Los productos más sofisticados de exportación: el espionaje y la tortura, por León Sarcos - LaPatilla.com

Los productos más sofisticados de exportación: el espionaje y la tortura, por León Sarcos

A Carlos Alberto Montaner

Después de Madrid, después de París, la alegría estalla como un milagro sobre el cielo azul, en la oscura dulzura de la noche. De esa forma sintió Simone de Beauvoir el encanto sublime de la noche aquellos días.

Fidel Castro entró victorioso a Santiago de Cuba, el 1ro de enero de 1959, declarándola capital provisional y designando presidente de la nación a Manuel Urrutia. Comenzaba para la tierra de José Martí una de las pesadillas que ha traído más desazón y oscurantismo a un pueblo que, con todos los sinsabores de la inestabilidad política y la corrupción, históricamente sobrevivía con esperanzas.





¡Ahí vienen los barbudos, triunfó la revolución! entre los murmullos indescifrables del tumulto y uno que otro grito exaltado entre la multitud, de ¡Viva Fidel! desde la sala de una de las casas del centro de Santiago, de familias esperanzadas con una vida mejor, podía oírse un clásico de esa época:

Ay, por el camino del sitio mío, un carretero alegre pasó / en su tonada que es muy guajira, y muy sentida alegre cantó… Soy guajiro y carretero, en el campo vivo bien… porque el campo es el edén más lindo del mundo entero… A caballo vamos pa’l monte, a caballo vamos pa’l monte…

En un periódico de aquellos días se recoge la siguiente información: El Movimiento 26 de Julio es muy avanzado. Se proyecta grabar con fuertes impuestos las tierras baldías… Se va a fomentar la industrialización… y sobre todo inspira básicamente a este movimiento el amor a la libertad y la implantación de la honestidad en la administración pública Todo ello dentro de un sentir católico, pues no hemos de olvidar el valor cristiano preeminente en la cultura de los Castro.

El paredón o un adelanto del moderno free fire

En las principales urbes y centros poblados se escuchan disparos, a veces aislados, en ocasiones en sucesión, otras continuados. La cacería ha comenzado: Raúl Castro, jefe del Estado Mayor Conjunto, en compañía del famoso Che Guevara, ministro de Industria y recuperación de bienes, son encargados de los juicios sumarios.

El medio hermano del jefe de la revolución ejecuta en un solo día 73 personas, por el solo hecho de estar ligadas al antiguo régimen, en lo que se conoció como La Masacre de Las Lomas de San Juan. La consigna de este fanático asesino, hoy presidente de Cuba, que nunca ha disimulado sus bajos instintos, era: Si uno es culpable, los demás también lo son.

Según Jesús Villasuso, abogado encargado de la Comisión Depuradora, bajo las órdenes de Guevara como instructor de expedientes, después afirmaría: se fusilaba sin pruebas incriminatorias y sin la posibilidad del ejercicio de una defensa justa… centenares de seres humanos fueron condenados a pena de muerte por fusilamiento mediante sentencia preestablecida en juicios sumarísimos.

Estos hechos ocurrían y constituían eventos propagandísticos exhibicionistas confirmados en las Naciones Unidas, el 11 de diciembre de 1964, de viva voz, por ese otro mito del buen salvaje conocido como el Che Guevara, médico de origen argentino, a quien la izquierda decimonónica mundial convirtió en héroe de juventudes: 

Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida: fusilamientos, sí, hemos fusilado; fusilaremos y seguiremos fusilando, mientras sea necesario. Con tales procedimientos, muestras de intolerancia, revanchismo, odio y resentimiento, se anunciaba la catadura moral, no de los nuevos gobernantes castristas, sino de los nuevos y absolutos propietarios de la isla para su disfrute personal. El jefe, un energúmeno, de temperamento tan volátil como el de Calígula o Idi Amin, formado por los jesuitas, carismático y desalmado. Dudo que algún mortal fuera capaz de discutirle alguna orden por muy insustancial que fuera.

De una economía de azúcar, a una de mendigos

Después de casi sesenta y cinco años de revolución, la situación precaria de los inicios, hoy no puede ser más desalentadora, desastrosa y desesperanzadora, después de muchas privaciones consustanciales a la forma equivocada de entender la economía, la organización de la sociedad, los derechos ciudadanos y la participación política. 

Ya era miserable la vida en Cuba antes del Periodo Especial, en 1991, cuando la URSS dejó de subsidiar a la artificial economía cubana, pero después se ha agravado a niveles caóticos. Exporta el 100% de su cesta básica –ofertada a precios subsidiados, con cartillas de racionamiento. 

