Richard Casanova: Cuando un opositor habla mal de otro…

Richard Casanova: Cuando un opositor habla mal de otro…

Algunos opinadores y habladores de pendejadas pretenden ocultar que la decisión de respaldar a Edmundo González Urrutia como candidato unitario es una inmensa victoria colectiva, de todo el liderazgo opositor y una respuesta que el gobierno no se esperaba pues su cálculo era que la controversia opositora -a veces absurda y muy agresiva- se extendiera hasta 10 días antes de las elecciones. Hay quienes pretenden presentar esta afortunada decisión como la derrota de un sector con una “agenda de apaciguamiento” que se limitaba a jugar con las reglas del poder y más bien, la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia sería gracias a un liderazgo -supuestamente con principios y moral- capaz de crear escenarios políticos nuevos y propios, según ellos.

A partir de la presunción de que una parte de la oposición tiene principios y moral, se puede inferir que la otra parte carece de tales virtudes y la verdad no es así. También es falso que la “rebeldía” de un liderazgo “puro” creó un nuevo escenario. Impunemente, fueron acusados de politiqueros y mucho más, quienes afirmaron que pensar en escenarios nuevos o ideales era una ficción. En efecto así era, la realidad impuesta por la arbitrariedad del régimen dictaba que la oposición solo podría sustituir por algunos de los candidatos inscritos, es decir por Enrique Márquez, Manuel Rosales o Edmundo González Urrutia, quien no estaba inicialmente planteado como candidato. La decisión en torno a su nombre, no es entonces el ejercicio de rebeldía de un liderazgo moralista y superior, sino un claro y responsable ejercicio pragmático de la política: un consenso en torno a quien más apoyo podía aglutinar, punto. ¡Tan simple como eso! Por cierto, una conclusión a la que podía llegarse -tal como advertimos- sin las descalificaciones y agresiones que mediaron en el camino.

Lo más grave es que esa forma de plantear los hechos: el bien Vs el mal, pretende ocultar o minimizar una extraordinaria victoria de la unidad democrática. Es un flaco servicio a la causa, mostrar a este episodio como la imposición de un sector de la oposición noble y bien intencionado, sobre otro politiquero y malvado. Insistir en ello, no sólo es una estupidez que -en el mejor de los casos- demuestra ignorancia e inmadurez política, sino que expresa exactamente lo contrario al espíritu unitario que necesitamos reivindicar. Colocar el asunto como el triunfo del bien sobre el mal, introduce una carga ética caprichosa y casi infantil que solo profundiza las diferencias, enturbia el panorama, afecta la campaña electoral e incluso, dificulta la transición democrática, más allá de las elecciones del 28J.





No podemos justificar estas posturas pero si explicarlas: hay que asumir que el fanatismo que inspira al chavismo ha permeado en la sociedad venezolana. ¿Acaso no es así como desde el oficialismo han planteado permanentemente la política? Siempre es imperialistas Vs revolucionarios, patriotas Vs traidores, oligarcas contra los pobres, etc. Siempre los buenos contra los malos, una vulgar manipulación que algunos pretenden imitar en el mundo opositor. Esto hay que combatirlo sembrando consciencia en la necesidad de recuperar el respeto y la tolerancia como esencia de la democracia. También hay que entender la angustia de un país expectante frente a la posibilidad de salir de esta pesadilla. Debemos asumir que, para el ciudadano común, no es fácil comprender una dinámica política tan compleja, donde el equilibrio entre el idealismo y el pragmatismo es la clave de una estrategia exitosa. Y esta limitación se supera con un permanente ejercicio de pedagogía política que reivindique el valor de la unidad y recupere la confianza en el liderazgo político y en la política misma.

A ninguno de estos propósitos reivindicativos contribuyen los opinadores, fanáticos o radicales que colocan siempre la política opositora como una eterna confrontación entre buenos y malos, donde -por supuesto- siguiendo la lógica chavista, ellos son los ángeles inmaculados y todos los que opinan distintos son enviados del demonio. Jamás entenderán que la candidatura de Edmundo González es una nítida expresión de la real-polítik que tanto le revuelve el estómago, es la comprensión de una realidad y el cabal desempeño de un liderazgo frente a ella.

Para colmo de males, tenemos la proliferación de “analistas políticos y expertos” que -desde las tribunas- pretenden dirigir el partido, a pesar de que nunca o hace muchos años que no juegan siquiera una caimanera. Apenas recuerdan que la pelota es redonda, pero creen saberlo todo y los mueve el odio, quizás no tienen felicidad como “El Sabio” de Héctor Lavoe, un tema extraordinario que seguro no les gustará. En fin, esto ya forma parte de nuestro folklore político, aunque muchas veces no es mera estupidez, sino que hay intenciones ocultas e intereses facciosos que explican esa actitud, cuya peor expresión es la catarata de agresiones e insultos de estos opositores hacia partidos y líderes que también trabajan por el cambio.

Así que cuando vea a un opositor hablando mal de otro, amigo lector, sospeche del parlanchín: puede ser un infiltrado del régimen, de esos que llaman “alacranes” o puede ser cualquiera de las modalidades de inmadurez política e ignorancia que hemos descrito. Por fortuna, aunque son muy ruidosos esos grupos radicalizados y moralistas con ínfulas de superioridad, son una reducida minoría y gracias a Dios, no tienen poder. Es por eso que la Unidad va a imponerse y el 28 de julio, todos, juntos construiremos una gran victoria. ¡Edmundo para todo el mundo! Dios bendiga a Venezuela…

Twitter/X: @richcasanova

(*) Dirigente social / Arquitecto / Vicepresidente de ANR del Colegio de Ingenieros de Vzla.