Pedro Vicente Castro Guillén: Las humanidades en un país en quiebra

Pedro Vicente Castro Guillén: Las humanidades en un país en quiebra

Pedro Vicente Castro Guillen @pedrovcastrog

Cuando un país petrolero se hunde de manera inaudita en la más profunda debacle, casi todos piensan que las causas son predominantemente económicas. Sin embargo, la verdadera causa, causa final Aristóteles dixit, es que tal cosa sólo puede producirse cuando la cultura se derrumba estrepitosamente. Digámoslo de manera sencilla: el deterioro económico y el deterioro cultural forman un circuito perverso.

A qué me refiero. La crisis económica que comenzó en los años 80 del siglo pasado fue deshaciendo el apego de la ciudadanía por la democracia, una democracia sin demócratas (esto, por supuesto, incluye a los partidos políticos). Este es el mayor daño que pudo resultar de dos décadas de desaciertos políticos, económicos y sociales de la crisis de la deuda pública, que condujo a la expresión más ominosa del daño cultural, aumentos progresivos de la pobreza y la pobreza extrema.

La cultura que se manifiesta en la literatura, el arte, la historia, la filosofía, la subjetividad (Psi), el lenguaje, la comunicación social, libros y bibliotecas, entre otros, resulta imprescindible para su recuperación y, en consecuencia, para la reconstrucción democrática. De ahí la importancia de las humanidades.





En el mundo actual son requerimientos ineludibles aquellas formas de educar que den prioridad a las formas de pensar, escribir y comunicar: formar para comprender las ideas. Estas manifestaciones se instauran como una posibilidad para interactuar con diversas formas de pensamiento, diferentes culturas; entender los mundos que hacen posible la negociación y, de esta manera, poder abrirse a espacios globalizados. La Inteligencia Artificial en su uso productivo y cultural es inviable sin las habilidades comprensivas antes señaladas.

Por ello, en un país en quiebra como Venezuela, la recuperación de la cultura sólo se puede lograr con las humanidades, porque son sus disciplinas las que pueden guiar la recuperación democrática y crear un nuevo sistema de objetivos nacionales para el siglo XXI. Esto sería una manera viable para profesionalizar a los estudiantes que deben asumir los nuevos puestos de trabajo, de manera que alcancen criterios firmes para hacer sostenible a la democracia venezolana en este siglo. 

Es el reto que asumiré para la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, en este proceso que se realizará este año de cambio de equipos decanales. Un desafío ineludible con nuestra comunidad y el país. Venezuela debe recuperar el alto nivel cultural que detentó cuando era vanguardia para América Latina: vitrina de la alta cultura que aún nos representa en los ámbitos de la música, del teatro, de las letras, de la historia y de la filosofía. La democracia venezolana debe ser una conquista de la cultura —de sus humanidades—, porque si se piensa en ella únicamente en términos económicos, estaríamos promoviendo un sistema frágil. Es decir, la democracia debe ser el resultado equilibrado entre crecimiento económico y desarrollo cultural.