Abraham Sequeda: ¿Qué elegimos en academia?

Abraham Sequeda: ¿Qué elegimos en academia?

Para ser claro y preciso de una vez, deben seleccionarse personas, profesores los cuales sean el componente de dirección reflejo de una multitud que tiene necesidades y aspiraciones, pero también el ímpetu para transformar la universidad y llevarla a estadios superiores; es decir, aquella muchedumbre debe, sin temor a equivocarse, elegir soñadores, pensadores, administradores, emprendedores y por supuesto a personas que sean lo suficientemente responsables para conducir las actividades de una institución cuyo patrimonio se centra en el conocimiento, la dificultad, la dedicación, el sacrificio de días y años de estudio para poder aportar mejoras a la sociedad.

En realidad, tratar una renovación de autoridades universitarias aplicando el mismo método o más bien desenfreno, que la política externa o partidista no es para nada un hecho para sentirse orgulloso; sin embargo, para hacer el mejor uso de la situación y formar parte de todo, es necesario, importante y urgente, hacerle a todos los postulados una sola pregunta (al menos de arranque), esta sería: ¿cuánto cuesta graduar a un estudiante en cada carrera?

No hay predilección si la respuesta se presenta en bolívares o dólares. Es de rogar que se incluya en el costo, el uso de servicios tales como electricidad, telefonía, internet, agua y aseo urbano. ¡Hay interés por una segunda pregunta!: ¿de dónde provienen los recursos económicos? Esta segunda pregunta es muy interesante, porque permite darle viabilidad y contestación a la primera pregunta, además permite recomponer las fuentes de financiamiento de la universidad. Con excepciones de empresas, emprendimientos y programas de recaudación, en las universidades solo se espera por la ejecución del presupuesto asignado desde el Estado-gobierno.





Adelantados en el tema, es bueno recordar que ese Estado-gobierno, está quebrado en términos de cumplimiento de sus funciones básicas; considerando incluso que su quiebra está ligada a la corrupción y a una obstinada forma de redistribución de la riqueza. En todo caso, ningún Estado-gobierno, ni este ni otro, ni el de otros lugares, puede soportar mantener una organización o un conglomerado de universidades donde no solo existe una nómina activa, sino todos los llamados pasivos laborales y además el pago de la jubilación con el 100% del sueldo; más todos los otros costos operativos.

Si se asume lo explicado en otras ocasiones, acerca de que las universidades deberían depender del Estado alrededor de un 30%, se estaría entonces a las puertas de una de las etapas de pensamiento, planificación, innovación dentro de las universidades más dinámicas, y por el momento, en el grupo de postulados a cargos universitarios. Una competencia digna de la más alta atención, para observar las propuestas de productividad, incentivos, índices de gestión, autoevaluación y co-evaluación permanente.

Es recomendable entender esto, de otro modo todo se convertiría en una sustitución de cargos, para hacer algo, quizás para hacer nada. Lo académico se debe reivindicar en el fondo y la forma de llevarlo adelante eficazmente, convocando a los más preparados, intrépidos y eficientes.

@abrahamsequeda