La vida secreta de Putin: slips de nadador, amante de “la mujer más elástica de Rusia”, corrupción y millones de dólares

La vida secreta de Putin: slips de nadador, amante de “la mujer más elástica de Rusia”, corrupción y millones de dólares

Vladimir Putin en un lago de la remota región de Tuva, en Siberia. Hoy cumple 71 años (Efe)

 

Hoy cumple 71 años. Desde hace más de veinte gobierna Rusia y los resabios del comunismo con mano de hierro. Está embarcado en una guerra contra Ucrania porque quiere rusificar a esa nación que no quiere ser rusa. Su última hazaña, hace menos de tres días, fue lanzar un misil contra un pueblo cercano a Járkov: murieron cincuenta y una personas que estaban reunidas en un velorio: entre ellas, un chico de seis años. El 17 de marzo pasado la Corte Penal Internacional dictó contra él una orden de detención: lo acusó de crímenes de guerra en Ucrania.

Por Infobae





No son los únicos crímenes por los que debería responder Vladimir Putin. Muchos de sus críticos y opositores murieron en extrañas circunstancias, envenenados con té, lanceados por una aguja impregnada de polonio, por el tradicional, y siempre efectivo, método del balazo en la cabeza, ya sea en algún paraje solitario o en la costanera vecina al Kremlin, o por el uso de agentes químicos que destruyen el sistema nervioso. Ese fue el caso de Alexei Navalny, el crítico más duro de Putin: en agosto de 2020 se desplomó en un vuelo de Tomsk a Moscú, lo llevaron en coma a un hospital de Siberia y de allí al Hospital Charité de Berlín. Había sido envenenado con el agente nervioso químico Novichok, creado y desarrollado en Rusia: el veneno estaba adherido a los calzoncillos de Navalny.

Desde la invasión a Ucrania, el 24 de febrero de 2022, al menos trece opositores a Putin murieron en circunstancias poco comunes. Entre ellos empresarios, miembros de la poderosa oligarquía soviética, Carlos Marx no pensaba en esas cosas, o altos jefes militares que se opusieron, o dijeron oponerse, o criticaron, o reprobaron, o cuestionaron la conducción de la guerra. El último fue el jefe del grupo mercenario Wagner, un tipo aliado de Putin que desarrollaba su propia guerra personal contra los ucranianos y que se atrevió a desafiar a Putin con una rebelión en casa, camino al Kremlin. Pocos días después del intento de motín, oh las coincidencias, un avión privado en el que Prigozhin viajaba a San Petersburgo se estrelló a mitad de camino y murieron todos sus ocupantes, diez personas.

Por supuesto Moscú ha negado siempre cualquier conexión con tantas muertes, tan oportunas. Putin es un autócrata. Es un tipo peligroso que amenazó al mundo con el empleo de armas atómicas. El mundo tembló como tembló cuando Adolf Hitler pedía en 1938 que le concedieran cada vez más trozos de Europa. El líder ruso se atragantó con la caída del comunismo, del que fue un fiel servidor como agente de la KGB en Alemania Oriental. Repudió siempre la política de Mikhail Gorbachov de apertura, transparencia y reestructuración económica (glásnost y perestroika) que abrió la vieja URSS al mundo y aceleró la caída del régimen comunista. Putin quiere reverdecer los laureles soviéticos; si es necesario, los del zarismo que evoca con entusiasmo en la figura de Pedro El Grande.

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