Luis Eduardo Martínez: Burocratización de la democracia y el salvajismo del siglo XXI

El humanismo surgió como movimiento filosófico en Europa en los siglos XIV y XV. Los pensadores humanistas rescataron conceptos de la antigüedad clásica y reenfocaron la experiencia humana, de una dominada por Dios, a una dominada por el individuo y sus capacidades. Fue el humanismo el que permitió el avance de las ciencias y la razón humana, por encima de una experiencia basada exclusivamente en la religión. La modernidad fue construida gracias al desarrollo científico que produjo el humanismo. El liberalismo es un legado del humanismo. Es decir, la democracia y su arquitectura liberal son parte de la genealogía del humanismo, e incluso los movimientos progresistas.

Sin embargo, cuando ocurren hechos como la muerte de más de 40 migrantes en la estación del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, o cuando vemos que líderes de las Américas celebran las detenciones masivas de presuntos pandilleros en El Salvador, o peor aún, que EE.UU. auspicia una Cumbre por la Democracia junto a aliados de Rusia, debemos cuestionar si el movimiento filosófico que domina nuestras sociedades hoy, guarda alguna relación con el humanismo o es una perversión del valor humano o la moral que podemos producir a partir de la razón.

Incendio en Juárez





El 28 de marzo más de 40 migrantes murieron en un incendio en el sótano de la estación del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez. En total eran 68 los que permanecían detenidos en el edificio. Las investigaciones sobre lo sucedido apenas inician, pero ya hay informaciones ciertas preocupantes.

En primer lugar debemos tener presente que 28 guatemaltecos, 13 hondureños, 13 venezolanos, 12 salvadoreños, un ecuatoriano y un colombiano terminaron detenidos en el sótano de un centro migratorio en la ciudad mexicana de Juárez. Es decir, estos 68 migrantes, estas 68 personas de 6 países latinoamericanos, escogieron racionalmente abandonar sus hogares y embarcarse en una travesía odiseica hacia EE.UU., …hacia un mejor futuro. Si pretendemos ser beneficiarios del legado humanista, también debemos tener presente el valor de estas 68 personas, su potencial y sus capacidades racionales para vivir en sociedad y construir paradigmas morales.

Una de las conclusiones preliminares de la investigación es muy preocupante, y es que el siniestro que causó la muerte de los más de 40 migrantes fue iniciado por los mismos detenidos. Los migrantes presuntamente incendiaron colchones en protesta por su inminente traslado y posterior deportación a sus países de origen. Los hechos y la narración de los mismos son verdaderamente alarmantes. Por ejemplo, estos detalles los divulgó el mismo presidente mexicano, Manuel López Obrador, en su mañanera del día del trágico incidente. El presidente responsabilizó a los migrantes por lo ocurrido. A pesar de que en los videos de las cámaras de seguridad de la estación se evidencia que los funcionarios del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez no facilitaron el rescate de los migrantes. Y, en vez de bestializar a los migrantes, como lo hizo el presidente mexicano, imaginemos que en el universo racional de estos 28 guatemaltecos, 13 hondureños, 13 venezolanos, 12 salvadoreños, un ecuatorianos y un colombiano, incendiar colchones en forma de protesta era preferible a retornar a sus países de origen. Y en este ejercicio de empatía debería sorprendernos que para más de 2,7 millones de latinoamericanos en 2022 migrar a pie hacia EE.UU. y terminar detenidos en un país extranjero era preferible a permanecer en sus países de origen. Migrante es un adjetivo, pero… ¿estamos seguros de que el sujeto tácito en nuestras mentes es apreciado como un humano?

Estado de excepción

El 27 de marzo se cumplió un año del inicio del estado de emergencia en El Salvador. Fue hace un año que, tras un fin de semana con más de 80 homicidios a nivel nacional, el presidente Nayib Bukele solicitó al congreso que aprobara un estado de emergencia por 30 días, para reducir los niveles de violencia en el país. Ese decreto fue extendido 12 veces desde 2022.

