A 55 años del crimen de Martin Luther King, el hombre que sabía que iba a morir de forma violenta

A 55 años del crimen de Martin Luther King, el hombre que sabía que iba a morir de forma violenta

Martin Luther King pronuncia su famoso discurso “Tengo un sueño” frente al Monumento a Lincoln durante la Marcha de la Libertad en Washington en 1963

 

El 4 de abril de 1968 un hombre blanco asesinó a este luchador contra la segregación racial. Su último discurso en Memphis que funcionó como un testamento. Cómo fueron sus últimas horas desde su llegada a Memphis y su último acto público. El misterio sobre la autoría intelectual del atentado

Debe haber sospechado que lo iban a matar. Su último discurso público es, casi, un anticipo de su muerte, un testamento dicho con la certeza perturbadora de su final inminente. Lo pronunció el 3 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, en aquellos Estados Unidos sacudidos y carcomidos por la discriminación racial contra la que Martin Luther King luchaba sin cuartel. Habló ante un grupo de obreros de la recolección de residuos, en huelga por mejoras sociales, por mejores salarios, por una vida más digna.





Por Infobae

Esa tarde, King dijo a aquellos hombres que si bien amaba vivir una vida larga, estaba preparado para lo que podía ocurrirle porque: “¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!”. Al día siguiente, a las seis y un minuto de la tarde, yacía derrumbado en el balcón que daba a la calle de su habitación 306 del Hotel Lorraine: la bala de punta blanda de un rifle Remington calibre 30.06, disparado desde muy cerca le había atravesado el mentón, destrozado la mandíbula inferior, los músculos del cuello y, finalmente, desgarrado la médula espinal. Una hora después, a las siete y cinco de la tarde, un forense lo declaró muerto en el Hospital St. Joseph de Memphis.

Luther King, preparado para morir

El cuerpo de King el 8 de abril de 1968 durante su funeral. Su esposa, Coretta, encabezó una marcha silenciosa de 50.000 personas por las calles de Memphis antes de pronunciar un discurso televisado (AP)

 

Es curioso, pero los líderes políticos conviven con la idea de que pueden morir asesinados. Es un riesgo asumido. Por lo menos lo era en aquellos años y lo fue al menos hasta el asesinato en 1995 del primer ministro israelí Isaac Rabin, que había intuido su destino, como lo había intuido antes el primer ministro egipcio, Anwar El Sadat, asesinado en 1981. También es curioso que Rabin y Sadat, como Luther King, habían sido galardonados con el Nobel de la Paz.

El 21 de noviembre de 1963, el entonces presidente de Estados Unidos, John Kennedy, dijo a los agentes del servicio secreto que velaban por su seguridad que ese día podía haber sido muy fácil matarlo: “Cualquier tipo con un rifle con mira telescópica pudo hacerlo”, dijo. Al día siguiente estaba muerto, la cabeza destrozada por un fuego cruzado que barrió la Plaza Dealey, en Dallas, Texas. El 5 de junio de 1968, dos meses después del asesinato de King, Robert “Bobby” Kennedy, hermano de John, dijo a los suyos horas antes de la convención del partido Demócrata reunida en el Hotel Ambassador de Los Ángeles: “Allí afuera acabo de ver a los dos tipos que me van a matar”. Antes de las doce de la noche, yacía en el piso de la cocina del hotel, baleado en la cabeza. Murió en la madrugada del 6.

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