León Sarcos: La sublime tiranía del dios tecnológico

León Sarcos: La sublime tiranía del dios tecnológico

¿Las nuevas tecnologías nacieron para asistirnos innovadoramente en la vida o para hacer posible la compra-venta incluso del alma?, ¿para ser instrumentos de un mejor vivir o comisarías vigilantes de nuestra vida íntima?, ¿para facilitarnos la enseñanza de la filosofía o las bondades banales del utilitarismo?, ¿para acercarnos sin traumas a la ciencia o hacernos mercachifles vendedores de ilusiones?

Preste mucha atención cuando a través de las redes y de todo ese maravilloso mundo de las nuevas tecnologías –“encantado” y adorado como un nuevo “dios” por la mayoría de los habitantes del planeta– a usted le ofrezcan un producto, un servicio, una asistencia, o X beneficio por parte de alguna institución, empresa o persona natural. 

Cuando eso suceda, ponga en alerta a todo su sistema nervioso central, particularmente cuando le digan, como en una feria de juegos de fortuna –donde las cosas lucen tan fáciles que todo el que incursiona en ellos termina sin nada en los bolsillos–, la palabra mágica: ¡Totalmente Free!





 ¡Mentira! Todo ha sido exactamente planificado para que ocurra un proceso enriquecido con hábiles y novedosas técnicas de mercadeo, para que la gente entre paso a paso a un sistema, como inocentes peces atraídos por una seductora carnada que envuelve en el anzuelo al más inescrupuloso, lucrativo y ofensivo a la inteligencia y a la dignidad mecanismo de compra-venta. Entonces, uno evoca las viejas reflexiones de nuestros padres y abuelos: olvídate, que nada es gratis; tarde o temprano, hasta los favores los terminas pagando.

Y eso no sería tan grave, porque claro está que vivimos en la sociedad de consumo, y sabido es que vivir es una gran empresa: comer, leer, escuchar música, mirar, amar y sentir, el más lucrativo de los negocios.

Las nuevas tecnologías le han abierto al ser humano el apetito más desmesurado de la historia para, por vía de la imaginación, la ilusión y la esperanza, crearle expectativas que casi nunca podrá llenar. Le pusieron a las mayorías, en bandeja de plata, la práctica de la existencia como un simulado oficio en el que él, un ser generalmente con muchas limitaciones intelectuales y culturales, y muchas carencias de conocimiento, estética, ternura y afecto, cree poder tenerlo todo y en esencia no tiene nada.

Siempre la ciencia y la tecnología han terminado en dirección contraria a los procesos que motivaron sus propósitos altruistas fundamentales: abrir caminos al progreso para alcanzar mayor bienestar a la humanidad y franquear los muchos rostros de la muerte. En la mayoría de los casos, ha actuado en oposición a sus nobles fines; ha conducido a la catástrofe y se ha cebado en la muerte para demostrar su enorme y destructor poderío.   

Cuando muchos de los patrocinadores de las nuevas tecnologías de la comunicación presagiaban el nacimiento de la sociedad del conocimiento, mediante el establecimiento de su uso universal para ayudar a cerrar las muchas brechas que distancian al mundo: entre ricos y pobres, entre civilizados y “primitivos”, los expertos en marketing, como siempre, preparaban esas nuevas innovaciones para hacer de su perversa utilización, mucho más rica y poderosa a una nueva clase empresarial que hoy sustenta el poder financiero hegemónico casi absoluto  en el mundo.   

El auge del mercado en las redes

Un breve paseo a grosso modo por algunas estadísticas nos ponen de manifiesto lo antes dicho: para abril de 2022, apenas finalizada la pandemia de COVID, según Digital 2022 April Global Statshot, de una población mundial de 7.390 millones de habitantes el 57% reside en áreas urbanas. De esos, 5.320 millones usan teléfonos móviles, lo que equivale a un 67% de la población mundial. Los smartphones constituyen aproximadamente 4 de cada 5 de los teléfonos móviles de uso en la actualidad.

