Ángel Montiel: La hora de las universidades venezolanas

En estos momentos difíciles que se están viviendo en Venezuela las universidades públicas y privadas tienen la responsabilidad de ser la luz que ilumine las luchas de la sociedad que clama por un cambio.

Es la universidad un reflejo de la Venezuela actual. Agobiada sin recursos para los planes de docencia, investigación y de extensión con presupuestos que no alcanzan y que otorga el gobierno central que las estrangula financieramente, lo poco que se hace apenas alcanza. Se depende del Estado para funcionar.

Solo basta visitar los pasillos, Los salones de clase para ver la soledad y el silencio de lo que fue el bullicio y la alegría de los jóvenes universitarios.





Pocos son los que se atreven aún en medio de las dificultades a cursar una  carrera para luego salir del país en busca de nuevos horizontes que les permita desarrollarse como persona y tener calidad de vida que su propio país le niega.

Es triste esta realidad que los jóvenes atraviesan. No escapa la universidad, pública y privada de la realidad venezolana polarizada,  que todo gira en torno a la violencia, el odio el resentimiento y la venganza.

No existe en ninguna parte la transmisión a nuestros jóvenes estudiantes – los pocos que aún quedan- los valores como el respeto, el diálogo, la fraternidad y la solidaridad que no hay en ningún nivel educativo 

Los estudiantes y profesores viven la terrible realidad, la angustia de tener la necesidad de comida, de sobrevivir  con la inflación más alta del mundo en ese ambiente no puede haber adelanto en la educación.

Los profesores universitarios no tienen un salario justo, ni seguro social, prestaciones y ningún beneficio contractual.

Lo poco que ganan los docentes lo depositan en la página Patria destruyendo de un plumazo la autonomía financiera de las universidades.

Es necesario vencer la crisis política, social y económica para tener universidades que formen individuos que enfrenten las realidades del mundo.

Todo absolutamente todo impacta en todos los niveles educativos. Está crisis ha sido brutal para los jóvenes venezolanos que se les cierran  en su propio país la posibilidad de desarrollarse intelectualmente.

Los regímenes autoritarios les molestan las universidades, el pensamiento libre y crítico. Prefieren los centros de docencia universitaria para adoctrinar y formar esclavos que obedezcan sin chistar.

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