Según Omar Everleny Pérez, exdirector del Centro de Estudio de la Economía Cubana (CEEC), el diagnóstico de la situación económica de la Cuba revolucionaria es de gran inestabilidad, crisis económica estructural, de insignificante o nulo crecimiento industrial, de desabastecimiento agudo de alimentos y medicinas, de falta de combustible y creciente inflación.

El déficit fiscal sigue siendo muy elevado y la inversión sigue distorsionada, dando prioridad a la construcción hotelera en lugar de a la agroindustria, de acuerdo con Pérez. A consecuencia de estos equívocos, la producción de huevos disminuyó de 5 a 2,2 millones en 2023.  La zafra azucarera, una de las más bajas de la historia, no supera las 350 mil toneladas y no llega a cubrir ni siquiera la mitad de las necesidades del país.

En cuanto al ganado porcino, del cual Cuba es gran consumidor, se llegó a producir en 2022 solo 16.500 toneladas, después de llegar en 2017 a 200.000. En el caso del frijol, componente básico de la dieta diaria de los habitantes de la isla, de 50 mil toneladas que se producían en 2016, se ha logrado apenas producir un 9% o sea unas 4.500 toneladas.

La producción de arroz, que llegó a ser en un momento de 300.000 toneladas, el año pasado solo alcanzaría menos de 30.000; es decir, el equivalente al 10%. Mientras, los consumidores en cautiverio luchan contra la inflación y escasez de medicinas y alimentos y el peso cubano continúa devaluándose.

Si a esto sumamos la falta de agua, los apagones y el funcionamiento deplorable de los servicios, el futuro de la revolución está representada en esos edificios que día a día se desmoronan ante la desidia de los gobernantes y la pena y la esperanza de la memoria de Cabrera Infante, que alguna vez comentó en El libro de las Ciudades:

La Habana ha sido destruida por la guerra y la desidia de sus gobernantes. De hecho, La Habana parece una ciudad derruida, no desde el aire como Berlín en su momento, sino desde dentro… Sin embargo, La Habana guarda una extraña belleza entre ruinas… Es así que he buscado en otras ciudades el esplendor que fue La Habana…

Los mitos del buen salvaje creados por el buen revolucionario

Todas las revoluciones –aparte de las de carácter científico, industrial y tecnológico–, han sido una gran estafa. Todas han sufrido el más aparatoso fracaso siempre, especialmente en Latinoamérica, fraguadas al calor de la mentira, de la que Octavio Paz, con convicción afirma:  La mentira se instaló en nuestros pueblos casi constitucionalmente. El daño ha sido incalculable y alcanza zonas muy profundas de nuestro ser. Nos movemos en la mentira con naturalidad… De ahí que la lucha contra la mentira oficial y constitucional sea el primer paso de toda tentativa seria de reforma. 

El mito de la salvación del alma por la vía revolucionaria, durante casi todo el siglo XX, inundó el sentimiento de lucha siempre acomplejado de las vanguardias latinoamericanas, siempre victimizadas, humilladas, sobajadas y ofendidas. Ahora, el buen salvaje mancillado por los conquistadores pasa a ser el delincuente que secuestra, estafa, extorsiona, procesa y comercia narcóticos y trafica todo tipo de ilícitos; por otro lado, la ayer llamada derecha reencarna en el hombre espectáculo de la revolución digital y populista, que va a cambiarlo todo por arte de magia y únicamente gracias a su voluntad redentora.

No es que lo que ayer era la izquierda y la llamada derecha hayan cambiado su estrategia por una más sofisticada; en el caso de la izquierda tradicional, trasladando la lucha de clases fracasada, esta vez aprovechada por   las diferencias sociales y el resentimiento que crea el liderazgo conservador, que hoy rescata viejas ideas y ancestrales injusticias ya superadas, para venir por la revancha en peleas perdidas en el pasado en justas lides.

¡No! Es que la verdadera izquierda va por un encargo superior encomendado desde el nacimiento de la Revolución cubana, en tarea asignada a vanguardias políticas de jóvenes universitarios, en una fase inicial, para que en asociación con los agentes fuera de la ley fomentaran la insurrección en América Latina en los sesenta; en este nuevo escenario se trata de crear los uno, dos o tres Vietnams de los que habló Guevara; pero esta vez con delincuentes comunes y expertos en ilícitos, esparcidos por el mundo con comandantes de bandas conocidos como pranes, algunos vestidos de verde olivo.

