Tiros, drogas y violencia machista: el regreso de Charlie Sheen, el actor que nunca fue cancelado

Tiros, drogas y violencia machista: el regreso de Charlie Sheen, el actor que nunca fue cancelado

Charlie tenía 18 años cuando debutó como Sheen en el thriller de terror Grizzly II: El Depredador (1983), y al año siguiente participó en Rojo Atardecer, con Patrick Swayze y Jennifer Grey (Grosby Group)

 

Nunca hubo dudas: Carlos Irwin Estevez nació en Nueva York el 3 de septiembre de 1965 en una familia de actores y con el destino marcado, sería actor como sus padres y sus hermanos. El menor de los hijos varones de Martin Sheen (Ramón Estevez) y Janet Templeton (también conocida como Janet Sheen), apareció por primera vez en cámara –aunque sin créditos– a los 9 años en el drama épico La ejecución del soldado Slovik (1975), protagonizado por su padre.

Por infobae.com





La familia, de ascendencia española e irlandesa, se había mudado a Malibú, California, después del éxito del patriarca en Broadway con la obra The subject was the roses, justo después de la llegada de Charlie. En la secundaria de Santa Monica, él y su hermano Emilio conocieron a Robert Downey Jr, Sean Penn y Rob Lowe y pronto formaron una especie de pandilla unida por la pasión común por el cine. Los cuatro actuaban y filmaban películas en Súper 8 cuando Charlie fue expulsado por bajas notas y pésima asistencia, a semanas de graduarse.

No fue un problema. El ya sabía lo que quería hacer de su vida y además para entonces su padre ya era un actor de prestigio cuyo apellido abría puertas. Y a diferencia de Emilio y sus hermanos Ramón y Reneé (la menor de la familia), él estaba dispuesto a usarlo.

El padre de Sheen explicó varias veces el origen de su nombre: es una combinación entre el del director de casting de la CBS, Robert Dale Martin, que le dio su primer trabajo importante, y el obispo Fulton J. Sheen, un cura católico que predicaba en la radio y la televisión hasta fines de los 60. “Como hispano, mi nombre generaba dudas cada vez que llamaba por un trabajo y hasta para alquilar una casa, entonces pensé que ya tenía demasiados problemas buscando ganarme la vida como actor, e inventé a Martin Sheen, aunque nunca cambié mi nombre oficialmente”, contó el veterano actor de Apocalipsis Now.

Los primeros pasos de Sheen

Charlie tenía 18 años cuando debutó como Sheen en el thriller de terror Grizzly II: El Depredador (1983), y al año siguiente participó en Rojo Atardecer, con Patrick Swayze y Jennifer Grey. Pero su consagración, como la de su padre, llegó con un drama bélico: Platoon (Pelotón), en 1986. Un año después compartió cartel con él y Michael Douglas en Wall Street. Menos de una década más tarde y antes de cumplir los 30, ya tenía su estrella en el Paseo de la Fama y brillaba tanto en roles dramáticos como de comedia.

La suya fue una carrera inversa a la de muchos colegas de su generación: hacía casi dos décadas que triunfaba en la pantalla grande cuando hizo su salto a la televisión al reemplazar a Michael Fox durante las últimas dos temporadas de Spin City. Era el 2000 y el papel le valió su primer Globo de Oro como Mejor Actor de una Serie de TV.

Para cuando la serie terminó, en 2003, Sheen ya había sido elegido para encarnar a Charlie Harper en Two and half men, la sitcom de Chuck Lorre con Jon Cryer que protagonizó durante nueve de sus doce temporadas. El personaje había sido creado a su medida: el verdadero Charlie ya tenía fama de chico malo de Hollywood, aunque faltaba para el escándalo definitivo.

Era otro tiempo, y aunque eran públicos sus arranques de ira y sus serios problemas con las drogas, así como varios hechos de violencia de género, eso nunca le impidió seguir actuando. Había tenido su primer infarto a los 33 años, tras una sobredosis de cocaína. Un amigo lo encontró inconsciente en su casa de playa y tuvieron que reanimarlo y lavarle el estómago en el Hospital Los Robles, de California. Después de que el episodio trascendió en los tabloides, Sheen entró a una clínica de rehabilitación. Primero en forma voluntaria, después –cuando quiso discontinuar el tratamiento–, por la fuerza.

No era la primera vez que el apellido Sheen saltaba a instancias suyas a las portadas de la prensa amarilla. En enero de 1990, los diarios publicaron que le disparó accidentalmente en un brazo a su entonces prometida, Kelly Preston. Ella no presentó cargos, pero canceló la boda poco después. Veinte años más tarde, la actriz fallecida en 2020 tras un largo matrimonio con John Travolta, negaría esa versión: “Charlie es una gran persona y en esa época no consumía ni siquiera alcohol. El no fue quien apretó el gatillo”. El incluyó la historia en una rutina de comedia: “Estoy haciéndome café una mañana y de pronto escucho un tiro. Yo pensé: ‘Bueno, finalmente lo hizo y ahora me van a culpar a mí’. Y corro a ver qué había pasado y me la encuentro desnuda en la escalera, sosteniéndose la muñeca y cubierta de sangre, una escena bastante caliente”.

