¿Por qué la comida está cada vez más barata en Venezuela, pero solo en dólares?

¿Por qué la comida está cada vez más barata en Venezuela, pero solo en dólares?

Los precios en dólares de la comida se han abaratado durante todo el año en una de las ciudades más importantes de Venezuela, Maracaibo. Es un fenómeno curioso en un país en crisis económica desde hace una década, con múltiples explicaciones, según expertos consultados.

Por Gustavo Ocando Alex / vozdeamerica.com





La Cámara de Comercio de Maracaibo monitorea cada mes el costo de 45 alimentos para una familia de 5 integrantes en la ciudad, de las más pobladas. En diciembre, cuando la tasa de cambio del dólar subió súbitamente, costaba 514 dólares.

Este año, esa canasta básica familiar no ha hecho sino bajar su costo en esa ciudad del occidente del país: en enero, costó 507 dólares; 486 dólares en febrero, 469 dólares en marzo y abril, 462 dólares en mayo y 451 dólares en junio. En esos 6 meses, hay 63 menos dólares.

Productos como la leche, el queso y los huevos bajaron sus precios en 3 % entre mayo y junio, en promedio, de acuerdo con esos estudios. El café y el té redujeron precios en 6 %, así como las grasas y los aceites (-0,3 %) y los cereales (-0,4 %).

Algunos alimentos aumentaron sus precios, como las carnes y los pescados, que se incrementaron en 1 %, o las frutas y hortalizas, que subieron 12 % en esos 30 días.

La reducción de precios solo se observa en dólares, ya que la canasta alimentaria ha seguido aumentando mensualmente en su expresión en bolívares.

Esto se explica con un vistazo al tipo de cambio: 1 dólar costaba 19 bolívares en enero y, a mediados de junio, ya supera los 28 bolívares. Desde finales de 2018, cuando el gobierno despenalizó el uso del dólar, mercados y supermercados comenzaron a publicar sus precios en moneda estadounidense.

La demanda y la frontera

El promedio de los precios de los 45 productos evaluados cada mes se redujo, sin embargo, por 2 factores, explica a la Voz de América el presidente de esa cámara, Alessandro Nanino, desde la sede de su organización, en Maracaibo.

“El primero es la poca demanda que hay (de productos). La gente no tiene dinero y eso obliga al comerciante a bajar sus márgenes (de ganancia), a bajar sus precios con la esperanza de mantener volúmenes de venta que les permitan cubrir sus costos de operaciones y mantener las puertas abiertas”, asegura.

Consecomercio, la asociación de comerciantes de Venezuela, dijo el mes pasado que las ventas del sector se contrajeron 21% en Caracas durante los primeros 5 meses del año y precisó que la situación en el interior del país era mucho peor.

La economía de frontera es a segunda explicación de la reducción de precios de la comida en Maracaibo, capital de Zulia, región occidental que limita con Colombia.

“Es la competencia de productos que entran, por vías de contrabando muchas veces, sin cumplir con el régimen legal” para su importación, dice Nanino a la VOA.

Esa coyuntura también se observa en las regiones del oriente y el sur de Venezuela a través de la frontera con Brasil, explica.

El ingreso de productos de menores estándares de calidad involucra precios más bajos y los comerciantes deben adaptarse a ellos, indica Nanino.

La deflación en marcha

La rebaja general de la canasta alimentaria familiar en ciudades como Maracaibo es parte de una “deflación” en dólares, es decir, una inflación negativa, explica a la VOA el economista e investigador Aldo Contreras. Es algo inédito, remarca.

“Es el fenómeno contrario a lo que ha venido pasando en la economía venezolana en los últimos 20 años. Vemos una deflación acumulada en el primer semestre de menos 0,66 %”, especialmente palpable en comercios y supermercados, comenta.

La caída del consumo de comida y, por ende, de las ventas ha obligado a ese sector a “reinventarse”, observa el ex presidente del gremio de economistas del Táchira.

“Han tenido que aplicar estrategias para mantener los negocios, bajando sus precios, trabajando para encontrar un punto de equilibrio (de sus cuentas) o un punto de pérdida para poder salvar el negocio, para que llegue a 2024”, manifiesta.

Otra de las razones de esta reducción de precios en dólares de la comida es paradójica: la alta inflación de hace meses frenó el consumo, según los expertos.

Venezuela tiene una de las mayores inflaciones del mundo. Entre 2018 y 2022, experimentó un proceso de hiperinflación, incluso.

El Banco Central de Venezuela, que no suele publicar cifras con frecuencia, indicó en junio que la inflación del primer semestre había sido de 108,4 %.

Entre junio de 2022 y junio de 2023, los precios han aumentado en 429 %, según el Observatorio Venezolano de Finanzas, independiente.

Gustavo Machado, economista y docente, ratifica que la “presión alcista” de los precios entre finales de 2022 e inicios de 2023 causó “un freno” en la demanda.

“La desaceleración de la inflación en los últimos meses tiene como causa fundamental las limitaciones de los consumidores para adquirir productos como consecuencia de su ingreso real”, expresa.

La estacionalidad es otra clave que menciona a la Voz de América. Las temporadas de cosechas de determinadas frutas favorecerían mejores precios, señala.

Exceso de inventario

Giorgio Cunto, economista e investigador de la firma Ecoanalítica, menciona que las empresas acumularon inventarios desde el año pasado porque se preveía que el consumo del venezolano siguiera creciendo por el “rebote” económico de 2022.

“El frenazo”, como llaman especialistas como Cunto a la desaceleración de esas mejorías del año pasado, sorprendió a los comerciantes con exceso de inventario.

“Muchos de esos inventarios no se pueden rotar con la velocidad con la que contaban esas firmas. Ya al extremo de cuánto más pueden mantenerlos es cuando empiezan a verse ofertas para tratar de movilizarlos y abrir espacios para nuevos (productos) y adecuarlos a los niveles de consumo” actuales, dice a la VOA.

Lo explicado por Cunto es una estrategia de negocios similar al juego de la papa caliente, como lo llaman en Venezuela: es mejor vender los productos a pérdida en vez de que caduquen aún en manos del comerciante.

Anaqueles llenos

El crecimiento de los precios durante el último semestre del año pasado estuvo “híper estimulado por la macrodevaluación” del bolívar venezolana en agosto y noviembre, precisa el presidente de la firma Datanálisis, Luis Vicente León.

Solo en agosto, el dólar pasó de costar poco más de 5 bolívares a superar los 8 bolívares. Ocurrió entonces que los precios se elevaron tanto que “superaron la frontera de capacidad de compra del venezolano convencional”, diagnostica León.

El comerciante promedio sigue corriendo el riesgo de quedarse “con los anaqueles llenos y problemas de flujo de caja” si no aplica ofertas mientras trata de “retener” por el mayor tiempo posible el incremento de precios en ciertos productos, como la comida, valora el analista, desde Caracas.

Esas rebajas no son necesariamente buenas noticias para los empresarios, aclara Nanino, presidente de la Cámara de Comercio de Maracaibo, por su parte.

El vocero teme que sea la antesala de un escenario peor para algunos de sus afiliados, mientras las encuestas de su organización muestran que 6 de cada 10 comerciantes de la ciudad esperan que la situación mejore en el trimestre en curso.

“Básicamente, los comercios están en modo liquidación” de productos, entre ofertas y otras estrategias de ventas, dice. “Y, luego, lo que viene es el cierre”.