El desconocido (y “pervertido”) origen de la muñeca Barbie

El desconocido (y “pervertido”) origen de la muñeca Barbie

 

Durante muchos años, la muñeca Barbie ha sido el prototipo ideal de la mujer estadounidense. Se le conoce tanto por su buena apariencia y su extenso guardarropa como por su impresionante lista de profesiones. Sin embargo, los orígenes de Barbie no son tan inocentes, ni estadounidenses, como se cree.





Por Gaceta de Madrid

En 1956, Ruth Handler y su hija Barbara viajaron a Suiza para darse unas vacaciones. Allí, a Barbara le gustó una muñeca alemana llamada Lilli. Handler decidió llevarse tres de las muñecas a casa con ella, donde trató de presentar una idea similar a su esposo y socio comercial, un cofundador de la empresa de juguetes Mattel, Inc.

La idea dio resultados. En 1959, la versión de Mattel de Lilli, llamada Barbie, se mostraba en los estantes y se comercializaba para niñas pequeñas. Pero la predecesora de Barbie tenía una historia de fondo mucho más madura (y atrevida).

En 1952, el dibujante Reinhard Beuthien creó por primera vez el personaje de Lilli para llenar un espacio vacío en el tabloide alemán Bild-Zeitung. Beuthien convirtió a Lilli en una gatita sexual: desinhibida, ingeniosa e independiente. Se mantenía a sí misma como secretaria, pero a menudo salía con hombres mayores por su dinero.

La Barbie original (izquierda), comparada con Bild Lilli. Imágenes: Cortesía.

 

En una historieta, Lilli aparece desnuda excepto por el periódico para cubrir su cuerpo, y le dice a un amigo: “Tuvimos una pelea y él se llevó todos los regalos que me dio”.

En otra, Lilli usa un bikini mientras un policía le dice que un atuendo de dos piezas tan revelador ha sido prohibido, a lo que ella bromea: “Ah, y en tu opinión, ¿qué parte debería quitarme?”.

Lilli se convirtió en una sensación en Alemania. Según la revista Time, era tan popular que las tabaquerías, bares y «tiendas de juguetes para adultos» comenzaron a vender una versión de muñeca de plástico de ella.

Historietas de Bild Lilli de la década de 1950. Imagen: Cortesía.

 

Esta muñeca Bild Lilli era una rubia platinada, un bombón de ojos azules con grandes pechos. Llevaba lápiz labial rojo y delineador de ojos azul. Sus pies estaban moldeados en tacones de aguja negros y tenía las cejas arqueadas y ojos sensuales que miraban con picardía.

La muñeca personificaba los omnipresentes ideales masculinos de la belleza y el encanto femeninos, elaborada para emular los objetos de la vida real de los deseos de los hombres.

Pero las chicas jóvenes también codiciaban a Bild Lilli. Para sacar provecho de este mercado floreciente, los fabricantes pronto vendieron muebles y casas de muñecas para Bild Lilli por separado.

Muñeca Bild Lilli en 1955. Foto: Cortesía.

 

Así entonces, Ruth Handler vio en Bild Lilli una oportunidad. Después de presentarle la muñeca a Mattel, Handler hizo algunas modificaciones leves, como darle a la muñeca pies reales y quitarle los pendientes.

Poco después Handler debutó con su creación, a la que llamó Barbie (un hipocorístico del nombre de su hija), en la American International Toy Fair de 1959. La Barbie original compartía casi todos sus atributos físicos con su contraparte alemana. De hecho, los ojos de Barbie, como los de Bild Lilli, se hicieron para mirar hacia un lado y no se modificaron para mirar hacia adelante hasta 1971.

Sin embargo, reproducir a Bild Lilli no sería tan fácil como pensaba Mattel. En 1961, Greiner & Hauser, el fabricante de Bild Lilli, demandó a Mattel por infringir su patente revolucionaria para la articulación de la cadera de su muñeca. Los abogados llegaron a un acuerdo extrajudicial dos años después, y en 1964 Mattel compró los derechos de autor y las patentes de Bild Lilli.

Ruth Handler, creadora de Barbie. Foto: Cortesía.

 

Desde ese momento, Mattel se adueñó del pequeño y «sucio» secreto del origen de Barbie y lo enterró lo más profundo posible. Aún así, cuando Barbie ascendió a la cima del mundo de los juguetes, la muñeca favorita de Estados Unidos generó sus propias controversias.

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