Unidades populares para la paz (UPAZ), por @ArmandoMartini

Unidades populares para la paz (UPAZ), por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Institucionalizar grupos urbanos parapoliciales, crea un escenario complejo para las democracias y más aún, para las débiles. La violencia de Estado ha sido el principal recurso, vital aliado de los regímenes dictatoriales, absolutistas, autócratas y fascistas para mantener el poder.

Los camicie nere, -camisas negras-, miembros de las Squadre d’Azione del Partido Fascista italiano, eran unidades paramilitares del homicida Benito Mussolini. Compuestas por excombatientes de la Primera Guerra Mundial y desempleados, se dedicaron a la violencia e intimidación política para silenciar a los opositores y reprimir adversarios del fascismo. Uniformados con camisa, pantalón y botas negras, marcharon sobre Roma en 1922, llevando al “Il Duce”, -asesino de más italianos en la historia-, como primer ministro; para luego integrarse en la estructura estatal, recibiendo autoridad para conservar disciplina y lealtad dentro del partido y sofocando cualquier estorbo político. Posterior a la Segunda Guerra Mundial; los bandoleros, forajidos y matadores fueron desbandadas y el fascismo prohibido.

En Cuba desde la lucha insurreccional, los fusilamientos, como método de escarmiento, fueron usados implacables. Quienes debían mostrar su lealtad tenían que dar el tiro de gracia y operar las ejecuciones. Una mezcla de brutalidad comunista de la China de Mao, la Unión Soviética de Stalin con una dosis de la revolución mexicana, semejando a la KGB rusa y la Gestapo alemana. 





Las brigadas de respuesta rápida del partido comunista cubano, no eran conocidas en las fuentes públicas. Cuba ha tenido varias organizaciones y grupos relacionados, movilizados en diversas ocasiones para proteger el sistema político. Llamados de diferentes maneras a lo largo del tiempo, se establecen para surgir ante la amenaza de manifestaciones antigubernamentales y contrarrestar protestas; utilizadas, para mantener control social y extinguir la disidencia. Compuestas por miembros del PCC, trabajadores estatales y afines al oficialismo, su objetivo es mostrar soporte al comunismo y reprimir a quien intente adversarlo. 

Así las tiranías, generan un sentimiento de indefensión que se instala en la sociedad, observando tribunales revolucionarios, escuchando gritos de paredón, padeciendo despiadado presidio político, sufriendo vejámenes, tortura y violaciones a los Derechos Humanos. 

La revolución castrista tiene un historial violento. Luego de los actos de repudio en los años 80, se hizo habitual el uso parapolicial, que golpeaba y ejecutaba órdenes inoculando terror en la ciudadanía. Expuesto en la intervención asquerosa y nauseabunda, desde la tribuna de Naciones Unidas -1964-, por el asesino serial Che Guevara, confirmando y defendiendo la barbarie que se cometía en Cuba.

Cuadrillas de malhechores que se han transformado de acuerdo a las necesidades. En los años 80 se enfocaron en los que deseaban abandonar la isla, en los 90 la emprendieron contra los defensores de los Derechos Humanos, para luego, focalizarse en cualquier opositor o activista. Los mercenarios son pagados por el Ministerio del Interior, y su labor, evitar la propagación de focos de descontento y de libre pensamiento. 

Con la llegada de Chávez, la influencia de Fidel fue evidente y La Habana se inmiscuyó, creando grupos de sinvergüenzas, combatientes materialistas, conocidos como colectivos o milicias bolivarianas. Vagabundos interesados y hampones armados, para responder con violencia y terror los anhelos de libertad y reclamos democráticos.

Los colectivos en coordinación con la fuerza policial, demuestra la complicidad para someter, avasallar y reprimir cualquier protesta mediante el uso abusivo y desmedido de la violencia. El terror es parte del imaginario para que funcione el régimen castro-venezolano. La estrategia chavista, al igual que la cubana, y en su momento, la italiana, rusa, alemana y otras tiranías, es robarle espacios a la democracia, demoler sus instituciones, fragmentarlas y desmontar las organizaciones de la sociedad civil. 

La élite gobernante cubana está consciente que un cambio en Venezuela implica presión en la Isla y con seguridad el fin del castrismo. Lo que ocurre en Venezuela es una señal de alarma, abre la puerta a una dinámica social de consecuencias impredecibles. Crear e institucionalizar grupos urbanos parapoliciales, que por sostener el poder gozan de prebendas e impunidad, es peligroso en una región donde el Estado de Derecho es un sueño por alcanzar; y el crimen organizado, marginalidad y pobreza son una realidad. 

Para el castro-madurismo-chavista, la paz depende de obediencia ciega, sorda, muda y basa la concordia en sumisos timoratos, y quienes se atreven a cultivar la libertad, defender los Derechos Humanos, ejercer la libre opinión y promover conductas democráticas, son declarados enemigos y les anuncian fuerza bruta.

Unidades populares para la paz (UPAZ), son un insulto, una ofensa a la ciudadanía. Su objeto real, no es pacífico, comprensivo, ni respetuoso de los que disienten de su parecer, por el contrario, y al igual que los serviles círculos bolivarianos, es para intimidar, amenazar, amilanar a los que, ejerciendo su derecho, se atreven a contrariarlo. 

El apoyo al esfuerzo de los venezolanos, es fundamental. No solo están decidiendo el regreso de la democracia y los derechos fundamentales, también frenan la instauración de la violencia de Estado mediante el uso de grupos delincuenciales y parapoliciales urbanos. Los que defienden la democracia y libertad tienen un compromiso con Venezuela.

@ArmandoMartini