Luis Barragán: A lo sumo, la pildorización del ser y saber

Luis Barragán: A lo sumo, la pildorización del ser y saber

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Presumimos una relación inversa entre la brecha digital y la brecha de los impresos, pero ocurre que, en los países tecnológicamente más avanzados, cada vez más se cierra una y otra, mientras que, en Venezuela, cada vez más ambas se ensanchan. Vale decir, nuestra interconectividad está vedada a las grandes mayorías de la población, mientras que el libro y el mercado editorial es prácticamente inexistente.

La realización de una Feria del Libro, como la de la Universidad Católica Andrés Bello, constituye una buena noticia. Modesta, como obviamente ha de ser en la sociedad de iletrados a la que aspira el régimen, exhibió los títulos fundamentales que conforman ese elenco de “novedades” que la realidad económica y social nos permite. Una experiencia diferente a las ferias de depósito, kilométricamente propagandísticas, que habitúa el minpopo de Cultura al recordar que deben cumplir con un mandato burocrático: simular que existe.

A propósito de una reciente conferencia del profesor Luis Daniel Perrone, en el marco del consabido diplomado de la Fundación Rómulo Betancourt que hazañosamente está en pie, recordamos lo referido por la escuela histórica, teórica y metodológica llamada de la lectura. Caló profundo el mensaje independentista en la Venezuela a la que le restaba nueve décadas del siglo XIX por delante, a pesar de una población literal y predominantemente analfabeta, gracias a la atención colectiva a los pocos lectores que había, a la intensa propaganda política de las canciones de agitación, a los comentarios de pulpería y plaza pública, o, en definitiva, a la poderosa antena de una emisora de difícil represión como radio-bemba.





Salvando las distancias, todavía necesitamos de la urgida reinstalación de la antena y no sólo porque padezcamos el presente régimen, sino por el inmenso analfabetismo funcional que sufrimos gracias a ese proceso de simplificación que jura suplantar el pensamiento, conformado por las redes digitales, cuando se tiene el privilegio de alguna señal. Todo dentro de la aplicación, nada fuera de ella, es la consigna de aquellos extraordinariamente condicionados por las imágenes y los sonidos de una mensajería simplista y reiterada, únicamente variada por los atractivos motivos gráficos que consagran el pretendido derecho a no leer individualmente más allá de determinados caracteres, convertido el docente en el solitario lector que píldoriza el conocimiento: unos miligramos de más, intoxica a sus oyentes con el discurso de una mínima racionalidad.

Precisamente, todavía no comprendemos que las universidades constituyen las trincheras iniciales de resistencia a favor de la lectura liberadora que está en desigual lucha con los dispositivos electrónicos, llamado todo el país a hacer lo propio para impedir el hundimiento mismo de las ideas de libertad, democracia, republicanismo, justicia, solidaridad. La entera disposición de leer, o de escuchar a quien lo haga, dibuja un paso importantísimo para afrontar el facilismo, la simplicidad y el maniqueísmo en boga. Valga la coletilla, si los muchachos no se asomaron en masa a los toldos de la Católica, saben que están y estuvieron ahí para estimular el sentimiento del aula en la Venezuela que la está perdiendo.