Luis Barragán: Embasurados

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Paralizando sus servicios, París ha sido escenario de las muy airadas protestas contra la reforma del régimen de pensiones impuesta por vía ejecutiva, utilizando un atajo constitucional para evadir la deliberación parlamentaria y la negociación que probablemente hubiese suscitado, aunque el escándalo en justicia fue inevitable. Un amigo que, en broma y en serio, dice que “allá, hasta la basura huele bien”, nos envía una gráfica de la última entrega de la edición internacional de Newsweek, en la que aparecen impecablemente ordenadas las grandes bolsas, mientras acá no logramos describir suficientemente la sensación de impotencia e indignación que generan nuestros desperdicios urbanos (por ejemplo, https://apuntaje.blogspot.com/2023/03/inspeccion-ocular-la-basura-caraquena.html).

En la ciudad capital, predomina el paisaje de una literal y permanente descomposición con las esperadas consecuencias psicológicas que llevan a la resignación. La basura y su relacionamiento social y económico, enfatiza en un desorden característico del régimen que ejemplificamos en la Caracas histórica y sus parroquias antiguamente conocidas como foráneas, mientras que la Caracas mirandina, aparentemente impecable, la recolección comporta un costo desproporcionado, rayano en la extorsión que, entendemos, gozan las elevadísimas tarifas de un subsidio municipal.

Resultan inútil el embolsamiento que los vecinos, comerciantes, etc., financian con el absoluto irrespeto de un Estado que no impide el descuartizamiento diario y sistemático de los residuos de toda índole, añadidos los hospitalarios. El mismo Estado que ha provocado y consagrado el inédito asalto de las inmundicias como un medio de supervivencia en el que compiten desesperadamente las personas y los perros, o que es indiferente ante la constitución de pandillas propietarias de las porquerías negadas a los más débiles todavía.





La metrópoli del deterioro infinito, donde no existe el más modesto cesto de asura, por siempre está al borde de un brote o una epidemia, esperando por las lluvias para multiplicar los contagios. Por cierto, castigados triplemente los recolectores del aseo urbano a los que les pagan un miserable salarios, desprotegidos socialmente y que no contaron con un tapabocas ni siquiera en los días picos del Covid-19; no les garantizan los implementos necesarios y, cuando emplearon una bandera nacional para hacer su trabajo, varios fueron hechos presos en nombre de la patria implacable; y, por supuesto, los denunciantes jamás se pasearon por una verdad irrefutable: la devoción y los otros sentimientos hacia el tricolor se aprende en la casa y en la escuela, pero elevaron la condena de aquellos que nunca tuvieron un hogar y ninguna escolaridad. Hecho en socialismo, pues.

Nos preocupa que la basura, basurización y basuridad de la ciudad, no se haga una efectiva, decisiva y pujante demanda política de saneamiento ambiental y de responsabilidad del Estado. Lo peor, perdamos la memoria de más de veinte años embasurados por hábito.