Castro, con inteligencia de largo plazo, también se preocuparía por infiltrar con lo mejor preparado de las primeras emigraciones, ideologizados y calificados en los sesenta, en avanzada, decenas de mujeres y hombres encargados de penetrar el servicio exterior estadounidense, especialmente el área de América Latina, con resultados extraordinarios para sus fines, como ya veremos.

Un servicio especializado enseñado por maestros de la KGB

El espionaje y la tortura son tan viejos como la civilización occidental, nacen en la Grecia antigua. Se dice que Heródoto escribió sobre el uso de mensajes secretos en la batalla de Maratón en el 490 a.C y durante la guerra del Peloponeso, el espionaje fue utilizado por los dos bandos en conflicto: los atenienses contrataron a un espía llamado Aristón para que se infiltrara en el campamento espartano y los espartanos utilizaron el sistema cifrado para enviar mensajes secretos a sus aliados. 

Pero el espionaje también fue utilizado en la Edad Media y Moderna, durante la Santa Inquisición, la guerra de los Cien Años, la guerra de independencia de los Estados Unidos, en las dos guerras mundiales y especialmente durante la Guerra Fría. Igualmente, la tortura era aplicada en Grecia a los esclavos y los extranjeros cuando atestiguaban en algún juicio, para asegurarse de que decían la verdad.

Ambas, practicadas juntas o por separado a través de distintos tiempos históricos, adquieren dimensiones relevantes en los países totalitarios, especialmente en la Unión Soviética, con la policía secreta creada por Nikita Kruschev como la sumatoria de todos los cuerpos de la inteligencia, a la muerte de Stalin en 1953: en ruso Komitet gosudárstvennoj bezopásnosti (KGB) fundada el 13 de marzo de 1954 bajo la jefatura de Vadim Bakatin y disuelta en 1991. 

Según Lidia Volkova, estudiosa del tema, afirma que la KGB manejaba más de 50 tipos de técnicas de tortura, para que los detenidos finalmente perdieran la cabeza y confesaran. La mayoría terminaba confesando, incluso siendo miembros entrenados por la misma KGB. Hay un caso emblemático del general Sid Jakin, que acabó con un trastorno que le hacía comportarse como un perro dentro de su celda.

Muchas son las técnicas, unas aparentemente simples como las del cuarto oscuro y el pitido perenne hasta enloquecer, y el ‘‘Patio del Absurdo’’: cargar una pila inmensa de ladrillos de un lado a otro en una habitación y luego volver a repetir el traslado al mismo sitio y así, hasta que la desesperación y el cansancio te venzan por días enteros, hasta enloquecer.

Impedirte que concilies el sueño acostado en un suelo inclinado. Someter al recluso a temperaturas extremas; de hecho, ese fue el método usado para matar a Oleg Penkovski, un agente que desertó de la URSS y que, tras numerosas torturas, terminaron asesinándolo al introducirlo lentamente en un horno crematorio.

Otro tipo de tortura, utilizada con menos frecuencia, es la que obliga al acusado a ingerir sustancias químicas que le provocan desajustes psicológicos. Es el caso del coronel de la KGB, Yuri Nosenko, que fue torturado durante cuatro años por siquiatras y médicos con LSD para alternar fases de euforia con caídas en depresión.

Cuando se trabaja con gente a la que no se tiene en cautiverio lo mejor es el envenenamiento, técnica perfeccionada en el presente siglo, que provoca muerte lenta por enfermedades cortas, lesión cerebral, coma y la muerte.

La Dirección de Inteligencia (DI) o G2 cubano

Durante las tres décadas que Cuba giró como satélite de la órbita soviética, no pudo aprender las fórmulas para producir los mejores vodkas del mundo sino que, por el contrario, se cumplió aquel viejo dicho popular de que lo malo es lo que se pega.  Mas aún, según una fuente muy bien calificada, a pesar de que se pensaba –una vez la KGB en 1991 abandonara la isla–, que la DI o G2 iba a perder eficiencia, por el contrario, según James Olson, exjefe de contrainteligencia de la CIA: 

Se han vuelto más sofisticados que nunca. Son más disciplinados y más efectivos comparados con lo que alguna vez fue la KGB. Han superado a esta largamente en habilidad, motivación y resistencia a la penetración. 

