Carlos Ochoa: Una curiara cruza el Apure

Carlos Ochoa: Una curiara cruza el Apure

Todos los que han leído Doña Bárbara y aún los que no la han leído pero tienen referencia de la obra, recuerdan que la novela de Gallegos se inicia con “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha.” Las historias y los personajes son muy distintos a lo ocurrido con el cruce en curiara del río Apure que tuvo que realizar María Corina Machado para evadir el bloqueo del puente por parte de los colectivos y la Guardia Nacional  que le impedía el paso, pero hay un elemento común que los une en el imaginario colectivo del venezolano, la travesía fluvial y el férreo carácter femenino que identifica a ambos personajes, distintos y con destinos opuestos, María Corina en ese complejo mundo de seres creados por Gallegos estaría más cerca de Santos Luzardo que de la “Doña”, pero el inconsciente es ciego y en este nuevo relato en donde María Corina cruza el Apure, la carga colectiva del imaginario popular la identifica con la fuerza de voluntad que mueve las acciones de ambos personajes.

María Corina ha repetido que su cruzada por restablecer la democracia es una lucha espiritual, se la ha comparado con la doncella de Orleans Juana de Arco y hasta con Evita Perón por las pasiones que desata a su paso, pero las comparaciones no se ajustan porque María Corina no tiene visiones como Juana ni se pasea con joyas y pieles promoviendo a su marido y a un partido populista, estamos presenciando un autentico fenómeno político totalmente inédito porque absolutamente nadie en la Venezuela moderna ha despertado tantos apoyos como María Corina Machado, para darle fin a un período de oscuridad que ha ocasionado desgracia y separación.

Creo que la clave de su éxito y su liderazgo reside en una narrativa que es percibida como autentica cuando se evalúan la correspondencia de sus palabras con sus acciones, eso es algo que los políticos de la vieja coalición no entienden ni entenderán porque están diseñados con defectos de fabrica.





 Hay que recordar que  Carl Gustav Jung establece la diferencia entre arquetipo y representación arquetípica, la primera refiere a un contenido anímico inconsciente, mientras que la segunda es una imagen creada por la consciencia, un contenido anímico inconsciente según Jung es una energía psíquica profunda que busca descargarse a través de acciones para alcanzar un fin, si conectamos la experiencia personal que se observa en las multitudes que congrega María Corina, la acción conduce a un apoyo activo que libera las pulsiones reprimidas de una suma de experiencias personales que buscan un cauce para expresarse, de ahí la construcción de la imagen creada por la consciencia registrada por las cámaras de los miles de teléfonos que registran la experiencia y el asombro que causa la líder, camino a constituirse en un mito político del siglo XXI.

El arquetipo de la gran madre que ayuda a fortalecer el apoyo a María Corina es representado en su aspecto luminoso, protectora, nutricia, mientras en el personaje central de la obra de Gallegos, la madre es oscura, devoradora, por eso a Doña Bárbara se le llama la devoradora de hombres, la madre luminosa está regida por el principio creador, su riqueza sin competir con lo masculino lo trasciende, en Doña Bárbara su ambición y codicia son destructoras, sin embargo ambas madres como figuras arquetípicas están representadas en las leyendas y mitos de todas las civilizaciones, la madre luminosa creadora será siempre virgen creadora de prosperidad, salud, libertad, por su parte la madre oscura está presente en los cuentos, leyendas y obras literarias, son las brujas malas de los cuentos, las hadas malvadas, la parte inseparable oscura del arquetipo que lo completa en su existencia dual de oscuridad, luz.

Una curiara cruza el Apure y el río humano se desborda para verla, tocarla, tomarle una foto que guarde el momento, mientras que del otro lado queda el miedo del gobierno y el otro miedo como llamó Gallegos al hato de la doña perdido en la inmensidad de la llanura.