William Anseume: La furia como norte

William Anseume: La furia como norte

Sin titere con cabeza también pudo haberse titulado este artículo, para hacerlo parecer más artístico en su crueldad. Las furias eran vengativas, las Erinnias clásicas. Tenían su razón de ser en búsqueda de hacer pagar deudas contraídas con la “justicia”.

Hasta su figuración era terrorífica con serpientes y colgajos extremos. Con lágrimas sanguinolentas. Es la visión también de la podredumbre propia del rencor acumulado por quienes no hicieron lo “debido” según alguna creencia particular también.

¿Tiene algo que ver Bolívar con la furia? Seguramente. Como lo recoge aquel afamado Decreto de guerra a muerte. Como se perpetuó en su más que temeraria idea de luchar hasta contra la naturaleza, buscando ciega obediencia. También en el caso de Piar, no sólo cargado de venganza sino de creído aleccionamiento. Invocar las furias y hacerlas valer hoy en día tiene que ver con muchos aspectos reñidos, cómo hemos visto, con el avance de las relaciones sociales, políticas, de la existencia y de la dignidad.





Cuando Bolívar, obviamente, no existía la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero existía conciencia de los límites en la guerra. Muchas veces traspasados sin conmiseración. Hoy el mundo observa instantáneamente todos los excesos. Los talibanes callando las voces femeninas, por ejemplo. La invasión a Ucrania, la ataques a Israel y su defensa.

Pero también lo que ocurre en América Latina es observado por el mundo, que no está dispuesto a dejar pasar por alto, al menos en el papel, el papel escrito y el papel como rol político, los excesos en cuanto al manejo de la crueldad. Observamos todos a Nicaragua de cerca, a Cuba, y nos observan y actúan, cosa que agradecemos. Matar, encarcelar, perseguir, amedrentar, acosar, enviar mensajes diarios de terror, son propias acciones de las Erinnias, de las furias. Es invocar social, cultural y políticamente a lo más agresivo y descarnado del ser humano, contra las reglas establecidas para su freno. La furia aplicada sólo deviene del poder. Pero la víctima hoy no es impotente. Ya se ha demostrado en la historia. El llamado a la paz, la reconciliación, el diálogo y la conciencia política, deben prevalecer contra la furia elemental, bruta. También la aceptación de la realidad.