En julio de 2019, Theresa Hardwick, una mujer británica de 58 años, estaba de vacaciones con su marido en una ciudad al norte de Francia. Como en cualquier viaje, ambos salieron a comer a un restaurante, pidieron mejillones y disfrutaron de una noche tranquila.
Por: TN
Sin embargo, todo cambió cuando ella se empezó a sentir “rara” y pensó que la comida le había caído mal. Tras no recuperarse, decidió ir a una guardia en un hospital y su diagnóstico la dejó en shock. “No hubo advertencias”, expresó en diálogo con el New York Post.
Según su relato, la intoxicación no fue el único síntoma que tuvo, sino que también comenzó a decir incoherencias. Esto llevó a que su marido, Paul de 56 años, la llevara a un centro médico en Francia, aunque por la gravedad de lo que tenía tuvieron que trasladarla a una clínica en Reino Unido.
Una vez en su ciudad natal, Theresa sufrió una convulsión y fue sometida a una serie de análisis para descubrir el origen de su malestar. A partir de ello, los médicos se sorprendieron con lo que habían descubierto: la mujer tenía un tumor cerebral que había crecido durante los últimos 30 años.
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