Cinco mil millones de personas usan Internet y el tráfico global aumentó en casi 200 millones el último año. Según esta información, el 63% de la población mundial está en línea, pero aumentó la diferencia de la calidad del uso en el mundo. Y aquí viene lo que más debe preocuparnos, hasta dónde llegan los embates de las tecnologías en cuanto a consumo: 

Más de siete de cada diez usuarios (71,5%) dicen que pagan por algún tipo de contenido digital cada mes. Los usuarios de Internet en el mundo gastaron 300 mil millones de dólares en contenido digital en 2021, más de la mitad en videos juegos, y uno de cada cuatro usuarios entre 16 y 64 años, descubre nuevas marcas, productos y servicios a través de anuncios en las redes sociales; seis de cada diez usuarios en edad laboral (58,5%) compran algo en línea todas las semanas.

Más concentración de la riqueza: mayor desigualdad

Según Michael Robert, economista de larga experiencia en City Londres, para 2022 solo 56 millones de los adultos en el mundo, equivalente al 1%, son millonarios en términos de riqueza neta y posee el 45% de toda la riqueza personal global. El otro 99% posee el resto, y hay casi 3.000 millones de personas que tienen poca o ninguna riqueza, después de deducir deudas.

Según la reconocida revista especializada en negocios y finanzas, Forbes, para principios de 2024, de los 10 hombres más ricos del mundo, ocho son dueños de empresas relacionadas con las nuevas tecnologías:

1) Bernard Arnault. Patrimonio neto: 226 mil millones de dólares. Director ejecutivo y presidente del grupo de artículos de lujo LVMH. 2) Jeff Bezos. Patrimonio neto: 198 mil millones. Presidente del gigante del comercio electrónico Amazon. 3) Elon Musk. Patrimonio neto: 195 mil millones. Director ejecutivo de la empresa de automóviles eléctricos Tesla y de la empresa de cohetes espaciales Space X y de la de redes sociales X, anteriormente Twitter. 4) Mark Zuckerberg. Patrimonio neto: 170 mil millones (ahora llamada Meta). 5) Larry Ellison. Patrimonio neto: 155 mil millones. Fundador de la empresa de software Oracle en 1977. 6) Warren Buffett. Patrimonio neto: 138 mil millones. Dirige un conglomerado de inversiones y empresas aseguradoras. 7) Bill Gates. Patrimonio neto: 131 mil millones. Propietario de Microsoft. 8) Larry Page. Patrimonio neto: 126 mil millones. CEO de Alphabet una macro empresa de Microsoft. 9) Steve Balmer. Patrimonio neto: 124 mil millones. Ex director de Microsoft. Cuando se retiró compró el equipo de basquetbol Los Ángeles Clipper por 2.000 millones. 10) Serguei Brin. Patrimonio neto 121 mil millones. Cofundador del motor de búsqueda Google.  

Sin lugar a dudas, no se equivocaba el máximo exponente de la economía clásica, Adams Smith, cuando afirmaba en La Riqueza de las Naciones (1776) que allí donde existen grandes patrimonios hay también una gran desigualdad. La opulencia de pocos siempre supone la indigencia de muchos.

Más uso de tecnología y más consumo, más concentración de la riqueza y desigualdad y más empobrecimiento del aprendizaje

De un informe de la Unesco del 26 de julio de 2023, resultado de la reunión de más de veinte ministros de educación de diferentes países, extraigo algunas conclusiones dignas de mencionar. Una de ellas es que se recomienda a cada uno de los países que establezcan sus propias condiciones para el diseño y uso de las tecnologías, teniendo presente siempre que nunca se sustituya la enseñanza presencial, dirigida y supervisada por los maestros. Y apoya el objetivo compartido de una educación para todos.

La distribución de las computadoras a los estudiantes no mejora el aprendizaje si los docentes no participan en la experiencia pedagógica. La conexión en línea no sustituye a la interacción humana. Está comprobado que los teléfonos inteligentes son una seria distracción para el desarrollo normal del aprendizaje y, sin embargo, apenas menos de un 25% de los países prohíbe el uso de estos instrumentos tecnológicos en las escuelas.

Las desigualdades de aprendizaje entre estudiantes aumentan cuando la enseñanza es exclusivamente a distancia y los contenidos en línea no siempre son apropiados para específicos contextos. El informe señala que el derecho a la educación es cada vez más sinónimo de derecho a una conectividad significativa y señala que en el caso de América Latina, una de cada cuatro escuelas carece de electricidad.

Finalmente, no existe evidencia fiable, rigurosa e imparcial sobre el valor añadido de las nuevas tecnologías en el proceso de aprendizaje, porque no se dispone de ella. La mayor parte de la evidencia procesada proviene de los Estados Unidos y es elaborada por compañías dependientes de las grandes empresas tecnológicas.

