Pueblos sin nombre, tumbas anónimas en la zona cero del terremoto de Marruecos

Pueblos sin nombre, tumbas anónimas en la zona cero del terremoto de Marruecos

Terremoto en Marruecos, casi 3000 muertos y cientos de heridos y desaparecidos – ASSOCIATED PRESSAP

Tikekht desapareció sin haber estado nunca en los mapas. Como tantos otros pueblos, aldeas y lugares del Alto Atlas, la parte más descarnada y remota de la cordillera, quedó reducido a escombros a resultas del terremoto del viernes pasado. De 350 habitantes estimados, porque sus gentes no constan en ningún registro, ochenta murieron y están ya enterrados en fosas comunes; más de un centenar se recupera en hospitales de la región, sobre todo en Marrakech, y el resto aguarda noticias sobre su futuro en tiendas de campaña de la protección civil de Marruecos.

Por: La Razón

Para los supervivientes ahora sólo queda llorar, pero hacerlo casi en silencio, sin dejar de cuidar de los vivos, muchos de ellos mayores y niños, que cuatro días después del desastre, el mayor terremoto de la historia contemporánea de Marruecos, jugaban ya al balón entre los escombros de sus propias casas y a pocos metros de donde fueron estos días enterrados, la arena removida lo evidencia, quizás sus padres, primos o abuelos.





Ninguno de sus supervivientes se plantea abandonar el pueblo donde están enterrados sus ancestros. El primer ministro de Marruecos, Aziz Akhannouch, asegura que indemnizará a las familias afectadas para que reconstruyan sus casas. Realmente en Tikekht, que pertenece a Chichaua, una de las provincias más malparadas, hay poco que reconstruir: más bien hay que volver a levantarlo todo. Reinventarse una nueva vida y una nueva dignidad para los supervivientes de esta aldea mártir que nunca marcaron los mapas.

Hace ya dos días que dejó de buscarse a nadie en el pueblo. Tikekht fue este domingo un velatorio a cielo abierto a más de 1.500 metros de altura. Familiares de los fallecidos llegados de otros puntos del Atlas o quizás de más allá subían en coche o a pie por la ruta casi impracticable que les trae hasta el pueblo para tratar de reconfortar a los vivos con abrazos. Un gendarme bromea con un grupo de niños mientras sus madres y abuelas hacían acopio de mantas, azúcar, leche, agua mineral, pan y té. Aquí no hace falta más, de momento. Pronto se quedarán sin luz y hay que darse prisa.

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