Ramón Peña: Desafíos demográficos

Ramón Peña: Desafíos demográficos

Cuánto y cómo envejecemos ya no es solo una cuestión existencial que nos ocupa individualmente, ahora, es también un problema de Estado. La incrementada longevidad, exhibida como logro admirado de las naciones más prósperas del globo, es hoy ensombrecida por una declinante tasa de natalidad.

En Estados Unidos (U.S Census Bureau Project), en 2034, los mayores de 65 años serán más numerosos que los menores de edad. Con una tasa de natalidad de 1.66 por mujer se estima que, en 30 años, 40% del presupuesto federal lo absorberán ancianos y seguridad social. En Japón, país con la mayor expectativa de vida, 85 años, la tasa de natalidad es de 1.34, por lo que centenares de escuelas cierran al año por falta de niños. En España, el país más longevo de Europa, el índice de fecundidad es de apenas 1.23. China, también añosa, registró este año una merma de su población total, su tasa reproductiva es de 1.3.

Este desbalance poblacional proyecta a futuro significativas implicaciones económicas: escasez de población activa, pérdida de productividad, menor crecimiento económico.





En otras regiones del mapamundi la realidad demográfica revela un desequilibrio de otro signo. Por ejemplo, en África, según el Banco Mundial, la tasa de natalidad promedio por mujer ronda 5.4. En Níger es de 6.8. Hoy, más de la mitad del crecimiento poblacional del globo procede de este continente, el más joven y pobre de todos., Muchos de sus países duplicarán su población en los próximos 30 años.

La perspectiva es de agravada precariedad en alimentos, educación, salud, y empleo en este continente, del que oleadas de migrantes continuarán abordando frágiles barcas en busca de una imaginada tierra prometida.

Son ejemplos de desequilibrios demográficos, precursores de conflictos que, de modo diverso, afectarían a todo el planeta. Enfrentarlos, además de significativos avances tecnológicos, comprendida la inteligencia artificial, implica una conciencia de cooperación global que no brilla en los tiempos que corren.