Enrique Prieto Silva: la necesaria educación para la paz

Enrique Prieto Silva: la necesaria educación para la paz

El 13 diciembre de 2019 dijimos en artículo intitulado “Educación para la Paz”, que era necesaria una  propuesta educativa orientada a la educación para la paz, entendiendo que en todo caso, el fin que se persigue con la convivencia humana es lograr o mantener la paz, considerando que es la situación normal de toda sociedad inmersa en cualquier sistema de gobierno y con cualquier sistema político que utilice. Lo propusimos, cuando veíamos lo que hoy persiste en los venezolanos, la necesidad de enfocar el tema de la educación hacia la búsqueda de la paz, en la creencia que tenemos como fin necesario para enfrentar el futuro por venir luego de la transición y del cambio en la avizorada nueva democracia.

Hoy escuchamos un audio de Andrés Oppenheimer, conocido analista de CNN en Español y editor para América Latina de The Miami Herald, quien encontró un vaso comunicante entre los países cuyas economías crecen a un ritmo superior a las latinoamericanas, pese a sus divergencias ideológicas; aprecia en unos de ellos dictaduras de derecha, en otros, democracias de izquierda, o viceversa, pero todos demuestran una humildad que raya en una “paranoia constructiva”, y enfocan sus esfuerzos en el futuro. Se preguntó: ¿Qué tienen en común Singapur, India, China, Finlandia, Corea del Sur?; en su respuesta comprende varias cosas, pero resalta dos que considera esenciales: una reducción de la pobreza vertiginosa, y una “obsesión nacional con la educación”; una casi similitud, pero que no ve en ellas coincidencia, resaltando el gran esfuerzo por la educación, que en nuestro caso venezolano tenemos que acercarnos a la apreciación que muchos hacen de considerar que en Venezuela, la educación ha colapsado, aunque tenemos que resaltar, que después del intento democrático pasado de que han denominado “Cuarta República” tuvimos un enfoque aparente de ideario revolucionario en la educación con los planes Andrés bello y Gran mariscal de Ayacucho.

 Se ha dicho, que el colapso de la educación en Venezuela ha sido fenomenal, un colapso como pocas veces se ha visto en otras partes del mundo, teniendo en cuenta, que han ampliado la cobertura, cosa que según los analistas es muy buena, pero a costa de un desmoronamiento absoluto de la calidad educativa. En este sentido se ha dicho que “se están regalando diplomas para cumplir cuotas, pero que es una receta para la miseria absoluta, porque estos jóvenes a los que les regalan un título difícilmente van a obtener un empleo que no sea un empleo público. Y si consiguen un empleo público, van a estar a merced de esos diplomados que estudiaron durante 4 años en una universidad bolivariana, donde les enseñaron recetas económicas que dejaron de existir hace un siglo.”





Esta práctica docente nos invita a releer el artículo “Educar para la civilidad y el desarrollo” del periodista Juan José Peralta, del cual, en su oportunidad destacamos aspectos que consideramos importantes y relevantes en esa nueva educación que avizoramos, tales como que: “El populismo es una enfermedad del subdesarrollo… herencia judeo cristiana de los descubridores… El populismo se nutre de la ignorancia de los pueblos… como dijo Simón Bolívar «moral y luces son nuestras primeras necesidades», que siguen siendo una necesidad de educar  para la civilidad y el desarrollo”. Y comprendemos, como dijimos antes, que Chávez secundado por su régimen ha sido el más populista de todos los gobernantes venezolanos conocidos, con quienes han terminado -sus populismos- en feroces dictaduras, y mejor diríamos “erráticos gobiernos de ignorantes para incrédulos gobernados”. Aquí, en bien institucional para el país y para el rediseño de nuestra Fuerza Armada, nos vemos en la obligación de hacer entender a los colegas militares, que nuestra profesión no es de libre ejercicio, que su profesionalización se hace por el interés del militar que sienta el orgullo profesional, pero que la institución se fundamenta en los tres pilares conocidos y recalcados, la subordinación, la obediencia que son el fundamento de la disciplina, valor fundamental y necesario para lograr el sacrifico en la guerra. 

Deben entender los integrantes de la FAN, que conforme al artículo 25 de la Constitución, cuando ordenen o ejecuten actos que violen o menoscaben derechos garantizados por ella, incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, y no pueden alegar cumplimiento de órdenes superiores para eludir esa responsabilidad, como muchos ignorantes militares lo creen. Como se ha visto en aquellos que incursionan en la política subversiva, en actuaciones de inteligencia o la perversa contrainteligencia usando la tortura militar y policial, donde algunos que creen hacer valer su disciplina cumpliendo órdenes arbitrarias. Muchos no han entendido que los militares deben estar en sus actividades cuartelarias y de orden abierto o cerrado. Entender que su formación es para el mando militar fundamentado en acciones bélicas donde es necesario obedecer en la jerarquía del mando; aunque muchos creer que el cargo policial o el mando político le es compatible, de donde surge el equívoco  del ejercicio del cargo público en contradicción con el mando civil sobre el militar, necesario en un sistema democrático.

