Pedro Urruchurtu: La libertad de Venezuela no será producto de sus élites, sino a pesar de ellas

Pedro Urruchurtu: La libertad de Venezuela no será producto de sus élites, sino a pesar de ellas

En las próximas horas y días no será muy difícil reconocer las tribunas, medios, análisis y comunicados disfrazados de objetividad cuyo propósito y agenda serán dar por descartada la oportunidad de cambio que tenemos por delante y que representa María Corina. Tienen rato en eso y arreciarán.

Son los operadores de la desmoralización y de la resignación. Son los mismos que dejaron de querer primarias cuando supieron que no las controlaban o que han invertido más tiempo y energía en ignorar y desestimar su abrumador resultado, que en defender a quien resultó ganadora por mandato ciudadano.

Son los mismos que adoran mostrar sus encuestas, pero que minimizan el factor de la gente movilizada por un liderazgo que supo conectar con ellos, más allá del simplismo electoral. Sólo hablan de “gente” como número, no como realidad, porque esa gente dejó de seguirlos y creerles.





Los promotores de la agenda desesperanzadora no tienen urgencia, mientras el +80% del país sí. Aún sabiendo que no hay elección libre posible sin María Corina, no tienen apuro y no tienen problema con que lo que se dé sea una simulación con matices competitivos que les haga más cómodo llamarle “presidente” a Maduro y “evitar la confrontación”.

Coquetean con la idea de “espacios de poder” que, al final, no representan mando alguno, pero que les permite chapear con cargos vacíos y plenamente serviles al régimen. No quieren un país libre porque la responsabilidad de conducir esa libertad les pesa. Desde el apoyo del que carecen, pretenden dar lecciones sobre el liderazgo que, aunque quieran, no se transfiere. No hicieron nada por apoyar ese liderazgo y ahora creen que la gente los seguirá cuando piden desconocerlo.

En definitiva, pretenden imponer la derrota antes de luchar, porque ya están derrotados. Nunca defendieron la primaria y, peor aún, para ellos nunca ocurrió. Pasaron del 21 al 23 de octubre, como si el 22 nunca hubiera existido. Salen exigiendo una candidatura unitaria cuando ya la tienen, legitimada como nunca, pero prefieren destruirla porque no les gusta o no les conviene. Y nadie les cree.

Para dicha de los venezolanos que supieron elegir, ahora es que queda lucha. Los derrotados quedarán así y también quedarán en evidencia, como ya está ocurriendo.

Que no queden dudas: La libertad de Venezuela no será producto de sus élites, sino a pesar de ellas.