Médicos refugiados venezolanos apuestan a una nueva vida en Orlando

Médicos refugiados venezolanos apuestan a una nueva vida en Orlando

Ricardo Arria es un veterano cardiólogo venezolano con más de 50 años de experiancia. Vino a Florida buscando seguridad para él y su familia, pero no puede ejercer como médico pues sus credenciales no son reconocidas en Estados Unidos. (José Javier Pérez / El Sentinel Orlando)

 

Luego de más de 50 años de una exitosa carrera médica como cardiólogo en Venezuela, el médico Ricardo Arria no puede borrar de su mente el día que vio a su compadre una tarde en un banco de Caracas, día en que, más tarde, fue secuestrado junto a su esposa.

Por Orlando Sentinel 





“Los encontraron en la noche muertos pues no pudieron sacarle dinero. Era una época donde estaban ocurriendo muchos secuestros en Caracas y al ver que a alguien tan cercano le había ocurrido eso decidí que tenía que irme, dejarlo todo, pues estaba paranoico”, dijo Arria a El Sentinel Orlando.

“Así no se podía vivir, con ese miedo a que te pasara lo mismo a ti o a tu familia. Económicamente no estaba mal. Tenía mi consultorio. A veces, cuando terminaba mi día y salía del consultorio, gente se me quedaba mirando y yo salía con dinero pues a esa hora los bancos estaban cerrados y en Caracas los pacientes acostumbran a pagar en efectivo”, narró el médico.

Arria contaba su testimonio en un aparte con este diario mientras tomaba un adiestramiento en las instalaciones de la Iglesia Episcopal Jesús de Nazaret en Orlando. Junto a él, estaban otros médicos y de diferentes profesiones, todos de Venezuela, todos refugiados que llegaron desde ese país buscando un lugar seguro para ellos y su familia.

Grupo de médicos y otros profesionales venezolanos que toman talleres y adiestramientos en la Iglesia Episcopal Jesús de Nazaret en Orlando. (José Javier Pérez / El Sentinel Orlando)

 

En ese proceso de dejarlo todo para vivir en paz, estos médicos no solamente perdieron su país, sus casas, su entorno y -algunos- sus familias. Perdieron su profesión pues en Estados Unidos no pueden ejercer.

“Como cardiólogo con 50 años de experiencia, mi preparación acá no es considerada”, dijo Arria.

“A veces, cuando voy al médico a atenderme, o cuando paso por un hospital o un área donde hay clínicas me da mucha nostalgia y deseos de volver a ejercer, pero aquí en Estados Unidos la equivalencia para los médicos del extranjero es muy complicada y demasiado costosa. Puede costarte miles y miles de dólares, y aun si pagas eso, no tienes la garantía de que vas a pasar los exámenes, a pesar de la falta que hacen médicos que hablen español y que tengan calidad humana”, dijo.

El taller que tomaba Arria lo ofrecía la doctora Virginia Brown. Brown, nació y se crio en Venezuela, pero su caso es un poco diferente. Su padre era norteamericano y laboraba en la industria petrolera. Eso la hizo ciudadana americana.

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