El polémico comentario del actor Sean Penn: "Hugo Chávez fue mi amigo, lo quise mucho. No voy a pedir perdón por eso" - LaPatilla.com

El polémico comentario del actor Sean Penn: “Hugo Chávez fue mi amigo, lo quise mucho. No voy a pedir perdón por eso”

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Con vaqueros y camiseta ajustada, Sean Penn tiene un físico que no cede al paso del tiempo. Sus bíceps se tensan cuando mueve las manos para hacer girar entre sus dedos el paquete de cigarrillos que no fumará, al menos durante la entrevista. Delante de nosotros, a la espalda de Penn, unas ventanas enmarcan un mar nublado, azul grisáceo como los ojos del actor. Cuando escucha, mira fijamente a los ojos de su interlocutor. Cuando habla, su mirada está desenfocada, buscando las palabras que salen de su boca lentamente, como apretadas por las muelas del fondo. Todo parece bajo control salvo su pierna, que a menudo hace temblar la mesita de cristal. Entre nosotros, las botellas de licor del minibar, sin abrir.

Por: El Mundo





La ocasión del encuentro es la película en la que vuelve a actuar tras años de ausencia. Se titula Asphalt City y narra la vida de dos paramédicos que realizan guardias nocturnas a bordo de una ambulancia en los barrios marginales de Nueva York. Penn es el veterano. Tiene una vida familiar caótica, tiende al nihilismo y se lleva por delante el idealismo de su colega. La película narra el colapso del sistema sanitario público, donde la elección entre la vida y la muerte es cotidiana, despiadada y cruel.

P. ¿Por qué decidió volver a la actuación con esta película tan oscura?

R. Estaba rodando Tu última mirada, en 2016 en Sudáfrica, sobre la guerra civil de Liberia. Adèle Exarchopouloa me hablaba de Johnny Mad Dog, de Jean-Stéphane Sauvaire. «Tienes que verla», insistía. Tenía razón, me golpeó como un puñetazo y tuve ganas de trabajar con él. Él ya me había escrito hacía años para trabajar juntos pero había perdido el mensaje, no era el momento. No trabajo bien si no estoy completamente involucrado y la película es muy oscura. Yo venía de un momento de mi vida en el que necesitaba recargarme. No estaba preparado. Él insistia, yo le decía que no. Quería trabajar con él, pero no podía. Entonces pasó más tiempo, me volví a recargar y empezamos a rodar.

P. ¿Por qué había dejado de actuar?

R. R. Hacía 15 años que no disfrutaba actuando. Milk, de Gus Van Sant, fue la última película que disfruté. Aunque recibía buenas propuestas, actuar me hacía sentir muy infeliz. Así que lo dejé. Después acepté dos proyectos, Asphalt City y Daddio, una película con Dakota Johnson, de Christy Hall, cuidadosamente escrita sobre todo lo que nos preocupa hoy respecto a la política de la sexualidad. Hombre mayor, mujer joven, desconocidos… Él es taxista, la lleva en su coche, la película es su viaje en taxi. En el set casi sólo había mujeres, estaba escrita y dirigida por una mujer y eso me permitió explorar ángulos que nunca habría abordado si la hubiera dirigido un hombre. No debería ser así, porque todo el mundo debería poder dirigir cualquier cosa, pero Christy me dio las palabras para expresar lo que hoy nos está prohibido decir y me permitió discutir sus argumentos. Teníamos conversaciones para asegurarnos de que, aunque partíamos de posiciones muy diferentes, al final estábamos de acuerdo y nos referíamos a lo mismo. Con Daddio tuve la mejor experiencia que jamás he tenido actuando, ni siquiera cuando era joven me divertí tanto.

“Asphalt City tiene esa inmunidad creativa, como si no se autocensura”

P. ¿Cuál es el elemento más importante de una historia?

R. Como artista debo manifestar una conciencia. El público nunca sabe cuándo se le miente, pero es perfectamente consciente de cuándo se le dice la verdad. Cito a E.L. Doctorow: «La responsabilidad del autor es comprender la época en la que vive». Si existe esta fuerza motriz en el arte, no importa de qué trate una película, ni en qué época tenga lugar. No me importa si se cambia la historia o si Napoleón cambia de opinión sobre algo…. Me interesa cualquier cosa que en su esencia dé algo fiel a la época en la que se vive.

P. ¿Lo ha conseguido siempre?

R. A veces he tenido éxito. Otras, he fracasado. Hoy en día es difícil hacer una película tal como la has pensado… Pero no quiero caer otra vez en la cultura del lamento, como los que golpean el puño contra la mesa, beben vodka y dicen que el cine ha muerto. Los cineastas que hacen eso deberían avergonzarse, frente a películas tan frescas y nuevas como Asphalt City. Stephen tiene esa inmunidad creativa, es como si no se enfrentara a la tontería, ni se autocensura… Cuanto más te alejas de la cultura del lloriqueo, más energía tienes para soñar y crear cosas originales.

P. Hay tanta oferta en streaming…

R. Soy reacio. La chica de la que me enamoré hace años es la pantalla del cine, me encanta la experiencia compartida con desconocidos de ver una película. Cuando termina, ya no eres un extraño con el resto del público. No puedo dejar a esa chica, es mi mujer, de la que estoy enamorado. Yo nunca me he ido, me ha pasado al revés, me han dejado. Claro, soy alguien con quien es imposible vivir… pero esa es otra historia.

P. Su personaje en Asphalt City es duro consigo mismo, admite sus errores. ¿Usted también lo hace?

R. Ya sé lo que está pensando. Creo que se refiere a dos errores en particular. Uno es político, el otro personal y tiene que ver con la familia, las esposas, los amantes… Digamos que llegué a ser bueno en las relaciones, pero tardé mucho tiempo en empezar a admitir mis errores, y con el tiempo esto también me llevó a cometer menos. Si te mantienes firme en tus convicciones, acabas siendo más cauto y disculpándote menos. Además, hay un par de puntos críticos en mi pasado como periodista y activista político mundial…

P. ¿Hugo Chávez?

R. Era mi amigo, lo quería mucho. Cuando tomó el poder, el 80% de su país carecía de una identidad, de asistencia sanitaria, educación y trabajo. Él cambió eso y yo lo vi. No porque me dijeran lo que tenía que ver, sino porque pasé mucho tiempo allí. El país lo amaba… Así que escribí y dije algunas cosas a su favor. Y luego, ya sabe… Soy un ferviente partidario de las instituciones, estoy muy agradecido por la existencia de la CIA, pero en Sudamérica se hicieron cosas terriblemente mal y hay razones para ser paranoico. Así que, si eres un líder y EEUU te tiene en el punto de mira, elegirás a gente de confianza aunque no sean los mejores, los más competentes.

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