El viaje de Cristóbal Colón: la interna con Pinzón, la verdad de cómo se financió y sus amores en la corte

El viaje de Cristóbal Colón: la interna con Pinzón, la verdad de cómo se financió y sus amores en la corte

Nunca se hizo un retrato en vida. Los retratos que se conocen se pintaron por referencias de personas que lo trataron

 

Ese genovés de 42 años, hijo de un cardador de lana, que vivía en una casa alquilada del callejón del Olivo Pequeño, en Cogoletto, Génova, soportó mofas y burlas cuando anunció que sería marino. Tal vez no imaginó que un día escribiría textual de la época en su diario de viaje, como hacía todas las noches en su camarote de la Santa María: “A las dos horas después de medianoche pareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas y quedaron con el treo, que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes, que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamava en lengua de indios Guanahaní…”

Por infobae.com





Desde esa madrugada del viernes 12 de octubre de 1492 hasta el día de su muerte, Cristóbal Colón creería haber llegado a las indias. Nunca supo que había tocado las tierras de un continente desconocido.

De muy joven realizó varios viajes en flotas mercantes, y cuando su barco naufragó al ser atacado por piratas, se salvó nadando asido de un madero hasta la costa portuguesa. Se estableció en Lisboa y con su hermano Bartolomé abrió una tienda de venta de cartas geográficas de muy buena calidad que ellos mismos dibujaban.

Este genovés, que nunca se hizo un retrato en vida, habría tenido cabellos rojizos, tez blanca, ojos azules y muchas pecas. A los 26 años se casó con Felipa Moniz Perestrello, quien le dio un hijo, Diego. Ella murió en 1485 cuando su esposo recién tenía en mente la empresa que lo hizo famoso. Su suegra le cedió cartas cartográficas de su marido.

El viaje a las indias

Desde los tiempos del geógrafo y matemático griego Eratóstenes de Cirene, nacido en el 276 antes de Cristo, se sabía que tierra era redonda. Pero Colón pensaba que era mucho más pequeña de lo que realmente es, que Asia era inmensamente grande, y calculaba que el océano que separaba a España de las Indias se lo podía navegar en pocos días. Sostenía que el mundo tenía la forma de una pera o como una pelota redonda “que tuviera puesta en ella como una teta de mujer, en cuya parte es más alta la tierra y más próxima al cielo”, tal como escribió a los reyes luego de su tercer viaje.

¿Cómo llegar a las Indias? Navegaría de este a oeste y acortaría camino. Algunos aseguran que discutió esta teoría con el físico y cosmógrafo florentino Paolo dal Pozzo Toscanelli, quien había trabajado en una idea similar.

Teorías aparte, el desafío fue hallar quién financiara su proyecto.

El primero en cerrarle la puerta en la cara fue Juan I de Portugal porque sus expertos afirmaron que estaba basada en datos incorrectos. Mientras su hermano Bartolomé hizo un vano intento en la corte de Enrique VII de Inglaterra, pensó en ir a Francia pero se dirigió a España. Contó como aliado el entusiasmo de los religiosos de La Rábida, quienes imaginaban una evangelización de las almas del otro lado del mundo.

El duque de Medinaceli, un hombre al que le sobraba dinero y barcos, se propuso apoyarlo y se lo comentó a la reina Isabel. La monarca, que en el reino se encargaba de las cuestiones marítimas y su esposo Fernando de las mediterráneas, quiso conocerlo.

Con los reyes de España

El 20 de enero de 1486, Colón hizo su primera entrada a la corte. La reina se mostró interesada porque la exploración de nuevos mundos le proporcionaría riquezas que usaría para financiar, por ejemplo, la reconquista de Jerusalén.

Colón se expresaba con corrección, era simpático y a la reina le cayó muy bien. Y el genovés se sintió a gusto en la corte española. Ya viudo, empezó a intimar con la marquesa de Moya, una de las amigas de la reina y, discretamente, vivió un romance con la bella Beatriz Enríquez de Arana, que le daría un hijo, Fernando.

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