La canción más sensual y hot de la historia del pop: Brigitte Bardot como musa, orgasmos en el estudio y censura

La canción más sensual y hot de la historia del pop: Brigitte Bardot como musa, orgasmos en el estudio y censura

En 1973 Brigitte Bardot y Jane Birkin trabajaron juntas en la película Don Juan 73 dirigida por Roger Vadim. (Photo by Sunset Boulevard/Corbis via Getty Images)

 

Durante el verano de 1967, Serge Gainsbourg se enamoró desaforadamente de Brigitte Bardot.

Suena bastante comprensible.

Por infobae.com

Entre otras cosas, le dedicó un par de canciones. Una de ellas, probablemente, sea la canción más ardiente de la historia del pop.

Según él mismo contó, la misma noche compuso, en honor de B.B, teniéndola como musa, Bonnie & Clyde y su mayor éxito Je T’Aime… Moi Non Plus.

Serge Gainsbourg era feo, de opiniones fuertes (desagradables), borracho, algo misógino, siempre tenía un Gitanes colgado al costado de los labios. Era también algo impúdico, gran seductor y un poeta. Conquistó a las mujeres más bellas de su tiempo (y esto no es una hipérbole: sólo se ajusta a la realidad). Sostenía que para eso tenía la mayor de las virtudes: la fealdad. “La fealdad es mejor que la belleza: dura muchísima más”.

Mientras que Brigitte Bardot era Brigitte Bardot, la mujer más deseada del Siglo XX (junto a Marilyn las primeras sex symbols globales).

B.B. es la imagen de una mujer que hizo lo que quiso cuando eso no era habitual. Simone de Beauvoir afirmó que fue la primera mujer y la más liberada de la Francia de posguerra (se podría reemplazar, sin problemas, sin afectar la verdad de la frase “Francia” por “el mundo”).

De Beauvoir escribió un ensayo sobre ella, Brigitte Bardot y el Síndrome de Lolita: “Ella sigue sus instintos. Come cuando tiene hambre y coge cuando tiene ganas. Deseo y placer son para ella una certeza que las reglas y lo que indican las convenciones. No critica a nadie. Hace lo que se le da la gana y por eso es tan desconcertante, tan turbadora”.

En el momento en que conoció a Serge Gainsbourg estaba casada con Gunther Sachs, un millonario playboy y coleccionista de arte, que además de cuadros y esculturas solía acopiar bellas mujeres. Gunther Sachs era heredero de Opel, el fabricante de autos. Su padre, además de industrial había sido dirigente nazi. La primera vez que se vieron encontraron una coincidencia que los acercó: ambos tenían el mismo Rolls Royce. Viajaron por Europa del modo más lujoso posible. Él pasó a ser llamado Saxie por la prensa. Sachs hizo que un helicóptero lanzara decenas de miles de pétalos de rosas sobre la propiedad en la que se encontraba B.B. Se casaron a los dos meses de conocerse. A ella, en el medio, le atribuyeron varios romances. Sachs pese a que sufrió parece haber absorbido el castigo de manera sabia; aunque dolido, nunca se arrepintió: “Fue maravilloso: un año al lado de Brigitte es como 10 años de una vida común” dijo mucho después, cuando las heridas habían sanado.

Una de esas infidelidades de B.B fue con Serge Gainsbourg, un tórrido romance de menos de tres meses.

La primera cita entre ellos fue un fracaso. Serge, otro ser libre, acostumbrado a correr los límites y a mujeres infinitamente más bellas que él, se cohibió ante la belleza, imponencia y la leyenda de B.B. Al día siguiente la llamó para disculparse por su conducta. Brigitte le dijo que ella era la que había estado poco natural y atada. Comenzaron a salir. Y B.B. fue la musa que inspiró Je T’Aime… Moi Non Plus.

Un día de 1967 entraron al estudio. El ingeniero de sonido contó que durante la grabación, la pareja se encerró en una estrecha cabina y se tocaron con ardor, se masturbaron mutuamente, mientras hacían la parte vocal. Los gemidos de Brigitte no fueron fingidos.

Al terminar de grabar, Gainsbourg supo que era una gran canción, con un enorme potencial comercial. También era consciente que en ella tenía sexo con la mujer más deseada del mundo. Nada mal para un feo.

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