En cifras, el Gobierno de El Salvador detuvo en un año a más de 66 mil personas. Un 2% de la población del país. De esas 66 mil personas, un 90% fue detenido sin una orden judicial ni debido proceso y el 90% aún no ha visto a un juez, a pesar de permanecer recluidos indefinidamente. De esos más de 66 mil detenidos, 52 mil fueron apresados en los primeros 6 meses del estado de emergencia, cuando el sistema penitenciario solo tenía una capacidad para 30 mil personas (capacidad que ya estaba abarrotada en numerosos centros penales antes del inicio de las detenciones masivas). Al menos 102 murieron bajo custodia y sin explicaciones de las autoridades. Nuevamente, si pretendemos pertenecer al legado del humanismo, existen violaciones de derechos humanos claras en las matemáticas del asunto. La falta de derechos constitucionales, el hacinamiento, el desprecio por la vida de los detenidos, es patente. Un grupo de personas que representa el 2% de la población y que además representa también una tribu minoritaria (presuntamente criminal) está siendo detenida sin justificación y enjaulada como ganado.

Y en las matemáticas del asunto es aún más preocupante saber que el 80% de los salvadoreños aplaude estas medidas. Y que en la región se vea como un ejemplo a seguir para reducir la violencia que tanto acribilla a nuestras sociedades. La reelección de Nayib Bukele en 2024 parece inevitable. Al igual que luce inevitable un desastre social. La violencia y la criminalidad no son la causa, sino la manifestación más explícita de un problema social. El crimen y la violencia en El Salvador, según ejercicios de racionalidad, provienen de la inequidad, falta de oportunidades laborales, estado de derecho débil, educación deficiente, etc. Haber apresado a 66 mil hombres, un 2% de la población, es sembrar el resentimiento de decenas de miles de familias y exacerbar la precariedad en miles de hogares. Sin un verdadero plan de gobierno, El Salvador se convertirá en una bomba de tiempo.

Segunda cumbre por la democracia

En el marco de estos escenarios y acontecimientos de la realidad hispanoamericana, la potencia hemisférica liderada desde Washington, que en el pasado fue referencia en temas de democracia y libertad, auspició este 29 y 30 de marzo la segunda Cumbre por la Democracia. Una cumbre que a simple vista rebosa de vanidad e hipocresía. De los más de 100 jefes de Estado invitados a participar de la cumbre virtual, al menos 7 votaron en contra de condenar la invasión rusa de Ucrania y al menos 15 de esos países son catalogados como no libres, según Freedom House.

El presidente Joe Biden inició su participación en la cumbre comprometiendo $690 millones en defensa de la democracia a nivel mundial. Diluyendo así más no solo el valor del dólar, con sus exorbitantes dispensas fiscales como paliativo para todos los problemas, sino también diluyendo ideológicamente lo que EE.UU. representa en el mundo. Luce evidente, y parece a todas luces, que la administración de Joe Biden ha elegido una y otra vez negociar con tiranos y que la democracia está subordinada a las necesidades electorales de mantenerse en el poder.

Los mal llamados liberales y progresistas de hoy, en su afán de poder y tergiversación ideológica, han bestializado al individuo. Simultáneamente promueven presuntas libertades antinatura y al mismo tiempo deshumanizan a aquellos que reaccionen con indignación o que no se conformen con las categorías de la burocratización del poder.

Existe una arrogancia ideológica de algunos de nuestros líderes que creen que el poder no está limitado a las reglas naturales (entre ellas la razón derivada de la realidad material, no la realidad emocionalmente percibida). Es una evidente arrogancia y perversión del humanismo, liberalismo y progresismo creer poder diseñar a la sociedad como si tuviésemos las capacidades para diseñar o quirúrgicamente intervenir la naturaleza humana. Hannah Arendt nos advirtió hace cinco décadas de la violencia que vivimos hoy. “Cuanto mayor sea la burocratización de la vida pública, mayor será la atracción de la violencia. En una burocracia plenamente desarrollada no queda nadie con quien discutir, a quien presentar quejas, sobre quien ejercer las presiones del poder. La burocracia es la forma de gobierno en la que todo el mundo está privado de la libertad política, del poder de actuar; porque el gobierno de nadie no es no-gobierno, y donde todos son igualmente impotentes tenemos una tiranía sin tirano”.

El mundo natural tiene límites y el valor humano nace de su uso de la razón en relación a su entorno. Pretender un infinito de realidades virtuales (en oposición a las materiales) no es una expresión libre del humano, es robarlo de su definición natural. Es robarle al individuo su humanidad y reducirlo a sus impulsos emocionales, controlados por una tiranía de burocracias. En México fueron unos migrantes que “decidieron quemarse”, y en El Salvador pues “más de 66 mil pandilleros merecen ser apresados”. Y según Biden, es lógico y prodemocracia negociar con Nicolás Maduro. ¡Bienvenidos al salvajismo del siglo XXI!