El drama de las gemelas argentinas Leila y Alana, “una quería ser Iván”

El drama de las gemelas argentinas Leila y Alana, “una quería ser Iván”

Múltiples velas encendidas, un ramo de rosas y un cartel que resume el dolor de un pueblo: «Te has ganado el cielo, pequeña. Descansa en Paz». A primera hora de la mañana, el municipio de Sallent (Barcelona) despertaba todavía desgarrado por la tragedia ocurrida la tarde del martes. Dos hermanas gemelas de doce años, Alana y Leila, se precipitaron desde el balcón del segundo piso de la calle Estación. Una perdió la vida al instante y la otra fue traslada grave al Hospital Parc Taulí. Los hechos sucedían a las cuatro de la tarde.

Por abc.es





Al cierre de esta edición, todo parece indicar que se trató de un suicidio, pues según avanzó el diario local ‘Regió 7’ fueron encontradas en el interior de la vivienda dos cartas de las niñas que podrían indicar que el salto fue voluntario. De inmediato se sucedieron las especulaciones. En este sentido, desde el departamento de Educación de la Generalitat se salió al paso y se quiso descartar desde primera hora que se tratase de un problema de ‘bullying‘, asegurando que el motivo que llevó a las niñas a saltar podría encontrarse en problemas en el entorno social y familiar.

Una hipótesis que cuestionaron los numerosos testimonios recogidos por este diario durante toda la jornada de ayer en Sallent y que también indignó a familiares y vecinos de las hermanas, que entre gritos y lamentos aseguraban que la Generalitat está mirando hacia otro lado y que «se trata al cien por cien de un caso de acoso» en el entorno escolar de las jóvenes.

El mismo Ayuntamiento de Sallent –un municipio de 6.000 habitantes, ubicado en la comarca del Bages, centro geográfico de Cataluña, a unos 10 kilómetros de Manresa–, se sumaba a la tesis de descartar la hipótesis del ‘bullying’, asegurando en una nota hecha pública por la tarde que, como se apuntaba desde los servicios territoriales de Educación, «no contemplan» la posibilidad de un caso de acoso escolar.

La misma consejería señaló que las dos chicas recibían atención psicológica en su centro educativo y seguimiento especial por parte de una educadora por su situación «familiar y social». El departamento añadió que las jóvenes estaban siendo atendidas y recibían seguimiento por parte de los servicios sociales del Ayuntamiento de Sallent.

Todas las hipótesis abiertas

Frente a quienes descartaban la posibilidad de que se produjese una situción de acoso, los Mossos d’Esquadra indicaron a este diario que ninguna hipótesis es descartable y que todavía se valoran todos los escenarios, cuestionando las «filtraciones» que parecían querer descargar la hipotética responsabilidad del centro educativo.

En el vecindario todo el mundo parecía tenerlo claro: el acoso existía, aunque es verdad que algún vecino también aseguraba que una teoría no descarta la otra, y que un entorno familiar desestructurado es perfectamente compatible con el ‘bullying’ que según la mayoría de las personas consultadas sufrían las muchachas.

«En este pueblo si eres nuevo no te aceptan»

Una de las vecinas de la familia, de hecho, aseguraba a ABC que las niñas llevaban mucho tiempo recibiendo acoso en el colegio. Los padres de las menores, explica, se habían dirigido en múltiples ocasiones a la dirección del centro para quejarse de la situación, ya que las pequeñas regresaban muchos días «fastidiadas» a casa. Preguntada por el posible ‘bullying’ en clase que podría haber causado su salto voluntario, la misma vecina, cuya identidad prefirió no revelar, explicó que era algo generalizado, y que «en este pueblo si eres nuevo, o extranjero, no te aceptan».

El cambio de género de Alana

Lo mismo opinaban multitud de jóvenes de la localidad, que a la salida del instituto donde las menores cursaban primero de la ESO, el Llobregat de Sallent, explicaban a este diario que era un secreto a voces en el centro que las hermanas tenían problemas en clase y que Alana, la joven que perdió la vida, era bastante más temperamental que la otra, lo que la guiaba a menudo a buscarse problemas con otros alumnos.

Las burlas se intensificaron, según explicaron varios de ellos a este diario, cuando después de dejarse el pelo corto, manifestó en el instituto que quería someterse a un cambio de género, y quería que la llamasen por su nuevo nombre, Iván. Ni fuentes de la investigación ni la familia directa confirman esta información.

Alumnos de un curso superior al de las menores explicaban, también a la salida del centro, que el ‘bullying’ contra las dos hermanas era algo generalizado –a diferencia de lo que sostiene el departamento de Educación–. «Se reían de ellas por su acento y la identidad sexual de Alana», apunta B., uno de los chicos, que recordaba que en numerosas ocasiones los profesores del centro cambiaban a las dos hermanas de patio (del de primero y cuarto de la ESO al de tercero y segundo) para evitar problemas con otros alumnos.

«Las acosaba un grupo numeroso»

«Era un grupo numeroso el que las acosaba, instigado sobre todo por tres chavales, que las llamaban ‘las argentinas’ y se reían de ellas por el acento», relata una compañera de B., frente al puente viejo de la localidad, que atraviesa el rio Llobregat en una bucólica estampa. «Las chicas tenían alguna otra amiga, pero en general se las consideraba conflictivas, y siempre que algo sucedía estaban ellas involucradas», explicaba la menor, abatida, como todo el alumnado, por el drama del día anterior.

Este grupo de estudiantes salía cabizbajo del instituto, después de una durísima jornada enlutada por la tragedia. «Los profesores hoy nos han reunido a todos y han estado explicándonos la situación», apuntaba el mismo alumno, que reconocía que múltiples estudiantes del curso de las hermanas aseguran haberlas visto esta semana «especialmente relajadas», como tranquilas, y que se especula en el colegio que era algo preparado y que llegaron a despedirse de una compañera.

Altar improvisado

En el pueblo, ayer por por la mañana no se hablaba de otra cosa, y en las marquesinas de autobús y bancos de las plazas todo el mundo analizaba los hechos con rostro impasible y encogidos de hombros. No había un alma en ninguna plaza y la persiana de la cafetería Zero, donde trabaja la madre de las menores, estaba bajada. Cerca de la vivienda familiar, Kevin, primo de las hermanas, explicaba a este diario que los progenitores iban a pasar el día en el Hospital Parc Taulí, de Sabadell, donde Leila todavía se encuentra ingresada.

Sumidos en el dolor, jóvenes amigos de la familia montaban guardia cerca de la puerta del domicilio y vigilaban que todo el mundo guardase respeto y nadie incordiase a los allegados. Algún insulto dirigido a los curiosos enrarecía el ambiente de la calle, de por sí tranquila, donde únicamente destacaba la peña barcelonista de la localidad y un club ciclista; los dos cerrados.

Con la salida de los alumnos de los colegios, la calle donde las dos hermanas tomaron la fatal decisión comenzó a llenarse de gente, en lo que fue una casi espontánea demostración de luto y recuerdo. El improvisado altar ante la puerta del domicilio fue llenándose de mensajes y postales dedicadas a ambas chicas. Ya nada volverá a ser igual en Sallent, la pequeña localidad en la que Alana perdió la vida a los doce años tras arrojarse junto a su hermana al vacío.