Las nuevas tecnologías, las desigualdades y la calidad de la educación

La conectividad de Internet seguirá aumentando de manera incesante, el uso intensivo de los smartphones continuará incrementándose, y creciendo ese 30% que hoy registran las estadísticas que pasa noches sin dormir pendientes totalmente de su atención. En especial, la clase media y la adinerada, las más adictas, atentas a las innovaciones y que cambia de modelo como de ropa interior. 

La sobreinformación sin controles, con fines perversos, únicamente de consumo, seguirá desbordada, mal escrita, inflamada de mentiras, de falsas expectativas, de ilusiones laborales a granel, de consejos de expertos en autoayuda hasta para aliviar  el dolor de callos, de ítems escandalosos que ayudan a consumir hasta la embriaguez, excitando el morbo del viejo  pan y circo romano, de hechos de sangre que presentan como presumiblemente inocente a un sujeto que descuartizó con cuchillo y sierra a su víctima y aun se presume “inocente”.  

Simultáneamente, crecerá a un ritmo más acelerado la concentración de la riqueza, en particular en los Estados Unidos, donde converge la proporción más alta de multimillonarios propietarios de las empresas que ofrecen las nuevas tecnologías y donde la distribución del ingreso es tan asimétrica, que ha hecho afirmar al expresidente de la Reserva Federal por casi dos décadas (1987-2006) Alan Greenspan: la desigualdad de ingreso plantea actualmente un grave problema a la sociedad estadounidense. La tendencia a que aumente la brecha entre ricos y pobres posee una tendencia realmente perturbadora.

Sin reglamentación del uso de las tecnologías por parte de la mayoría de los gobiernos, y sin el establecimiento de un método que integre sinérgicamente la parte más útil de su manejo con supervisión de los maestros, como acontece en Singapur, para mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje, el esfuerzo será en vano.

El uso de esas mismas tecnologías hecho ya un hábito, en la casa, en los sitios de esparcimiento y aquí allá y donde sea, como decía una vieja canción juvenil, poca oportunidad tienen las sociedades del tercer mundo de ganar la partida para avanzar. De manera que sean útiles en la escuela y ayuden a amortiguar las desigualdades y las distancias entre los marcados grados de diferencia, especialmente en la primaria y secundaria, entre países desarrollados y subdesarrollados.

En cuanto a la educación, en el caso de los 81 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que realiza cada tres años el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos, la prueba PISA, que mide tres variables: matemáticas, ciencias y hábitos de lectura, los primeros puestos son ocupados por Singapur, Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Suecia y Finlandia.

España ocupa el lugar 28 en matemáticas y ciencias y el 29 en comprensión de lectura. Lo más patético, triste y conmovedor es que de los 13 países latinoamericanos participantes, ninguno alcanzó el promedio aceptable por la OCDE. La inestabilidad institucional, la corrupción generalizada, los malos manejos económicos, la falta de atención al sector educativo, crean un muy oscuro e incierto pronóstico al futuro de la región. A lo que se agrega que América Latina sea la región del mundo con mayor desigualdad de ingresos: el 10% en este subcontinente concentra el 37% del ingreso, mayor que en cualquier otra región del planeta y el 40% más pobre recibe apenas el 13%, según la CEPAL.

Las nuevas tecnologías y el reino inclemente del mercado

Nada de lo que usted utilice en las redes es gratuito. Algunos productos o servicios fueron gratis mientras le capturaban para hacerle esclavo de sus usos. Usted podía leer antes, sin preocupación alguna, el periódico en físico porque tenía como comprarlo diariamente; si no, lo pedía prestado a un vecino o lo leía en la barbería o en cualquier sitio donde le tocaba la espera para comprar o pagar un recibo de algún servicio. 

Los periódicos digitales estuvieron a su alcance los primeros tiempos mientras le hacían creer que podía tener acceso a los más serios y de calidad sin costo alguno. Un día aparecería un manchón primero con una sutil sugerencia: ¿con cookies o sin cookies? Usted, ingenuo, pensaba que ahí quedaba el asunto. Pues no, pronto vendría la embestida definitiva: ¿se suscribe o no se suscribe?

Y hasta ahí los pobres bachilleres y demás lectores limitados de recursos dejaron de tener acceso a los mejores diarios de España y a los periódicos estrella de América Latina. Si no pagas no tienes buena información. Podrás leer la mucha basura mal elaborada de la cual hablaremos más adelante, pero información pretendidamente objetiva y confiable, jamás.

