Julio Castellanos: Mujer y pobreza

Julio Castellanos: Mujer y pobreza

En días pasados se denunció en los medios de comunicación la entrada de niñas en las instalaciones del Mercado Mayorista del Municipio Libertador a altas horas de la noche, una situación que claramente las expone a la explotación y el comercio sexual. Hemos recibido noticias por parte de los vecinos y comerciantes de la zona que luego de la denuncia los controles de acceso se han extremado para evitar tales prácticas, sin embargo, la prostitución infantil solo puede estar cambiando de escenario, de lugar, de mercado. La solución real para esta situación es el diseño de una política pública que transforme la realidad de la mujer, atacar las causas y no solo las consecuencias.

Las mujeres, niñas y adultas, están mayormente expuestas a la pobreza, a la trata de personas, a la prostitución y la explotación sexual, al maltrato y a la precariedad laboral. Esa realidad, lastimosamente, es vista con desdén por una opinión pública desinformada y sin criterio. Se suele decir cosas como que “la gente es pobre porque no trabaja o porque quiere” y esos no son comentarios dichos en una esquina, son expresiones que escucho de hacedores de políticas públicas, de responsables de gobierno, de legisladores oficialistas, de académicos universitarios y hasta de líderes gremiales. Pues no, datos recientes de la ENCOVI e informes públicos de organizaciones especializadas en la promoción de los derechos humanos dan cuenta de la feminización de la pobreza, es decir, que las limitaciones materiales asociadas a la pobreza multidimensional tienen como víctima a la mujer y a la niña en la mayoría de los casos.

Lo perturbador de la situación descrita es que la feminización de la pobreza, y sus consecuencias, tienen una explicación más cultural que económica. El embarazo no planificado tiene un impacto diferente por sexos, la adolescente embarazada puede ser expulsada del hogar o si permanece allí pierde en muchos casos la posibilidad de continuar sus estudios, el macho preñador (muchas veces alguien que conforme a la legislación venezolana es reo de abuso sexual) con desentenderse del asunto le basta y ni siquiera hay sanción moral por ello. Una madre soltera en la Venezuela actual no cuenta con Hogares de Cuidado Diario que le permitan insertarse en el mercado laboral o continuar su formación académica, muchas veces debe depender de otros para sostenerse o recurrir a trabajos cuya naturaleza esencial es la precariedad, la inexistencia de contratación colectiva y la ausencia de protección social.
La falta de criterio en la opinión pública tiene aquí una de sus faltas habituales, cuando se habla de embarazos no planificados la reacción va desde culpar “a la familia y la pérdida de valores” a hacer chistes crueles sobre no conocer lo qué es un condón. La verdad, lo que dicen los estudios serios al respecto, es que muchas mujeres pobres no tienen el dinero suficiente para proveerse de anticonceptivos, ni para consultas regulares al ginecólogo e incluso no pueden adquirir los insumos pertinentes para sus cuidados menstruales. Estos elementos están interconectados, la madre soltera pobre tiende a “llenarse” de hijos adicionales, de padres distintos (buscando protección alimentaria), porque también la llamada “planificación familiar” es un lujo que no puede pagar. Algunos datos indican la presencia en Venezuela del aborto clandestino y sus consecuencias para la salud de las mujeres se han convertido en una de las primeras causas de muerte entre las venezolanas, esto solo es atribuible a la persistente ceguera del Estado venezolano en mantener restringidos los derechos reproductivos y no despenalizar el aborto.





Alguien podría decir que ya que las mujeres sufren tanto ¿Por qué no lo reclaman? Buena pregunta. De hecho, si lo hacen pero los medios de comunicación no reportan adecuadamente las actividades del movimiento feminista venezolano como quedó demostrado con el blackout informativo a la marcha verde con motivo del Día Internacional del Aborto en Caracas. El que las mujeres reclamen sus derechos es particularmente ofensivo para el poder político en Venezuela, de hecho, solo el 18% de los parlamentarios son mujeres conforme a un diseño electoral esencialmente injusto. Es que incluso, hasta es difícil explicar la naturaleza atroz del feminicidio a personas que se niegan siquiera a aceptar la palabra feminicidio ¿Cómo se puede diseñar políticas con enfoque de género en un contexto semejante?.

Si no hay reconocimiento de la mujer venezolana como sujeto de derechos las consecuencias de la feminización de la pobreza seguirán estando presentes y empeorando. Lo veo a diario en mi municipio, en Tocuyito y Campo Carabobo. Es momento que la agenda feminista no sea solo un asunto de mujeres, los hombres que nos negamos a ser gorilas, espero que seamos mayoría, también debemos colaborar considerando que tenemos madres, esposas, hermanas e hijas. Basta de privilegios, los derechos humanos deben ser para todos.

Julio Castellanos / [email protected] / @rockypolitica