Julio Borges habla sobre el proceso de negociación en México

Julio Borges 

Si alguien puede hablar con propiedad de lo que significa encarar un proceso de negociación con el régimen de Nicolás Maduro, es precisamente Julio Borges. El dirigente político de Primero Justicia estuvo en primera fila en la negociación de 2017 en la República Dominicana cuando decidió no firmar el acuerdo con la dictadura por considerarlo indigno y una estafa que buscaba legitimar las elecciones fraudulentas de mayo 2018.

Borges advierte sobre las líneas rojas que no puede cruzar la delegación de la oposición venezolana, asegurando que cualquier acuerdo debe estar a la altura de las expectativas de la población y de la fuerza que ha acumulado la alternativa democrática durante estos años de lucha. Sin titubeos, el dirigente de la tolda amarilla señala que la dinámica de la negociación de México debe cambiar para llevar a Maduro a un terreno donde necesariamente deba ceder en términos de garantías políticas y derechos humanos.

¿Cuáles son las diferencias que existen entre este proceso de negociación y los anteriores?





Este proceso de negociación tiene una gran ventaja con relación a los anteriores, porque se ha construido toda una presión que antes no existía. Se ha construido una conciencia internacional sobre la existencia de una dictadura en Venezuela, sobre las violaciones de derechos humanos y sobre la necesidad de democracia para aliviar el sufrimiento de los venezolanos. Hay un apoyo decidido de Estados Unidos al tema de la negociación que antes no existía. Todos estos elementos nos colocan frente a una oportunidad única para que los derechos humanos y las elecciones competitivas regresen a Venezuela. En tal sentido, viendo el escenario que tenemos, no podemos no permitir que todo lo que hemos construido corra sin ningún costo para la dictadura. En otras palabras, no se puede pedir o firmar algo que no esté a la altura de lo que se ha construido, de la fuerza que hemos aglutinado y de lo que espera el pueblo venezolano.

¿Qué valoración tiene del proceso de negociación de México hasta ahora?

Este es un momento en el que se está reiniciando la negociación, luego de que Maduro decidiera levantarse de la mesa como forma de protesta por la extradición de su testaferro, Alex Saab. En este restablecimiento del proceso de México, hay elementos que se deben revisar. Por ejemplo, que la señora esposa de Alex Saab, un corrupto que robó a los venezolanos, esté en la mesa de diálogo o el mismo caso de la liberación de los sobrinos de Maduro, que fue un caso donde no se pidió ninguna contraprestación a cambio de la liberación de unos personajes que le han hecho daño al país. Era algo que ameritaba un precio muy palpable por la significación que tenía. Debió tener un costo político mayor para Maduro. No se puede juzgar el proceso por la foto de hoy, pero es claro que la dinámica que se ha impuesto hasta el momento debe cambiar. La dinámica no puede ser Maduro recibe todo y no entrega nada a cambio. Bajo esta dinámica, la dictadura se estabiliza y los venezolanos prolongan su agonía. Esto ha sido la dinámica hasta ahora, pero confío en que hay la inteligencia y la estrategia para cambiar esta dinámica en los próximos pasos donde se inicia la negociación política que es el centro de todo este proceso.

¿Cómo evalúa el desempeño de la delegación venezolana?

La delegación ha hecho un buen trabajo. Pero hay oportunidades de mejora. El caso que recién comentaba de las concesiones sin contraprestación en lo político es una. El caso de la comunicación, por ejemplo, es otra. La delegación no se está comunicando bien, hay silencios que no contribuyen a crear una atmosfera de credibilidad y confianza. Hay que diferenciar lo que significa fijar posición sobre temas que son inherentes a la negociación y la negociación propiamente dicha.  Una cosa es protestar por cosas que no están bien, como el caso de la presencia de la esposa de Alex Saab en la mesa de negociación; y otra cosa muy distinta es que no sigas negociando. Me explico mejor, cuando suceden cosas como lo de la esposa de Alex Saab, y no dices absolutamente nada, sino que guardas silencio, al final es como que tú estuvieras de acuerdo con eso. Lo de la esposa de este señor Saab debe ser rechazado categóricamente por nuestra delegación. No es una cuestión de que, cómo dijo el jefe de la delegación, en nuestras filas también hay gente que no es potable para la contraparte. Es una cuestión de principios. Esta señora es extranjera, esposa de un mafioso y también está acusada de graves delitos en Italia. Protestar públicamente por esto no excluye que tu sigas negociando. Son caminos complementarios, que Maduro busca que sean antagónicos. Precisamente, el régimen quiere que el silencio se imponga, para ellos adueñarse de la narrativa y confundir al país con respecto a los pasos que se están dando. Eso debemos corregirlo.

¿Cuál es su opinión sobre el acuerdo social suscrito en México?

