Luis Eduardo Martínez: Razborka, Maskirovka y la rata del Kremlin

Luis Eduardo Martínez: Razborka, Maskirovka y la rata del Kremlin

El 28 de junio, cinco días después que un convoy con 5.000 mercenarios de la compañía militar Wagner avanzaran hacia Moscú, Vladimir Putin visitó Daguestán, en el suroeste de Rusia. Como muchos dictadores, Putin se mostró cercano al pueblo, caminando entre peatones, estrechando la mano a partisanos y hasta besando a un bebé. Antes de abordar su helicóptero, al finalizar la gira en Daguestán, un Putin sonriente se detuvo para personalmente corregirle el uniforme a un militar que lo acompañaba. Imágenes trilladas en regímenes autoritarios. Una puesta en escena típica, para mostrar el apoyo popular y la cercanía con las Fuerzas Armadas.

A pesar de la aparente calma en la Federación Rusa, el mundo aún trepida en suspenso, anticipando un desenlace más definitivo a los sucesos del 23 de junio. El concepto del mundo criminal ruso “razborka” (ajuste de cuentas) pudiese explicar el insólito comportamiento de Yevgeny Prigozhin, líder del grupo Wagner. Sin embargo, sería un error existencial para el orden mundial liberal no considerar que lo sucedido en Rostov-on-Don se trate de una impecable ejecución de la doctrina militar rusa de “maskirovka” (mascarada). Ante la falta de un desenlace catártico, debemos preguntarnos: ¿la rata del Kremlin está acorralada o huyeron las ratas del Kremlin?

Razborka





Yevgeny Prigozhin usualmente es referenciado como un oligarca ruso con vínculos cercanos con Putin y el Kremlin. Una de sus muchas compañías ofrece servicios de alimentación al Kremlin y ha sido avistado a menudo sirviendo personalmente al presidente ruso. Prigozhin, sin embargo, no es un oligarca típico en la Rusia de Putin.

Nacido en Leningrado (hoy San Petersburgo), Prigozhin fue encarcelado a los 18 años, en 1981, por robo, fraude y haber involucrado a menores en sus crímenes. Fue sentenciado a 12 años, pero fue perdonado en 1988. Tras el colapso de la U.R.S.S., Prigozhin comenzó a vender perro caliente (hot dog) en las calles. Para 1997, Prigozhin tenía dos restaurantes populares en San Petersburgo. Uno de ellos, llamado New Island, consistía de una embarcación/restaurante en el rio Neva. En 2001 Prigozhin recibió en su restaurante flotante, nada más y nada menos, que a Vladimir Putin y al presidente francés, Jacques Chirac. En 2002, Putin volvió a escoger New Island como locación para el almuerzo con George Bush. Y en 2003, el mandatario ruso celebró su cumpleaños a bordo de la embarcación de Prigozhin. Para 2012, la cercana relación de “El Chef de Putin” permitió que Prigozhin ganara un contrato de $1,2 mil millones con el gobierno, para la alimentación del ejército. Con las ganancias de ese contrato Prigozhin fundó la famosa Internet Research Agency, conocida por su interferencia en las elecciones presidenciales en EE.UU. (cuando ganó Donald Trump). En 2014 Prigozhin creó el ahora conocido ejercito privado grupo Wagner, en el marco de la primera invasión a Ucrania. El grupo Wagner fue fundado de la mano también de Dmitri Utkin, teniente coronel de la inteligencia militar rusa (conocida como GRU). Hoy el grupo de mercenarios opera en 18 países del mundo, en su mayoría en África y el Medio Oriente. La compañía genera más de $4.000 millones anualmente, en su mayoría a través del control de campos mineros en África. Desde el inicio de la guerra en Ucrania, el Ministerio de Defensa de Rusia ha desembolsado más de mil millones de dólares en apoyo al grupo Wagner, e incluso ha prestado sus instalaciones para el entrenamiento de sus combatientes.

Prigozhin es más un mafioso que un oligarca. Es un mafioso con vínculos directos al Kremlin y en particular a Putin. Putin lo ha utilizado como brazo militar informal. Prigozhin y el grupo Wagner permiten a Putin llevar a cabo operaciones militares sin llevar el sello oficial del Kremlin. Prigozhin, sin embargo, no se ve a si mismo como un miembro del régimen, sino como un capo. Y es bajo esta óptica que podríamos entender la insurrección de más de 5.000 mercenarios del grupo Wagner liderados por Prigozhin. “El Chef de Putin” fue informado, dos semanas antes de su rebelión, que sus tropas tenían hasta el 1 de julio para firmar un contrato con el Ministerio de Defensa o, de lo contrario, deberían cesar su participación en la operación especial rusa en Ucrania. Es decir, el 1 de julio, el Ministerio de Defensa ruso tomaría control de las operaciones militares del grupo Wagner del cual tanto lucra Prigozhin. Y cual mafioso de la imaginación de Francis Coppola, Prigozhin, en un aparente estado de excitación emocional, decidió marchar hacia la ciudad de Rostov-on-Don para capturar al ministro Sergei Shoigu y al general Valeri Gerasimov.