En esa educación que referimos, debemos incluir la educación militar donde se enseña al militar la necesidad del mando y la obediencia, que erróneamente algunos creen que es una enseñanza para gobernar. Obviamente, creen que en política toda orden del líder se debe cumplir como la orden militar, creen que la expresión de Clausewihtz sobre el entendido de la política y la guerra da cabida al militar para insurgir cuando se presente una dudosa diatriba política; no entienden la necesidad del diálogo, la discusión de ideas, el disenso y para el acuerdo. Lamentablemente, después de cuarenta años de democracia civilista, por errores en la educación política mal interpretada por algunos militares, apareció la insurgencia de Chávez con el fatídico y frustrado evento del 4F y así estamos desde 1999. A decir del análisis sociopolítico medular sobre los gobierno militares: “los militares enamoran al pueblo con ofertas engañosas que terminan con las instituciones; cultivan el nepotismo y la corrupción. Los pueblos latinoamericanos tenemos una cultura militarista y en los años 30, 40 y 50 del pasado siglo XX, los Estados Unidos apoyaron las dictaduras militares en el continente para prevenir el comunismo y hubo gobiernos de fuerza en casi toda Latinoamérica.”

Todo esto concuerda con nuestra propuesta de “Educación para la Paz”, toda vez que las dos ideas fluyen en un mismo sentido: la ignominia esplendorosa que impuso Chávez, un personaje vil ejemplo del militar y excelso impulsor del antimilitarismo, que por ignorancia, hasta creyó haber logrado el poder por las armas y gobernó con ellas, en contra del sentido de paz que es contrario al belicismo innato en el militar. 

Así, cuando abordamos el tema de la educación para la paz, aprovechamos el análisis de las observaciones obtenidas de la práctica programática y participativa, tanto en la planificación como en el ejercicio operativo profesional, para comprobar que en Venezuela, la educación especial necesaria para la emergencia nacional que se origina cuando la paz es alterada o resquebrajada por actos de violencia tanto internos como externos, y que ponen en peligro la estabilidad del sistema de gobierno, el libre ejercicio de los poderes de la República y limita, suspende o elimina el ejercicio ciudadano de sus derechos; adolece de estar desintegrada y no tener una orientación definida hacia la unidad nacional, por cuanto a la fecha, los sistemas educativos son preparados como individualidades específicas y autónomas, sin una orientación sistémica y concurrente, que permitan su integración para actuar in so facto en caso de ocurrir la emergencia natural o nacional, sin alarmas y sin traumas que transmuten los hechos y las acciones en crisis; más grave aún, que la tenue educación existente al respecto, es además de dispersa, fuera de sentido e integración real para dar al ciudadano la seguridad requerida para enfrentar la situación de crisis.

Igualmente, hemos también entendido, que en Venezuela, la educación relativa para lograr y mantener la paz solo se aplica en institutos especializados militares para la seguridad externa y en institutos para la seguridad interna, que se han hecho incompatibles con los conceptos y normas constitucionales, al extremo de crear las situaciones críticas de inseguridad que ha hecho crisis en el país. Tanto más grave es, que no existe la educación especial para la seguridad ciudadana, sino que se han programado actos, algunos absurdos llamados “educación premilitar”, que lo que han hecho es tergiversar la idea de las funciones de los militares, que no son los únicos responsables de la seguridad del Estado y paradójicamente, institucionalmente no tienen competencia en la seguridad ciudadana.

En este sentido, hemos querido resaltar, que imbuidos en el contenido del pensamiento pacifista de las organizaciones internacionales, que involucran como elemento importante y necesario el uso de la educación para lograr su objetivo pacifista, publicamos nuestra idea programática en la obra “Educación para la paz” antes mencionada, que relacionamos didacticamente con la guerra, el que sirve a su vez de material bibliográfico de estas disciplinas concomitantes estudiadas desde hace mucho tiempo, pero que la mayoría de las veces se les malentiende o malinterpreta, confundiendo su razón existencial, su vinculación y antagonismo, que es el sustrato de lo que podemos entender y tratar en cualquier estudio que hagamos de ellos. En fin, todo un interludio en esa gran composición contenida en la educación para la seguridad ciudadana, en el que desarrollamos con las tres concomitantes que ineludiblemente intervienen en la relación del proceso de la educación para la paz: educación, conflicto y paz; tratando los intríngulis del conflicto con su forma más violenta: la guerra, lo que nos permite entender los límites de la violencia, y con su teoría, conocer cuál ha sido el desvío del tratamiento de las alteraciones del orden público en Venezuela, y con nuestra idea, también entender y complementar el programa para la paz de la Organizaciones de los Estados Americanos, (OEA), tal como lo planteamos.

En esta propuesta de “Educación para la Paz”, progragamos una educación con contenido esencial y didáctico que instruya y sirva de formación ciudadana para evitar la guerra y promover la paz. No debe ser una educación bélica, sino una educación especial para la emergencia nacional que se origina cuando la paz es alterada o resquebrajada por actos de violencia, internos o externos que ponen en peligro la estabilidad del sistema de gobierno, el libre ejercicio de los poderes de la República y limita, suspende o elimina el ejercicio ciudadano de sus derechos. Una educación efectiva complementaria en la formación ciudadana para la seguridad y la defensa, y para enfrentar las situaciones de emergencia nacional originada de alteraciones sociales de orden público o por desastres naturales.

@Enriqueprietos