Le sucederá igual con los ensayos, artículos especializados y entrevistas. Por un lapso de tiempo accederá con facilidad, progresivamente le irán poniendo los mismos obstáculos en el camino hasta que llegue el momento en que aparezca una tarifa para que usted elija qué monto prefiere, si el económico o el premium, con un lapso de tiempo adicional, de mayor duración.  

La música traerá muchas sorpresas, porque una vez que usted elija la que desea y ponga su corneta directamente al teléfono, una sinfonía de Beethoven será interceptada por un estridente reguetón o trap latino interpretado por Arcángel o Kevin Roldan, que es necesario promocionar, con lo que su libido musical se irá para el carajo. O escuchará plácidamente un concierto de Mariah Carey para, súbita e irrespetuosamente, sentirse importunado por las presumidas babosadas de Rosalía o Carol G que le cortan una bonita nota. Alguien dirá que el buen gusto financia al malo, porque es imposible que acontezca al revés con fines pedagógicos. 

En fin, todo lo que usted utilice, empezando por los videojuegos, la lectura de periódicos y libros, las imágenes de mujeres en cueros, los bulos, la basura informativa, los escándalos de la farándula, los crímenes encendidos de morbo, la violencia ritual, las crueldades con animales, la pornografía, las fotos, las fiestas, los viajes, los chismes, la narrativa más soez y carente de propósito, los consejos pusilánimes de los influencers, todo se paga en el alucinante mercado creado por las nuevas tecnologías. 

De allí las buenas ganancias de los grandes empresarios del negocio digital. Eso explica por qué en muy pocos años lograron una concentración de capitales de tal magnitud que, exhibida hoy día, luce en proporción a las carencias de los pobres y la ignorancia de buena parte del mundo grotesca. 

Sobreinformación con una narrativa cantinflera, sin direccionalidad, circular, inicua

Son pocas las crónicas, las informaciones, las amenidades y los ensayos preparados con ánimo constructivo, ameno, educativo y pedagógico; esos son generalmente redactados por escritores profesionales, periodistas con un alto sentido ético y científico, o espontáneos calificados con vocación de servicio. La mayoría de las informaciones son hechas para que no digan nada, de relleno, para confundir, mentir, simular, como esta simpática del gran Mario Moreno Cantinflas:

Las letras no son todas iguales entre sí, unas son diferentes de las otras y las otras son diferentes de las demás… teniendo ante si esta situación de simbula, tenemos también las mayúsculas y minúsculas… las mayúsculas son las que se acostumbran a ser las grandotas y las minúsculas, por falta de vitaminas, o sea de desarrollo literario, siguen siendo chaparritas. (El Analfabeto 1960)

Da la impresión de que las informaciones se redactaran porque no hay nada importante que decir, y el espacio y el deseo de la gente por saber demasiado de nada fuera insaciable. Por ejemplo: cuántas cuartillas se escribieron de medias verdades durante el famoso   juicio de un asesinato que no fue cometido por ninguna celebridad que justificara la atención del público, pero muy notable por la forma espantosa en que fue ejecutado, sin agregarle absolutamente nada a lo que ya se sabía antes de que se iniciara. 

Durante las cuatro semanas que duró, el morbo humano alcanzó niveles máximos de excitación, mientras se decidía el futuro de un infeliz. La prensa se ocupó de guardar con mucho celo la fecha del veredicto final, que se anunciaría para cuatro meses después y no el tres de mayo como lo habían prometido, para mantener a la audiencia en vilo, por temor a perder la expectación.

Las redes han permitido hacer de los sentidos y las emociones -productos del alto valor agregado que ofrecen-, una mercancía producida en gran escala a un costo muy bajo con lo mejor de su fuerza creadora: la fuerza del espíritu. Ha nacido el mercado de todas las partes explotables del cuerpo humano que ayer eran sagradas y pertenecientes al mundo más íntimo.

A veces me domina la idea de que no ha quedado nada espiritual para resguardar. Ningún secreto que mantener, ningún misterio que ocultar, ningún enigma que descifrar. Sin lo cual no puede haber arte y sin arte no hay verdad, bondad ni belleza.  Las redes han desnudado al ser humano y lo han lanzado a transitar el inescrupuloso y deplorable teatro del mercado para que explote, venda y corrompa lo más bello y puro de sí mismo, su más grande reserva moral: la parte sagrada de su alma. 

