos estancados y en fuga.

Pero no olvidemos algo fundamental, quizás Chávez y Maduro tuvieron –y siguen teniendo- respaldo militar, pero llegaron a Miraflores porque la mayoría de los venezolanos votaron por ellos.