Olson sostiene que tuvo una comprensión más exacta de esta situación en 1987, cuando el espía cubano Florentino Aspillaga entró a la embajada de EE.UU. en Viena y desertó. El testimonio de este personaje conmocionó a los jefes de la inteligencia norteamericana con relación al alcance de la red de espionaje creada por el castrismo.

Aspillaga confesó que la DI o G2 cubano había dirigido con éxito contra nosotros, EE.UU., nada menos que 38 agentes dobles. De tal manera que cada agente que nosotros estábamos confiados que habíamos reclutado en la isla, eran de hecho controlados por la inteligencia cubana.

En palabras de Olson, es el servicio de inteligencia más irritante contra el que he trabajado. Eso no solo porque sean tortuosos y despiadados –dice– sino porque son muy buenos. Su modus operandi insiste más en espías captados ideológicamente que en mercenarios. Por eso legitima que Manuel Rocha, el último espía descubierto que trabajaba para el gobierno cubano, con una larga carrera diplomática, haya actuado con éxito por más de cuarenta años.

Manuel Rocha, colombiano de nacimiento y formado en las mejores universidades estadounidenses –Yale, Harvard y Georgetown–, con destacada trayectoria en el servicio exterior, sorprende que haya terminado siendo un espía cubano que tuvo acceso a gran cantidad de información de inteligencia, confidencial y clasificada. 

Es un caso del mismo estilo del de Ana Montes, quien llegó a ser la principal analista dedicada a temas políticos y militares de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos, donde realizó una carrera destacada entre 1985 y 2001, año en que fue descubierta, enjuiciada y condenada a 20 años de prisión. Es el caso del ex-miembro de la CIA y escritor que trabajó para Cuba durante 15 años, Philip Agee, y el del matrimonio Myers, que sirvió a los cubanos a lo largo de casi tres décadas.

Servicio de espionaje calificado para exportar

Hace mucho tiempo que me percaté de que con el fallido desembarco a Bahía de Cochinos (1961) y después de la crisis de los misiles en Cuba (1962) que casi desata un conflicto mundial, Cuba se haría intocable. De igual manera he sentido, por pura intuición, que los cubanos sabían tanto de las operaciones en el subcontinente, durante la Guerra Fría, como la elite que maneja la información clasificada para la región del servicio exterior estadounidense.

Lo que antes era una percepción intuitiva, ahora, el estudio de la actuación de la inteligencia cubana me lleva a concluir que la asistencia que tan aparentemente de buena voluntad ofrece el gobierno cubano con sus médicos solidarios y sus planes mágicos de alfabetización, en los que nunca he creído, no son otra cosa que un pretexto eufemístico para introducirse progresivamente e ir expandiendo los propósitos de su locura revolucionaria o, más bien, su hábito delincuencial de vida, donde les sea posible. 

Esta vez preparando desde Nicaragua, Venezuela y la misma Cuba, hordas de delincuentes como las que inundan el Ecuador, como lo hicieron con buena parte de los balseros en 1994 en EE. UU, en nuestro caso, para ayudar a desestabilizar los vestigios de democracia liberal, donde no gobierna la izquierda y donde empieza a tomar cuerpo el populismo de nuevo cuño.

Ellos saben dónde pegar con más certeza, para doblegar el ánimo, para congelar, para hacer reflexionar con el alcance de su impiedad. De allí los casos de Roscio San Miguel y el teniente Ronald Ojeda, ejecutado en Chile. Saben que el gobierno venezolano tiene el sol sobre la espalda y hay que ajustar tuercas: aterrorizar, atemorizar, enculillar. Las consecuencias no importan, ellos viven de las crisis, en el estado de persona limite, de prestar servicios ilícitos, esos les produce adrenalina, es habitual en ellos, ya es un modo de vida.

Donde el DI o G2 cubano, a través de la inteligencia, controla notarías, telefónicas fijas y móviles y tiene infiltrados en los cuerpos paramilitares y parapoliciales sus agentes, no hay conspiración ni movimiento de calle que valga. Será asfixiado con naturalidad y, si la sociedad esta dividida en fracciones, les será más elemental la tarea.  Ahora con los Fake News y la sobreinformación, todo es más fácil y más eficiente.

Cuando Fidel Castro hizo de Oráculo de Delfos y afirmo con su vehemencia característica en tono de sátira en una rueda de prensa en1973, que habría deshielo cuando un negro llegara a la presidencia de Estados Unidos y un papa latinoamericano al Vaticano; no fueron los caracoles en los que creía ciegamente quienes se lo anunciaron, lo que el líder cubano dijo a manera de chanza en otro contexto, fue utilizado con optima eficiencia y sin escrúpulos por los servicios de inteligencia para que fuera un acto propagandístico de auténtica profecía, muy oportuno, que dejo perplejo a buena parte de sus innumerables críticos, pero también de sus pocos seguidores.

