Por qué es tan agotadora para las mujeres la primera infancia de los hijos y cómo sobrevivirla

Por qué es tan agotadora para las mujeres la primera infancia de los hijos y cómo sobrevivirla

Foto de Klara Kulikova en Unsplash

 

 

Desde la mirada médica, el período conocido como puerperio se extiende al menos por dos años postparto. Qué rol juega la percepción externa sobre lo que se considera “debe ser” una madre y cómo se puede cuidar la salud mental en esta etapa





Años cortos, días eternos. Tal es el nombre de un documental dirigido por la argentina Silvina Estévez, que narra y muestra en primera persona tres años en la vida de diferentes mujeres desde el momento en que se convierten en madres.

Por Infobae

Y si bien la Real Academia Española define al puerperio como el período que transcurre desde el parto hasta que la mujer vuelve al estado ordinario anterior a la gestación, lo cierto es que la mujer que se convierte en madre nunca vuelve a ser la misma que era.

“Desde la mirada de la salud mental, el puerperio hace referencia a al menos los primeros dos años postparto, donde muchas transformaciones en paralelo suceden para una mujer-madre”. Así comenzó a explicar a Infobae la licenciada en Psicología con orientación Perinatal y Reproductiva María Agustina Capurro (MN 69748) el impacto que el nacimiento de un hijo tiene en la vida de una mujer. “Lo adaptativo, los cambios neurohormonales, biológicos, físicos, emocionales, vinculares. No queda capa de la vida sin conmoverse”, agregó.

Todo ello, además de ser un proceso complejo, “es muchas veces vivido en soledad”, según la especialista. La sensación de que “el mundo sigue girando” y la vida de la mujer que se convirtió en madre cambió por completo es más que recurrente.

El cansancio extra es una consecuencia de los cambios de horario
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En la mirada del licenciado en Psicología y sexólogo Mauricio Strugo (MN 41436), especialista en parejas e investigador del postparto en la pareja, la sociedad actual sumamente acelerada y que pone la productividad como eje, hace que los padres estén obligados a seguir trabajando y haciendo malabares para cumplir con los roles de mapaternar y al mismo tiempo generar dinero para poder seguir sosteniendo todas las demandas y presiones”. Y ese es, según su criterio, uno de los factores que influyen en que por momentos se vuelva tan difícil de transitar el puerperio.

Para el autor de ¿Padres o Pareja? La oportunidad de crecimiento al transformarse en familia, “existe sobrada información sobre lo que sucede en el postparto femenino y faltan datos e investigaciones que hablen sobre lo que sucede en el hombre, si se habla de una familia heteroparental, para después poder mirar a la pareja como sistema que es atravesada por el nacimiento de un hijo y al convertirse en madres y padres se mueven las estructuras personales, familiares y de pareja”.

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“Disfrutalo que pasa rápido”: el mandato que exige estar bien

Suele decirse que los primeros años de la vida de los hijos pasan rápido, y que son muy pocos en relación con toda la vida de una persona, como una manera de reforzar la importancia de la presencia de la madre en esta etapa tan importante.

Sin embargo, como se vio, la mujer que se convierte en madre vive, en simultáneo, una profunda transformación de su propia vida, y carga, además, con el mandato que le impone disfrutar y no perderse nada del crecimiento de su pequeño.

“Este es uno más de los mandatos con los que se carga en este tiempo puerperal: el ¡no te pierdas nada!, ¡disfrutalo que pasa volando! -señaló Capurro-. Un mandato que se aloja entre lo que se puede, se quiere y se necesita, y que claramente es diferente en cada una de las historias de las maternidades y sus contextos”.

Y tras considerar que “el mandato del disfrutar en la maternidad es muy pesado, porque ubica que hay un ‘tener que hacer’ sin quejarse, ni cansarse, ni necesitar pausas por esto de que el tiempo no vuelve atrás”, la experta ahondó: “Como en todo vínculo, las madres con sus hijas e hijos, necesitan tiempo de construcción, conocerse, compartir, descansar y armar una dinámica propia a pesar de las exigencias y ‘deber ser’ externas”.

Sobre esto, Strugo remarcó que “muchas mujeres terminan con depresiones postparto producto de no poder, a partir de ser madres 24×7, dinamizar sus vidas ocupando otros roles necesarios para cuidar su salud mental, como trabajar, salir con amigas, hacer alguna actividad física, etc”. Y si bien sostuvo que “con el pasar del tiempo estas cuestiones van mejorando”, reconoció que “sigue siendo el hombre el que puede disponer de más tiempo”.

En este punto, el especialista destacó que “en toda la vida de los hijos, y no solo en la primera infancia, es importante la presencia de los padres. Es verdad que al principio el bebé tiene más apego con la madre y esto puede generarle una carga mental extra a la mujer más que al varón, pero la presencia de ambos es sumamente importante”.

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– ¿Qué rol juega la culpa de muchas veces sentirse superada por el papel de madre?

– Capurro: La culpa es una fiel compañera de las maternidades y seguramente en cada mujer que se convierte en madre se activa casi de manera automática, porque forma parte de una narrativa sociocultural muy arraigada.

El cansancio, el hartazgo, el desborde, el “no dar más” son vivencias y experiencias humanas que las madres no se pueden habilitar o al menos no sin autopercibirse como “malas madres”.

Porque si bien en los últimos tiempos tenemos accesos a representaciones de maternidades menos romanizadas y más ambivalentes, aun no cumplir con ciertos estándares o expectativas es difícil de aceptar sin sentir que se está fallando. Todo un camino de deconstrucción del que necesitamos seguir hablando.

– Strugo: Desde la Psicología, más precisamente desde el enfoque gestáltico, suele decirse que la culpa es el precio que se paga moralmente por hacer lo que se desea más allá de lo que se espera de nosotros.

En ese sentido, una madre que hace todo lo que “hay que hacer” en modo automático porque es lo que se espera de su rol para no sentir culpa, va a ser una persona resentida, empezando por su pareja y con los años, probablemente haciendo sentir a su propio hijo en deuda por todo lo que sacrifico por él.

Una actitud más saludable es, aunque las madres sientan culpa, que con el pasar del tiempo -es bastante difícil hacerlo en los primeros meses de los bebés- puedan ir reconquistando espacios que permiten conectarse con esos roles, claro que para eso es vital que quienes sean sus parejas, estén allí como equipo entendiendo las consecuencias tóxicas, para todos, de que para no sentir culpa estas madres se inmolen por sus hijos y la maternidad.

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