Padres migrantes: La historia de dos venezolanos que sacan a sus hijos adelante en Colombia

Padres migrantes: La historia de dos venezolanos que sacan a sus hijos adelante en Colombia

FOTO: Julián Ríos. EL TIEMPO / Imagen Referencial

 

A veces sin trabajo, sin un hogar y en uno de los dos casos, sin su pareja, son hombres que no olvidan su responsabilidad de proteger y buscar un mejor futuro para sus hijos.

Por Angélica Antía Azuaje / MigraVenezuela





“Mary, con este dinerito vamos a prosperar, vamos a abrir un negocio”, recuerda haberle dicho Chander Osorio, un padre migrante venezolano, a su esposa. Eso lo repetía unas mil veces en su cabeza, porque sentía y siente el deber de dar seguridad, afecto, apoyo y sobre todo, ser de ejemplo para sus hijos.

Chander tiene tres hijos, salió de Venezuela en junio de 2019 porque no podía costear los medicamentos de su esposa con remisión de cáncer de tiroides y además le urgía darle una mejor calidad de vida a su familia.

Para él lo más difícil de la decisión de migrar fue separarse de su madre, quien lo crio sola tras la muerte de su padre cuando él apenas tenía siete años.

Osorio cuenta que la migración fue dura, pero a la vez le ha servido para sacarle el lado positivo a malas experiencias. Cuando llegó a Medellín su situación migratoria era irregular y no encontraba trabajo. Por fortuna, el dueño de un supermercado lo contrató y allí estuvo dos años.

Al salir de ahí, con la liquidación, decidió montar una legumbrería, o frutería, y se asoció con un agente policial del lugar para compartir las ganancias. Por desavenencias comerciales, resultó embaucado por el funcionario, lo que le ocasionó la pérdida de capital y de mercancía. Tuvo que empezar desde cero.

“Me quedé sin nada, pero eso me obligó a ser fuerte por mi familia y a seguir adelante. No podía lamentarme. Lo hecho, hecho estaba. Esa mala experiencia de principiante me enseñó a ser valiente, cauteloso y a desconfiar”, remarca.

Osorio afirma que ahora está tranquilo, con un trabajo que le permite mantener a su familia, y está convencido de que, por ahora, Medellín es su hogar. No se arrepiente de haber migrado. “Ha sido una experiencia de vida única”.

Asegura que la relación con sus hijos está basada en el cariño y el respeto. Y con toda esta situación de migrar, el vínculo creado entre ellos se ha fortalecido.

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