Cuba, después que la revolución optó por el totalitarismo y la barbarie, se convirtió en un cáncer que debía ser extirpado con prontitud. Pues no, el señor Obama y el papa latinoamericano lo que hicieron a partir de 2014 con el deshielo (Cuban Thaw), fue prestarle oxígeno para refrescar el rostro ‘‘humano’’ de la revolución y consagrar con la visita del presidente de los Estados Unidos, la visión divina de un cruel dictador.

No me cabe duda de que el mejor producto de exportación, el más sofisticado y peligroso es el servicio del combo espionaje-tortura. Es infalible, está súper probada su eficiencia en la isla, donde ni siquiera aparece el polvo de los generales que acompañan la disidencia, cada vez que se asoma el fuego de una insurrección popular. Ellos son expertos en quebrar a las elites, expresión de la disidencia masiva de las sociedades. Ellos provienen de una sociedad que en gran parte tiene rota el alma y pretenden también romper la nuestra.   

El pobre Juan González (asesor del Consejo de Seguridad Nacional para asuntos del hemisferio occidental) en el caso venezolano, o no sabía con quién lidiaba -inocencia que no da para la alta responsabilidad del cargo que detentaba-, o de alguna manera guarda cierta simpatía ingenua por los procesos revolucionarios o se confió en exceso de sus dotes diplomáticos. No se necesita ser un experto en política internacional para saber desde un comienzo que los representantes del régimen se lo iban tragar enterito, no por inteligentes, sino por perversos, canallas e inescrupulosos.

James Olson es sincero cuando dice: siento rencor por la inteligencia cubana, porque siempre han ido adelante, en todas las confrontaciones nos han ganado.

Conclusión necesaria

Afirma el maestro W. H. Auden en El arte de leer, que aprende más el lector de una cita bien escogida por el crítico, que de su mismo juicio. Aunque yo creo que no siempre. 

Para evitar exponer mucho del pesimismo realista que me embarga sobre el futuro de la América Hispánica –para llamarla como lo hacía Carlos Rangel, y poder excluir a Brasil– voy a ceder espacio para que el escritor nativo de Cuba, Leonardo Padura, que escribió El hombre que amaba los perros, y el otro mexicano, autor de El Espejo Enterrado, don Carlos Fuentes, me ayuden con su deslindante prosa a rematar en esta bonita tarde, mi atrevida faena. 

De Leonardo Padura: La falta de memoria es una de las cualidades psicológicas de este país. Es su autodefensa y la defensa de mucha gente… Todo el mundo se olvida de todo y siempre se dice que se puede empezar de nuevo y ya está hecho el exorcismo. Si no hay memoria, no hay culpa, y si no hay culpa, ni siquiera vale la pena pedir perdón porque esta isla tiene la misión histórica de estar recomenzando siempre, de volver a empezar cada treinta o cuarenta años, y el olvido suele ser el bálsamo para todas las heridas que quedan abiertas…

De Carlos Fuentes: Existe para América Latina una perspectiva muy oscura: a medida que se agiganta el foso entre el desarrollo geométrico del mundo tecnocrático, y el desarrollo aritmético de nuestras sociedades ancilares, Latinoamérica se convierte en un mundo prescindible no solo para los Estados Unidos, sino también para Europa y Rusia. ¿Seremos entonces un continente de mendigos a la espera de un mendrugo de las grandes potencias? 

En este contexto no puedo ser optimista pues no soy dirigente político ni sacerdote; no puedo simular lo que no siento, ni puedo dar consejos espirituales, la América Hispánica sigue siendo un paisaje bellamente peligroso y muy complejo, en el plano sociológico, una especie de caja de Pandora, donde cada día aparecen más elementos para completar escenas de realismo mágico. 

Una América Hispánica que todavía no supera la condición del buen salvaje ni la del buen revolucionario ni la barbarie militarista a la que se suma en el presente una nueva especie, hibridación de todas las anteriores, para producir monstricos populistas digitales hijos de la revolución tecnológica, presidentes de gobiernos de actuaciones impredecibles. Sin doctrina y con puro impulso emocional es muy difícil descifrar un futuro promisorio.

León Sarcos, 02 de marzo de 2024