Prigozhin nunca expresó, ni demostró en acciones, verdaderas intenciones de tomar el poder en Rusia. Si nos sustraemos del hecho que esto sucedió en una nación tan trascendental como Rusia, podemos ver que el actuar de Prigozhin fue el de un mafioso, de un rufián, que quiso demostrar su descontento. Cual cartel de droga, Prigozhin nunca mostró deslealtad directa a su jefe Putin o al Kremlin, solamente dirigió sus acciones contra sus homólogos en el Ministerio de Defensa y su mal manejo de la guerra en Ucrania. Mal manejo que incluye la falta de suministro intencional de armamento a las tropas del grupo Wagner en Bahkmut e incluso el supuesto bombardeo accidental de un campamento de mercenarios por parte de la Fuerza Aérea de Rusia. Al final del día, la “razborka” o el ajuste de cuentas de Prigozhin alcanzó sus objetivos. El grupo Wagner, fuente principal de las riquezas de Prigozhin y que iba a ser ingerido por el Ministerio de Defensa, sobrevivió y se le permitirá operar en Bielorrusia. El general Valeri Gerasimov ha desaparecido desde la insurrección del 23 de junio, igual que el comandante de la Fuerza Aérea, Sergei Surovikin. Se presume que ambos están detenidos por haber participado o tenido conocimiento previo de la insurrección del grupo Wagner. Sergei Surovikin, apodado “el general Armageddon”, tenía altas ambiciones luego de su brutal éxito en el conflicto en Siria. Y ya circulan los rumores de que el mismo ministro de Defensa, Shoigu, será reemplazado por Aleksey Dyumin, un exguardaespaldas de Putin y amigo de Prigozhin. En el ajuste de cuentas final, Prigozhin salió por encima de sus homólogos y nunca contestó el poder de Putin.

Maskirovka

Un error clásico de la OTAN es interpretar las acciones del Kremlin bajo los conceptos de seguridad de occidente y no la idiosincrasia rusa. Mientras EE.UU. tiene la doctrina militar de “Shock and Awe” (conmoción y asombro), los rusos tienen Maskirovka. Para EE.UU. es doctrina militar demostrar una superioridad de 3×1 contra cualquier adversario y generar conmoción y asombro en el enemigo por la abrumadora fuerza a la que se enfrenta. Los rusos, por su parte, emplean la Maskirovka, que literalmente significa ocultar en ruso. Maskirovka es el arte de decepción militar, de camuflaje, imitación con señuelos y maniquíes, maniobras destinadas a engañar, negación y desinformación, etc. El objetivo principal de la doctrina es nunca revelar los objetivos reales del Kremlin.

La insurrección del grupo Wagner y todas las incógnitas que nerviosamente barajan los analistas en Washington tiene todas las características de una implementación impecable de Maskirovka. No deberíamos dejarnos llevar por la decepción. Tras la insurrección, ciertas verdades se mantienen: la operación especial rusa en Ucrania continúa, el grupo Wagner continúa existiendo, Prigozhin sigue vivo y en libertad, y todo el aparato de seguridad de Rusia está sufriendo una terrible paranoia que los obligará a demostrar su lealtad a Putin o exponer su disidencia y arriesgar la muerte que tantos otros oligarcas han conocido durante el último año.

Rata del Kremlin

En repetidas ocasiones durante su gobierno, Vladimir Putin se ha referido a una rata como uno de sus mejores mentores en el arte de gobernar. En los años 50, cuando Putin era tan solo un niño en San Petersburgo, el ahora líder ruso se encontró con una rata en el pasillo del edificio donde vivía. Putin persiguió a la rata con un palo hasta llegar al final del pasillo. En ese momento el joven Vladimir pensó ¡aja te tengo arrinconada rata!, pero la rata, en vez de miedo, mostró instinto de supervivencia y violentamente se lanzó a atacar a Putin, mordiéndole y luego huyendo. La moraleja de la anécdota que recuenta el jefe del Kremlin es que una rata acorralada es más peligrosa que una rata libre. Y que ante una amenaza existencial, la única respuesta posible es la violencia desmedida. Esta lógica aplica perfectamente a Prigozhin quien vio no solo una amenaza existencial a su riqueza personal, sino también a la fuerza militar que sirve como su seguridad privada.

Putin no respondió con violencia desmedida a la incursión armada en territorio ruso. Los medios de comunicación y los autoproclamados expertos de occidente celebran que lo sucedido es una clara evidencia de la debilidad de Putin y la falta de control vertical que tiene sobre el Estado ruso. Sin embargo, existe otra interpretación por la cual “la rata del kremlin” no respondió violentamente. Y es que es posible que “la rata” en Moscú no era la que estaba acorralada.

Un pequeño detalle para la imaginación de los lectores. El dictador bielorruso, Aleksander Lukashenko, ha viajado a Rusia para reunirse con Putin un total de 15 veces desde el inicio de la guerra, y Putin viajó a Minsk en una ocasión. Fue Lukashenko quien supuestamente negoció la paz entre Prigozhin y el Ministerio de Defensa de Rusia. Bielorrusia, además de recibir a Prigozhin y sus combatientes también recibió el mes pasado armas nucleares tácticas que Rusia alojará en su territorio. Es decir, que el dictador títere de Putin y su “Chef” personal, junto a cerca de 25.000 mercenarios con perfecta negación de vínculos con Moscú, tienen armas nucleares tácticas y se encuentran a menos de 200 km de Kiev.

¡Ah! ¿Y se acuerdan del militar a quien Putin le acomodó el uniforme en su gira por Dagestan? Fue justamente el militar que llevaba el maletín con los códigos nucleares. Un pequeño guiño a los expertos de la CIA, un recordatorio sonriente de quien tiene el control de más de 5.977 ojivas nucleares.