Epílogo

Parafraseo al gran filosofo británico Bertrand Russel, de vida longeva (1872-1970), quien alguna vez afirmó: gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros de los beneficios de las nuevas tecnologías de la comunicación y los inteligentes tienen muchas dudas acerca del futuro de la humanidad, con la orientación y el uso que se les está dando.

Soy de los convencidos de que las nuevas tecnologías deben ser reglamentadas por todos los gobiernos y el seguimiento debe ser muy riguroso, particularmente con la instrumentación que hace de ellas el sector educativo y las otras instituciones del mismo gobierno. Hay necesariamente, en democracia, que crearles contrapesos de la sociedad civil al manejo que hacen los equipos gobernantes.

Esa normativa que reclama sus usos y abuso en todas las relaciones entre los diversos sectores de la sociedad: el gobierno, los consumidores, el sector laboral, empresarial, para mejorar y hacer transparentes y eficientes las múltiples interrelaciones interinstitucionales, debe poner en la orientación e instrumentación, por sobre cualquier otro interés crematístico o de mercado, los beneficios que puedan proporcionar al mejoramiento de la condición y el desarrollo humano.

Los gobiernos nunca deben ir a la zaga o ser los últimos en enterarse de las innovaciones de la ciencia y la tecnología. Por citar un solo ejemplo: cuando el ingeniero Martin Cooper, empleado de Motorola, logró realizar una llamada con un teléfono móvil, él no sabía que creaba uno de los inventos más importantes de la historia. Entre el 17 de octubre de 1973, cuando se logró el Radio Telephone System, y 1994, año en que se puso en funcionamiento el primer teléfono que podía considerarse smartphone, el Simon de IBM, transcurrieron más de dos décadas.

Suficiente tiempo para prever, planificar y regular sus usos y abusos, límites e instrumentaciones a nivel laboral, educativo e institucional y sin embargo es hoy, después de todo ese tiempo, que los gobiernos comienzan a plantearse cómo hacer para evitar su uso antes de determinada edad, cuando ya los niños se los arrebatan a sus madres desde que están siendo amamantados en su seno. 

Creo que sin el sector empresarial es imposible el progreso. Pienso que sin libertad económica, más difícil aún. Confío en la autonomía del sector empresarial para producir innovaciones en la ciencia y la tecnología imprescindibles para el desarrollo de la humanidad y la sobrevivencia de la especie. Pero también creo en la sensatez y en la idea de que cada proyecto debe pasar por un estudio riguroso que evalúe alcances, amenazas y fortalezas, donde estén involucrados el gobierno y también la sociedad civil.   

Se ha pretendido que las nuevas tecnologías han llegado como anillo al dedo para combatir el ocio y mantener ocupados a los habitantes del planeta en asuntos creativos, a lo que yo respondería con palabras de Bertrand Russell, el sabio uso del ocio es un producto de la civilización y la educación. Una generación que no soporte el ocio es una generación de escaso valor. 

Ahora nadie tiene tiempo para responder llamadas. No sé de dónde salen tantas ocupaciones. Por eso cuando usted llama, la persona le pide: escríbeme. Él estudiará si usted merece un minuto de su tiempo para autorizar a llamarle. Lo de la llamada rechazada lo comprendo, porque hay prioridades, pero me irrita hasta la cólera, porque es muy fea, despectiva e insensible la expresión: rechazada. Especialmente si la llamada no se devuelve nunca.  

El problema no es de falta de tiempo. La esencia del asunto es que el mercado y el interés utilitario han logrado banalizarlo y darle en pura apariencia un uso indiscriminado en todos los desempeños. Una hora de trabajo de un egresado de Oxford –que conste, sin desmeritar el oficio– tiene el mismo valor que el de un portero de una oficina pública o un clasificador de cuentas.

Por primera vez en mi vida siento al ser humano tan apocado, tan envilecido, tan manipulado, tan extraviado en un largo horizonte desolado, de oscuros nubarrones, artificial y de mentira, tan propicio para la sinrazón. Siento que cada día importamos menos y nos duele menos la violencia y la muerte que se van convirtiendo en hábitos naturales como en el resto de los animales. Las tecnologías, entraron a todas las partes de la casa hasta la cama de la alcoba principal y están aniquilando la mucha o poca belleza de alma que le queda a cada uno. 

León Sarcos, mayo 2024