Retro VIDEO: el día que un Concorde aterrizó en Maiquetía e ilusionó a toda Venezuela

Retro VIDEO: el día que un Concorde aterrizó en Maiquetía e ilusionó a toda Venezuela

En 1976 aterrizó el Concorde en Maiquetía. Foto: Cortesía

 

 

El 17 de diciembre de 1976 el fastuoso e imposible avión de Air France, el Concorde, el avión supersónico de pasajeros, aterrizó en el aeropuerto internacional de Maiquetía en medio de un suspenso que podía cortarse con hojillas, en muchas manos se desgranaban rosarios.





Por Federico Ortega Díaz | Turismo Estéreo

El Concorde, aquel portento de la aviación que rompía la barrera del sonido, duplicaba la barrera del sonido (Mach2), y volaba a 2.179 kilómetros por hora, era lo más sonado, lo que estaba en el tapete sobre otras invenciones y situaciones que conmovían al mundo para aquellos años, y el Concorde vendría para Venezuela, total, era la Venezuela Saudita donde cualquiera con un sueldo mínimo comía lomito todas las semanas.

Y si Venezuela estaba sonando, pues Venezuela también era un destino para el Concorde, los entendidos no se daban por sorprendidos, pero el pueblo llano, la esencia del país, apenas supo que la impresionante nave supersónica vendría al aeropuerto de Maiquetía encendió la máquina de fabricar mitos.

 

En horas de la mañana del 17 de diciembre se escuchó en la radio y la televisión que el Concorde estaba a minutos de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, nadie respiraba, muchas manos volaron entre la frente, el pecho y la boca haciendo una rápida señal de la cruz.

Aún no se veía el avión, todas las miradas fijas hacia el oeste, buscando sobre Tacoa, pero se escuchaba un rumor sordo que vibraba en los estómagos. Por fin apareció aquella aguja voladora, elegante, espacial, tripa sideral y astronáutica ante los miles de espectadores.

El estruendo fue fenomenal, inmediatamente gritaron los “entendidos”, ¡Te vacilaste, ya rompió la barrera del sonido!, y claro, el Concorde no rompió la barrera del sonido en ese momento pero, quién va a quitarle la ilusión a nadie.

Todos se quedaron para verlo despegar, porque había que disfrutar el espectáculo completo y ver cómo “volvía a romper la barrera del sonido”, el Concorde despegó, todos volvieron a aplaudir y gritar, y bueno, eso parecía ser todo.

Ninguno de los temores y desastres anunciados sucedieron, salvo alguna ventana que vibró más de la cuenta y otras que sí estallaron (nunca dijeron que estas ventanas estaban ya estrelladas o mal colocadas), pero de resto sólo quedó el orgullo de haber recibido en el país al avión más icónico de la historia de la aviación comercial.

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