Buenas y malas noticias, por Marta de la Vega @martadelavegav

Una magnífica noticia es el Premio Cervantes 2022 para el poeta de alcance universal y venezolano de nacimiento, Rafael Cadenas. Otra buena noticia, en la lógica democrática que nos empeñamos en afianzar para reconstruir la institucionalización del país, rescatar el Estado de derecho y edificar una unidad de propósito contra la dictadura usurpadora e ilegítima de Maduro, es haber logrado un reglamento para la elección primaria de un candidato que aglutine la mayoría de las fuerzas democráticas, para enfrentar en las elecciones presidenciales de 2024 al candidato del oficialismo. También es buena noticia haber conformado una Comisión Electoral integrada por personas independientes, probas y destacadas en sus respectivos campos profesionales, cuya honorabilidad no puede ser puesta en duda, para articular y organizar dicho proceso electoral. Pese a las críticas por falta de transparencia en su selección, su escogencia se produjo después de un proceso suficientemente amplio, democrático y participativo, con una amplia consulta para postulaciones en la que participaron todas las organizaciones de la sociedad civil; luego hubo un proceso muy completo de consultas que abarcó todas las organizaciones políticas del campo democrático.

La función de la Comisión Electoral busca ir más allá de sus fines inmediatos. En palabras de su presidente, Jesús María Casal, en el discurso de instalación, “la primaria debe ser una experiencia democrática”, que “ilustre el sistema que queremos construir”. Fue claro al enunciar la meta común de este calificado grupo de venezolanos: “Tenemos que acumular todas las bondades de los períodos democráticos que hemos vivido y corregir los errores cometidos para poner los cimientos de una institucionalidad resistente a desviaciones populistas o autoritarias”. Significa que no basta restaurar la democracia sino sobre todo delinear cuál es el tipo de democracia que es deseable afianzar mediante el cambio político que esperamos lograr para superar la tiranía usurpadora y todas sus secuelas. Por eso, afirma: “salvar a Venezuela de la devastación institucional y social es también una tarea perentoria, aun cuando el horizonte sea nebuloso”. Esperamos que este esfuerzo abra la esperanza de “que ensanchemos juntos el campo de lo posible” y despierte la motivación de todos los electores, más allá del desaliento, el pesimismo o la resignación.

Una mala noticia es que en la reunión de París convocada por el presidente E. Macron, llamada “Foro para la paz”, con los representantes de la Plataforma Democrática y la comitiva del régimen madurista, en presencia de tres presidentes de la república, no se haya concretado la fecha del reinicio de las negociaciones en México, suspendidas abruptamente por los personeros del oficialismo madurista. Otra mala noticia es la tentativa del presidente Petro de hacer condonar las sanciones, que no son contra  Venezuela sino contra los funcionarios del régimen tiránico comprobadamente corruptos o responsables de lavado de activos o de dinero y de vínculos con el narcotráfico; o peor, el presidente de Colombia pretende “normalizar” la  presencia de Maduro en el escenario internacional, a pesar de haber sido comprobada su responsabilidad en la perpetración de crímenes de lesa humanidad, al igual que otros funcionarios de alto rango en la cadena de mando de la camarilla militar civil que domina las instituciones venezolanas y por cuya captura hay millonarias recompensas en dólares, como son los casos de Nicolás Maduro o Diosdado Cabello.





Otra mala noticia es el resultado de la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (ENCOVI 2022) elaborada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, en cuatro rubros que queremos resaltar. El 90% de los venezolanos padece a diario severas fallas de acceso a agua potable, gas doméstico, electricidad e internet; es decir, se mantiene el colapso de los servicios públicos. A pesar de un leve descenso en los índices de pobreza, se evidencia una mayor desigualdad social; a 8 de cada 10 venezolanos les es imposible cubrir el costo de la canasta básica de bienes y servicios. En cuanto a la prestación de servicios públicos para la salud, ha disminuido en 70% y la atención en dichos centros se ha encarecido: 13% más caras las consultas en ambulatorios y CDI; en hospitales 16%, y en el 65% de los casos atendidos con medicinas recetadas, las personas atendidas tuvieron que comprarlos todos, pese a la obligación estatal del suministro de los medicamentos. 

Pero la peor noticia se refiere a la crisis del sistema educativo. No solo por la pandemia, la suspensión de las actividades escolares no recibió la debida atención del Estado para mitigar sus efectos, sino que casi la mitad de la población de 3 a 5 años permanece excluida de la educación inicial y son los sectores más vulnerables los que sufren más esta exclusión, porque la oferta pública es limitada y la privada es muy costosa. Todas las deficiencias graves en la educación han tenido un efecto desastroso en los individuos y en el tejido social, que se traduce en anomia moral y en la preeminencia de los instintos más elementales por ignorancia o por desviaciones psicológicas de individuos sin ninguna contención ética, que generan violencia, destrucción emocional y muerte. El resultado es trágico. Proliferan los casos de violaciones y abusos sexuales de menores; varios bebés de dos años o menos en distintas regiones del país, abatidos a golpes, amarrados y torturados hasta su asesinato, para que no se hicieran encima sus necesidades o para que dejaran de llorar ¿Hasta dónde va a llegar la degradación y la perversidad de los hábitos a las que conducen las omisiones del Estado de sus obligaciones constitucionales, las fallas en los hogares y la falta de educación, en especial para los más pobres y desasistidos?