Problemas con las drogas

En septiembre de ese año, el actor cumplió su primera internación voluntaria para rehabilitarse de sus consumos problemáticos. Y en el 94 fue demandado por una estudiante de la UCLA que lo acusó de golpearla en la cabeza cuando se negó a tener sexo con él. El ya estaba en pareja con su primera mujer, la modelo Donna Peele, con quien se casó en septiembre de 1995.

La relación duró poco: ya estaba herida de muerte durante la ceremonia en la playa, porque apenas un mes antes el novio había sido señalado entre los clientes frecuentes de la madama de Hollywood, Heidi Fleiss. Pronto sería llamado a testificar en la mediática causa por evasión que destapó el entramado de la prostitución en los grandes estudios.

En diciembre de 1996, Sheen fue arrestado cuando su entonces novia, la actriz porno Brittany Ashland, denunció que la había agarrado de los pelos y había golpeado su cabeza contra el piso de mármol de su casa, amenazándola de muerte si contaba algo. Fue sentenciado a un año de prisión en suspenso y dos de probation.

Las cosas no mejoraron después de su infarto y la larga rehabilitación de 1998. Siete años después, su segunda esposa, Denise Richards, lo dejó mientras esperaba al segundo hijo de la pareja, y pidió una orden de restricción de acercamiento, citando su consumo problemático de alcohol, drogas, pornografía infantil y prostitución como causa principal de la demanda. Sheen ya tenía a Cassandra, que nació cuando él tenía 19 años, fruto de su relación con su novia del colegio, Paula Profit. De su matrimonio con Richards nacieron Sami y Lola.

Los amores de Sheen

Su tercera mujer, Brooke Mueller –madre de los mellizos Max y Bob Sheen–, lo denunció por violencia en 2009 después de que le puso un cuchillo en el cuello. Aunque cuando el caso se elevó a juicio declaró en un principio que era inocente, Sheen terminó admitiendo su culpabilidad y fue sentenciado a 30 días en rehabilitación, 30 de probation y 36 horas de un curso de manejo de la ira. Ya había anunciado que volvería a ingresar a una clínica de rehabilitación en forma voluntaria.

En octubre de 2010 lo echaron del hotel Plaza de Nueva York por generar disturbios y destruir bienes en su cuarto por un valor de U$7.000. Al mes siguiente fue denunciado por su acompañante de esa noche, la bailarina exótica Capri Anderson, que acusó a Sheen de ahorcarla y amenazar con matarla. Aunque la denuncia seguía el patrón de sus anteriores episodios de violencia, Sheen le hizo una contrademanda por extorsión. No pasó mucho tiempo hasta que Mueller consiguió una orden de restricción de acercamiento luego de que el padre de sus hijos la amenazó con cortarle la cabeza, ponerla en una caja y mandársela a su madre.

Para entonces, Lorre ya había suspendido temporalmente las grabaciones de la séptima temporada de Two and a half men debido a lo que anunciaron como una recaída del actor. La verdad es que nunca había dejado de consumir más que por lapsos brevísimos, con la diferencia de que ahora sus cambios de humor y la frecuencia de sus episodios de violencia estaban descontrolados. La sitcom era un éxito rotundo y él había llegado a ganar US$1.8 millones por capítulo –un récord absoluto para un actor de televisión–, pero la gallina de los huevos de oro parecía haberse quebrado sin remedio.

El final fue caótico. En sus memorias, su coestrella, Cryer, escribe: “Charlie no se veía muy bien cuando comenzamos la octava temporada en otoño de 2010: demacrado, pálido, con la piel cetrina e incluso sudoroso. Empezó a hablar consigo mismo. Se veía más flaco, y no de una buena manera. Su tino también empezó a fallar. Se apuraba con las líneas y ya no acertaba al hacer sus bromas como antes. Una vez, durante los ensayos para coreografiar los movimientos de una escena, preguntó ‘¿Puedo quedarme parado junto a este sillón?’ Necesitaba agarrarse de algo mientras duraba la escena”.

Sigue el caos

La situación terminó de desmadrarse en los primeros meses de 2011, cuando Sheen lanzó insultos antisemitas contra Lorre y lo llamó “idiota, sorete y payaso” en una serie de comentarios grabados por el sitio de chimentos del espectáculo TMZ. La respuesta de CBS y Warner Bros, responsables de la emisión y producción de Two and a half men, no se hizo esperar: rescindieron el contrato del protagonista y lo reemplazaron por Ashton Kutcher, una versión joven y sana de Charlie.

En su entonces recién abierta cuenta de Twitter, Sheen festejó su “libertad” tomando de una botella en la que se leía “Sangre de Tigre”. Era su nuevo sello y lo convirtió en hashtag. Había dicho en una entrevista de esos días que la que corría por sus venas era sangre de ese animal y no humana: “El manual de Alcohólicos Anónimos fue escrito para gente normal, personas que no son especiales. Personas que no tienen sangre de tigre, sabés, ADN de Adonis”, le dijo a ABC. En algo tenía razón, ninguno de los manuales funcionaba para el actor, que ahora mostraba en sus redes la vida cotidiana en su casa de Beverly Hills junto sus dos novias, a las que llamaba sus “diosas, las mujeres que amo”: la diseñadora gráfica Natalie Kenly y la estrella porno Rachel Oberlin.

