Cinco de las preguntas más apasionantes que la ciencia aún no ha podido responder

Cinco de las preguntas más apasionantes que la ciencia aún no ha podido responder

 

Hay pocas cosas más emocionantes que desentrañar los misterios del mundo natural.





Por BBC

Y no son sólo para las mentes brillantes que lo logran.

Es un placer que, afortunadamente, está al alcance de todos.

Piensa en ese momento maravilloso en el que comprendes por primera vez un enigma, generalmente gracias a que una o, a menudo, varias de esas mentes brillantes dieron sus almas, corazones y vidas por desvelarlo.

La ciencia ha tenido un éxito sorprendente en la investigación, pero quedan muchos interrogantes aún sin resolver.

Algunos son de larga data, otros han ido surgiendo a medida que adquirimos más conocimiento: cuanto más sabes, más sabes qué no sabes.

Así que, desde cómo las bicicletas se mantienen en posición vertical hasta los incomprensiblemente raros números primos, hay un vasto océano de incógnitas.

Eso es estupendo. Las preguntas nunca se deben agotar, no sólo porque encierran la esperanza de una respuesta, sino porque la curiosidad, como dijo el filósofo Thomas Hobbes, es la lujuria de la mente.

Pero, ¿cómo escoger cuáles si te prometimos sólo 5?

Pues con mucha dificultad, algo de reflexión y la lamentable arbitrariedad que caracteriza estas tareas.

1. ¿De qué está hecho el Universo?

El Universo en sí es una fuente de interrogantes: qué había antes de que existiera; es infinito o sencillamente inmenso; es único o uno de muchos…

Pero particularmente curioso es el hecho de que los científicos, por el momento, sólo comprendan la naturaleza del 5% de su estructura.

Aunque eso no es poca cosa.

Estamos hablando de los átomos, de sus componentes -protones, electrones y neutrones- y de los neutrinos, las esquivas partículas que pueden atravesar la materia (hasta toda la Tierra) como si no hubiera nada ahí.

Todo eso nos suena familiar ahora pero conviene recordar que, a pesar de que la idea del átomo fue registrada ya en el siglo V a.C. y fueron los griegos lo que le dieron el nombre, no fue sino hasta principios del siglo XIX que el químico John Dalton desarrolló un argumento muy persuasivo que llevó a la sorprendente conclusión de que toda la materia estaba hecha de pedacitos muy, muy pequeños, indivisibles… atómicos.

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