El descongelamiento de los fondos le quita la excusa a Maduro de que no hay dinero en un país donde se están dando los lujos más suntuosos del mundo. Vivimos una especie de burbuja, gente conectada al régimen importando vehículos de alta gama, comprándose ostentosas casas en la playa, tienen aviones…Hay dinero para todo eso, menos para la gente. Venezuela estaba destrozada y la gente estaba comiendo basura antes de las sanciones.

En todo caso es una gran prueba de fuego para Maduro que esos recursos lleguen al venezolano de a pie que está pasando penurias y no terminen en manos de corruptos o se usen para propaganda política. Sin duda que la presencia de la ONU como administrador de los fondos es algo que nos genera confianza, pero la dictadura tiene que poner de su parte.

¿Cómo percibes el rol de la comunidad internacional en este proceso, específicamente el caso de Colombia?

Existe una oportunidad de oro para los gobiernos de la izquierda democrática de América Latina. A los presidentes Petro y AMLO les llegó la hora de pasar de la retórica y la poesía para demostrarle al mundo su compromiso con la democracia y los derechos humanos. Lo mismo queda para el presidente Lula que ha dicho que es importante que en el país haya alternabilidad en el poder. Llegó la hora de que todo el mundo presione hacia una misma dirección que lleve necesariamente a la democracia en Venezuela. Hay que internalizar de una vez por todas que el conflicto venezolano no es un asunto de derecha o izquierda, es un tema de democracia y derechos humanos. Es un tema de un país que merece vivir en libertad, con dignidad y oportunidades de progreso para todos por igual. Un país que merece algo distinto al infierno que tenemos hoy, el cual ha obligado a más de 7 millones de venezolanos a huir de Venezuela… Por eso, insisto en que los presidentes de izquierda tienen que demostrar que no están atrapados en la telaraña de Maduro, que en el caso de Colombia tiene que ver con la negociación ELN, el tema de la frontera y la seguridad. Aquí es necesario entender que una Venezuela democrática es lo mejor para ese futuro promisorio de América Latina.

¿Qué tiene que pasar para que la delegación firme un acuerdo de negociación con el régimen y que tiene que pasar para que no se firme, como hiciste tú en República Dominicana?

En la medida en que hay condiciones electorales competitivas, derechos humanos, transparencia en el manejo de los recursos y cese de persecución, eso vale la pena firmar con las dos manos. Ahora, firmar un acuerdo donde las condiciones electorales no sean las que estableció la Misión de la Unión Europea el año pasado, no tiene sentido. Firmar algo que no garantiza que la dictadura va a seguir engordando la cifra de presos políticos, no tiene sentido. Entregarse, firmar con miedo, o firmar algo que no es digno del pueblo venezolano, es el peor favor que se le puede hacer al país. Por eso la delegación tiene que comunicar mejor para que el país apoye cualquiera que sea la decisión que la delegación firme, porque al final se está yendo allí en representación de los venezolanos y sus derechos constitucionales. Confío en que la delegación tenga la sensatez para saber cual es la línea clara entre algo que vale la pena suscribir y algo que no vale la pena suscribir porque es un retroceso.

Hay personas que piensan que, si no se alcanza el acuerdo, se pierde otra oportunidad para encontrar una solución a la crisis política y social; y, por tanto, pierde el país entero porque se impondrá el estatus quo. ¿Qué opina sobre eso?

Creo que a veces es mejor no claudicar a nuestros valores que firmar algo que en definitiva no nos va a llevar a ningún lado. En República Dominicana nosotros nos mantuvimos firme frente a las presiones de la dictadura y de algunas personas que querían firmar. Al final, como el país sabe, no firmamos porque lo que establecía el acuerdo no era compatible con nuestras peticiones de elecciones libres y democráticas. La historia nos dio la razón. No avalamos aquella pantomima y lo que vino después fue el desconocimiento internacional de Maduro y el reconocimiento de nuestra lucha. Eso precisamente fue lo que abrió el capítulo del reconocimiento mundial a la Asamblea Nacional como los últimos vestigios de democracia en Venezuela. Pero también fue lo que dio pie al reconocimiento de los crímenes de Lesa Humanidad por parte de la CPI, a toda la presión internacional contra la dictadura e incluso a este proceso de México. Toda esta fuerza que hemos construido no podemos perderla.

Yo creo que hay que intentar este camino de México y poner todas nuestras energías en tratar de lograr un acuerdo digno, pero estoy seguro de que, si no se logra, no será por responsabilidad de la oposición. Será porque nuevamente Maduro le cerrará la puerta a una solución política. Ahora, nos toca crear un escenario donde para Maduro tenga un costo político altísimo no permitir un acuerdo que establezcan las condiciones electorales y los derechos humanos, que Maduro y su círculo sepan que no caminar hacia una solución va a conducir a un escenario de mayor presión.