La noche sangrienta de O.J. Simpson: el asesinato de su ex mujer, un guante salvador y el camino de la impunidad

La noche sangrienta de O.J. Simpson: el asesinato de su ex mujer, un guante salvador y el camino de la impunidad

OJ Simpson en el estrado: la fiscalía pidió que se pusiera los guantes con los que suponía había asesinado a Nicole Brown. Pero le quedaron chicos y el jurado tomó eso como una prueba decisiva de su inocencia

 

El akita inu – un perro grande, caro, muy del estilo de los residentes adinerados de Los Ángeles – ladra desesperado cerca de la medianoche del domingo 12 de junio de 1994. No se mueve de la entrada que da al jardín de la casa del 875 de South Bundy Drive. Un vecino, todavía levantado, sale de su casa para ver qué provoca semejante escándalo y lo ve. Conoce al animal, es el perro de su vecina Nicole Brown – la ex esposa de O.J. Simpson -, con quien suele intercambiar saludos a distancia. Cuando se acerca se da cuenta de que tiene las patas ensangrentadas. El hombre, alarmado y quizás asustado, no se atreve a entrar al jardín, en cambio corre hasta su casa –ha salido sin el celular– y llama a la policía.

Por infobae.com





La primera patrulla llega apenas pasadas las 12 de la noche y dos agentes entran al jardín. Primero encuentran a Nicole tirada en el suelo, muerta en medio de un charco de sangre. Más tarde, los forenses determinarán que el cuerpo tiene siete heridas leves de arma blanca y un corte en el cuello de 13 centímetros de largo, que es lo que le ha provocado la muerte. Tiene seccionadas la carótida y la yugular.

A poca distancia hay otro cadáver, que más tarde se identificará como de Ronald Goldman, aspirante a actor y modelo ocasional que – a falta de mejores oportunidades – trabaja como mozo en el restaurante italiano Mezzaluna. Tiene 17 puñaladas en el cuerpo.

La escena del doble crimen se completa comuna gorra azul, un guante izquierdo Aris Isotoner extragrande y un sobre blanco que contiene unos anteojos.

La temperatura de los cuerpos les dirá a los forenses que todo ocurrió entre las 22.15 y las 22.40.

La policía no necesita hacer ninguna averiguación para saber que Nicole es la ex mujer del exjugador estrella de fútbol americano y también actor Orenthal James “O. J.” Simpson, que vive a cinco minutos de allí. La vida privada de los famosos de Los Ángeles no es un secreto para nadie.

La noche de O.J.

Alrededor de las 21 de ese 12 de junio, O.J. Simpson sale de su mansión, en el 360 de N. Rockingham Avenue, acompañado por un amigo, el actor Brian “Kato” Kaelin, que se está hospedando ocasionalmente allí. Comieron una hamburguesa en un local de Burger King y esperaron a otro hombre, identificado como “J.R.”, un dealer que suele proveerle metanfetaminas al ex futbolista. Según el testimonio de Kaelin, a las 21.45 regresan a la mansión y él se va a dormir a la casa de huéspedes mientras O.J. se queda solo en la casa principal.

A las 22.45, el chofer Allan Park detiene su limusina frente a la mansión de Simpson. La agencia de traslados para la que trabaja le ha encargado recoger a O.J. para llevarlo al aeropuerto. Park llama por el intercomunicador, pero nadie le responde. Decide esperar en el auto y, desde allí, poco antes de las 23, ve a un hombre negro – de alrededor de 1.80 de altura, corpulento, le dirá después a la policía – que camina por el parque hacia el garaje de la mansión. No es asunto suyo.

Diez minutos más tarde, vuelve a tocar el intercomunicador sin recibir respuesta, por lo que llama a la agencia y pode instrucciones. Le ordenan esperar hasta las 23.15. A esa hora vuelve a llamar y esta vez sí le responden. Por el aparato, O.J. le pide disculpas y le dice que se estaba bañando, que saldrá en diez minutos.

El chofer dirá después a la policía que Simpson salió agitado, con cuatro valijas – tres grandes y una más chica – y no deja que lo ayude a cargarlas. Durante el viaje, le pide que abra las ventanillas porque tiene calor, pese a que la noche está bastante fresca. Transpira. Llegan al aeropuerto con tiempo suficiente para que el ex futbolista aborde el vuelo que lo llevará a Chicago, donde tiene programada una serie de actividades publicitarias. Las cámaras de seguridad de los aeropuertos de Los Ángeles y de Chicago lo mostrarán llevando solamente tres valijas. La pequeña ha desaparecido.

En Chicago se aloja en el Hotel Plaza O’Hare, donde el recepcionista, al ser interrogado meses después, recordará que le pidió una curita.

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