En el caso de tomar algún tipo de antidepresivo, lo mejor será pensarlo dos veces, pues además de disminuir el efecto del fármaco, en algunos casos podría generarse un sentimiento de melancolía.
Por infobae.com
Uno de los momentos estelares de la cena navideña es el tradicional brindis, instante ideal para expresar los mejores deseos a familiares y amigos, sin embargo, en muchos casos surge la duda de los efectos que puede traer el consumo de alcohol mientras una persona se encuentra bajo un tratamiento médico.
Ahora, en cuanto al consumo de bebidas alcohólicas de manera paralela a la toma de medicamentos, existen algunas recomendaciones para no vivir un mal momento en tan importantes fechas navideñas.
De acuerdo con información del Instituto Nacional de Abuso del alcohol y Alcoholismo de Estados Unidos, la mezcla de bebidas embriagantes con medicamento puede ocasionar desde la disminución de su acción médica, en el mejor de los casos, no obstante, podrían presentarse algunas hemorragias internas, o efectos diversos como náuseas, dolor de cabeza, vómito, o letargo. Por ello, insistimos en no manejar después de beber, pues los sentidos de la persona no estarán alerta.
Dependiendo de la sustancia que contenga el medicamento, los efectos podrían variar, pero lo más probable es que se anule la acción terapéutica del medicamento, y en casos más severos, convertirlo en tóxico para el cuerpo.
Nizatidina, Metoclopramida, Loratadine, Clonazepam, Diazepam, Naproxeno, Diclofenaco, Ibuprofeno, Enalapril, y otras más.
Lo importante en cada caso lo más importante es leer la etiqueta del envase del medicamento para conocer cuál es su fórmula y hacer más fácil la consulta con un médico cercano.
La toma de antidepresivos y el consumo de alcohol
Sarah Ramsay Andrews, psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, dijo en entrevista a New York Times qué tan seguro es beber alcohol cuando se están tomando antidepresivos.
Los fármacos ISRS —como el citalopram (Celexa), la sertralina (Zoloft) y el escitalopram (Lexapro)— son el tipo de antidepresivos que se prescriben con mayor frecuencia. Por lo general, se usan para tratar la depresión y también pueden ser eficaces para otros padecimientos como la ansiedad, el trastorno obsesivo compulsivo, algunas fobias e incluso el trastorno disfórico premenstrual. Su función es aumentar los niveles de la sustancia química llamada serotonina del cerebro —la cual se cree que tiene una influencia, entre otras cosas, sobre el estado de ánimo y las emociones— al impedir que se suprima después de transportar mensajes en el cerebro.
“Si el paciente bebe mucho, el antidepresivo no funcionará con tanta eficacia”, mencionó Andrews.
La combinación de los ISRS con el alcohol también puede aumentar los efectos secundarios del fármaco e intensificar algunas sensaciones como la somnolencia, la fatiga o los mareos, añadió Andrews. “He tenido pacientes que afirman que, al tomar una copa, se sienten como si hubieran tomado dos. Tal vez sea mayor el efecto que produce el alcohol, pero no el de esa euforia agradable, sino más bien el de sentirse decaído y melancólico”.