Ese septiembre, en la ceremonia de los Emmy, Sheen estaba dispuesto a ponerle paños fríos al asunto y cuando presentó al ganador de la categoría de Mejor actor de comedia, tuvo palabras amables para el nuevo elenco de Two and a Half Men: “Desde lo más profundo de mi corazón, les deseo lo mejor para la siguiente temporada”.

Al año siguiente, Sheen comenzó otra serie con un personaje autorreferencial, Anger Management. Parecía que podía seguirse burlando de él mismo con la complicidad del público y los medios, pero apenas duró dos temporadas en el aire. Después le diría a Yahoo News: “Había 55 maneras de lidiar con la situación y yo elegí la número 56. Y creo que mi crecimiento después de mi colapso tiene que comenzar con mi absoluta admisión de mi rol en todo eso, que fue desesperadamente inmaduro. Creo que fueron las drogas o el efecto residual de las drogas… y también un océano de estrés y un volcán de desdén. Todo fue generado por mi mismo”.

Entonces apuntó contra la maquinaria de Hollywood: “Era un tipo que necesitaba que alguien se me acercara y dijera ‘Ey, amigo, obviamente estás pasando por bastantes problemas, ¿Cómo te podemos ayudar? En vez, ellos aparecieron en multitudes, con banderas y canciones, todo tipo de fiestas y celebraciones de lo que creo fue una pública crisis de salud”.

Pero pese a la autocrítica pública, sus exabruptos no cesaron. Simplemente dejaron de ser la noticia de tapa. Como cuando amenazó a dos de sus ex por Twitter, en 2013 y en 2015, o cuando una nueva novia, Scottine Ross, lo denunció por lo mismo que tantas otras: privación ilegítima de la libertad y amenazas. Según Ross, Sheen le había gatillado un revólver descargado en la cabeza. Todavía no se había destapado con fuerza moral sobre Hollywood la olla del #MeToo, pero estaba a la vista de todos que Charlie Sheen era un abusador serial. Ni entonces ni hoy eso fue observado con demasiada reprobación: como él mismo había dicho, el mundo se divertía con su crisis pública.

Pero en diciembre de 2015, conmovió a todos al anunciar que era positivo de VIH. Se lo conoce todavía como el efecto Charlie Sheen: un aluvión de ventas de test rápidos de diagnóstico del virus y de consultas en Internet sobre la enfermedad durante las semanas posteriores a sus declaraciones. En una entrevista radial con el programa The Kyle and Jackie O Show, dijo entonces que había pensado en el suicidio al recibir el diagnóstico, cuatro años antes, y que su miedo lo había empujado a una espiral de consumo para tapar el dolor: “Son tres letras difíciles de asimilar, es un punto de inflexión para mí; el alcohol y las drogas fueron las únicas herramientas que encontré para no pensar y eso solo lo empeoró”.

Comenzaron también otras denuncias. Al menos una mujer lo acusó de haberla expuesto al virus sin decirle. Nunca pudo probarse, y él nunca perdió el cariño de sus fans. “No importa lo terrible que es, Charlie todavía es una marca –dijo de él la periodista y bestseller Jo Piazza en su libro Celebrity, Inc.–. Charlie no cae en esta purga y probablemente nunca caerá más bajo de lo que ya cayó en su propio infierno. Nunca pretendió ser otra cosa más que un humano reprochable, y Hollywood, en su modo extraño, lo recompensó por eso. Hizo personajes basados en esa marca personal, uno de los cuales fue el más popular que dio un show de televisión. Sheen es a prueba de balas porque nunca pretendió ser otra cosa que un tóxico hijo de puta”.

En 2017, sin embargo, Sheen dijo basta y lo contó en su cuenta de Instagram: “No puedo manejar, no tengo licencia, no puedo llevar a mis hijos a ningún lugar que ellos me pidan. Pensé: ‘Guau, ni siquiera soy lo suficientemente responsable como para atender las necesidades de mis hijos’. A la mañana siguiente me desperté y dije: ‘Hoy es el día para cambiar”. Dice que no volvió a tomar desde entonces y lleva tres años sin fumar.

Quizá esta fase más tranquila, a los 57 años y tras cinco de mantenerse aparentemente sobrio, es la que permitió que se reencuentre con Lorre pese a todo. A punto de protagonizar la comedia dramática Ramble on, de Doug Ellin, el actor fue convocado por el showrunner y también creador de The Big Bang Theory para ser parte de How To Be a Bookie, la nueva producción de Warner que se emitirá por HBO Max. Para el hijo pródigo de Martin Sheen, será un regreso a la televisión de la mano de quien en su momento, hizo por él lo que con el tiempo entendió que era lo quemás necesitaba: ponerle un límite a su escalada autodestructiva.