Un acuerdo por Venezuela, por Rafael Veloz García @Rafaelvelozg

Un acuerdo por Venezuela, por Rafael Veloz García @Rafaelvelozg

Cuando este artículo salga publicado este viernes 4 de agosto de 2023 (fecha para recordar), estará próximo a iniciarse el acto simbólico de la firma del Acuerdo Mínimo Común de Gobierno entre los candidatos de la elección primaria, en el Teatro del Centro Comercial Chacaíto de Caracas. El evento, organizado por la Comisión Nacional de Primaria (CNP), es uno de los pilares fundamentales en que reposa el proceso electoral de la oposición venezolana, programado para el venidero 22 de octubre.

El mismo día en que cada uno de los que se postuló para esta elección se presentó ante la CNP para formalizar su inscripción como candidato, estampó en paralelo su rúbrica para refrendar el Acuerdo Mínimo Común de Gobierno. De allí, repetimos, que el acto de hoy tiene un carácter simbólico unitario, como corresponde, pero además permitirá a los ciudadanos del país conocer a mayor profundidad los lineamientos que contiene el acuerdo en aspectos tan importantes como la reinstitucionalidad y el retorno de la democracia en Venezuela, así como las bases programáticas del nuevo gobierno, para la solución de los graves problemas que afectan a los habitantes de nuestra nación.

Sin embargo, el Acuerdo Mínimo Común de Gobierno va mucho más allá de lo planteado anteriormente. Se traduce en un compromiso inquebrantable y vital para alcanzar un radical cambio político frente a la tragedia que ha significado el modelo tiránico y autocrático que tiene 23 años enquistado en el poder. Como he dicho en varias ocasiones, en la primaria no solo ganará el que salga más favorecido mediante los votos obtenidos, ganarán todos los líderes que hoy resaltan como candidatos, pues tendrán un gran papel que jugar en un gobierno que debe ser considerado de transición y en la etapa de reconstrucción de nuestro país, aparte de dar un piso sólido a lo que será la renaciente democracia venezolana que ya se asoma en el horizonte.





Como no faltan las mentes perversas y aquellos que con toda malintención pueden tergiversar lo antes expuesto, con el oscuro fin de confundir a los venezolanos, es preciso aclarar que no se trata de la repartición de cuotas de poder en el nuevo gobierno democrático, se trata de honrar la unidad en el terreno de las acciones con base en el ideario y propuestas que tengan, para lograr encaminar a la nación por la ruta del progreso por el bien de los venezolanos. Se trata de que enfrenten unidos el enorme reto que se avecina, porque les corresponde, al ser ungidos por los ciudadanos como los nuevos líderes políticos y sociales del país. Como señalé, el Acuerdo Mínimo Común de Gobierno, así como el acuerdo de gobernabilidad, son un compromiso de todos para sacar del foso a Venezuela y nada mejor que juntos para hacerlo.

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Mucho se ha dicho que los procesos y cambios políticos en un país son cíclicos y si bien la exactitud no encaja casi nunca, las características pueden presentar factores que ofrecen similitudes. Me refiero a ello para traer a colación el Pacto de Punto Fijo, firmado y ejecutado en un principio por los líderes de Acción Democrática (AD), Rómulo Betancourt; Copei, Rafael Caldera; y Unión Republicana Democrática (URD), Jóvito Villalba, el 31 de octubre de 1958. Este pacto fue en líneas generales un acuerdo de gobernabilidad, que permitió a la postre conceptuar a Venezuela como una de las democracias más fuertes de América Latina, con una vigencia de 40 años. Por ello, es que el Pacto de Punto Fijo y sus firmantes han sido tan satanizados por el régimen, que fue el que acabó con esa estabilidad, para conducirnos a la dictadura presente.

Vale la pena recordar, mediante un ejercicio histórico, que el Pacto de Punto Fijo tuvo como objetivo principal preservar el ensayo republicano iniciado el 23 de enero de 1958, fecha que marcó el final de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, así como fortalecer con el paso del tiempo la democracia venezolana. Durante esos años se cometieron errores, es cierto, pero también lo es que la democracia tiene mecanismos para ser mejorada, más no las dictaduras.

El Pacto de Punto Fijo trajo consigo un programa mínimo común que fue expresado “para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral”. Y también para su colaboración en el Gobierno Constitucional, para lo cual los partidos signatarios acordaron “concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mínimo común, cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema”.

El Pacto de Punto Fijo también se enfocó en las propuestas para los planes de gobierno y resaltó la cooperación que debía existir por parte de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de la prensa y de personalidades independientes, etc., para la convivencia nacional, la cual permitiera el desarrollo de una constitucionalidad estable “que tenga en sus bases la sinceridad política, el equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional”.

Este acuerdo de 1958 fue netamente político, es cierto, pero se asemeja mucho a la realidad que vivimos, porque igual nos coloca en la urgente necesidad de dar a luz un gobierno de unión nacional, para recobrar la democracia y el valor de los preceptos constitucionles, dar calidad de vida a los venezolanos, devolverles la paz y para avanzar en las reformas de la carta magna que haya que hacer, para impedir que la catástrofe política provocada por las acciones hegemónicas del autoritarismo vuelvan a sembrar de ruinas y miseria a nuestra nación.


Dr. Rafael Veloz García, Diputado a la Asamblea Nacional y al Parlasur electo en 2015; expresidente de la Federación Interamericana de Abogados (FIA); miembro de la dirección nacional de Voluntad Popular, VP.